Los Mounstruos dentro del armario, los respingos al escuchar ruidos extraños o las tormentas que les hacen refugiarse en la cama de los padres forman parte del proceso de maduración. Todos los miedos tienen su porqué y son comprensibles, por lo que ayudar a los hijos a superarlos puede ser tan sencillo como dialogar a diario con ellos.
Una emoción tan básicas como necesaria: Eso es el miedo. El problema es que ni todos son iguales ni se manifiestan por vez primera a la misma edad, por lo que diferenciarlos es un arma útil a la hora de saber si un niño tiene un proceso de maduración normal o pudiera padecer algún trastorno, ya desde edades tempranas los signos de ausencia o diversión de los hitos del desarrollo normal, pueden ser los primeros indicios de una patología grave.
Empecemos pues por los miedos más primitivos, aquellos que se llaman "de protección" y que vendrían a ser como una especie de alarma contra peligros que vienen del exterior.
"Si un niño no temiera el fuego se quemaría. Son miedos que se dan cuando empiezan a descubrir su entorno", explica el presidente de la Sociedad de psiquiatría infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP), Josep Cornellá Canals.
Claro que no todos los miedos son así de sencillos y claros. De hecho, muchos forman parte del crecimiento, por lo que hay que irlos superando, como si se tratara de una carrera de Obstáculos.
"A estos miedos les llamamos evolutivos. Nada que ver con los adaptivos, que aparecen tras sufrir un hecho traumático.. Justo ahora estoy tratando uno de ese tipo. El caso en esta ocasión es el de un preadolescente que ha vivido hace poco el suicido de un tío y ahora tiene miedo de que eso mismo le pueda suceder a él, afirma el doctor Cornellá.
Una emoción tan básicas como necesaria: Eso es el miedo. El problema es que ni todos son iguales ni se manifiestan por vez primera a la misma edad, por lo que diferenciarlos es un arma útil a la hora de saber si un niño tiene un proceso de maduración normal o pudiera padecer algún trastorno, ya desde edades tempranas los signos de ausencia o diversión de los hitos del desarrollo normal, pueden ser los primeros indicios de una patología grave.
Empecemos pues por los miedos más primitivos, aquellos que se llaman "de protección" y que vendrían a ser como una especie de alarma contra peligros que vienen del exterior.
"Si un niño no temiera el fuego se quemaría. Son miedos que se dan cuando empiezan a descubrir su entorno", explica el presidente de la Sociedad de psiquiatría infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP), Josep Cornellá Canals.
Claro que no todos los miedos son así de sencillos y claros. De hecho, muchos forman parte del crecimiento, por lo que hay que irlos superando, como si se tratara de una carrera de Obstáculos.
"A estos miedos les llamamos evolutivos. Nada que ver con los adaptivos, que aparecen tras sufrir un hecho traumático.. Justo ahora estoy tratando uno de ese tipo. El caso en esta ocasión es el de un preadolescente que ha vivido hace poco el suicido de un tío y ahora tiene miedo de que eso mismo le pueda suceder a él, afirma el doctor Cornellá.
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