BUSCAN EN RATAS PORQUE LAFRUSTACIÓN NOS CONDUCE A LOS ANSIOLITICOS
El proyecto 'Mañana lo dejo. Automedicación
emocional. Cerebro y adicción' estudia los mecanismos cerebrales que
propician el abuso de los fármacos en situaciones de pérdida.
ENCARNA MALDONADO / NOVIEMBRE 2014
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De
Izquierda a derecha: Rocio Donaire, Carmen Torres, Marta Sabariego y
María José Gómez, investigadoras involucradas en el proyecto. /
UNIVERSIDAD DE JAÉN
La profesora del Departamento de Psicobiología de la Universidad de Jaén Carmen Torres pilota un equipo interuniversitario que durante tres años analizará la automedicación emocional y la relación entre cerebro y adicción en un proyecto a desarrollar en tres años que bajo el título Mañana lo dejo financia con 50.000 euros el Ministerio de Economía y Competitividad.
En la investigación participan el jefe del departamento de Psicología de la Universidad Católica de Texas (Estados Unidos), Mauricio Papini, y el profesor de Psicobiología de la Universidad de Granada Ignacio Morón. Además, la doctoranda Rocío Donaire realizará su tesis doctoral durante la ejecución del proyecto.
Carmen Torres subraya que existen muchas evidencias de que situaciones excepcionales como el abuso, el acoso, el maltrato o la exposición a conflictos bélicos generan alteraciones emocionales que se tratan de afrontar con drogas. “El estrés postraumático multiplica por tres el consumo de drogas y duplica el de alcohol”, explica. Todo indica que sucede lo mismo con el consumo y el autoconsumo de ansiolíticos.
La investigación plantea investigar en el laboratorio con ratas esa relación entre lo emocional y la adicción a los fármacos. “Las situaciones de estrés anticipan miedos reales o inventados. En cualquier caso producen un estado que, aún con limitaciones, es reproducible en animales”, porque la estructura del cerebro que controla esas emociones es la misma.
Se considera que las amígdalas, ubicadas en los lóbulos temporales, son en gran medida las que procesan y almacenan las reacciones emocionales en humanos y animales. Esa zona del cerebro es la que genera reacciones de miedo y conductas de autoprotección ante situaciones de riesgo. No obstante, las amígdalas no son la única estructura cerebrales involucrada en el aprendizaje emocional. También juega en ese terreno el hipocampo y su capacidad para almacenar la memoria episódica, que permite aprender de la experiencia.
“Las reacciones innatas son muy similares en animales y humanos. Por ejemplo, si una rata se acostumbra a hallar comida después de recorrer un circuito se pondrá nerviosa y agresiva el día que al final de ese circuito no encuentra la comida. Es una emoción similar al estrés que sufre el humano”.
Estos estudios se habían realizado hasta ahora fundamentalmente con las drogas y alcohol. La novedad reside en que ahora se hará con los ansiolíticos que aunque únicamente se pueden tomar bajo prescripción médica, no es infrecuente que sean objeto de autoconsumo sin control facultativo. La pretensión del equipo es comprobar con animales si la frustración es fuente de automedicación, si esta desemboca en adicción y qué partes del cerebro regulan y controlan estas reacciones.
Las primeras pruebas realizadas con roedores en laboratorio son esclarecedoras: una rata sometida a estrés descarta beber agua y opta por el ansiolítico.
Otra de las novedades que incorpora el proyecto reside en que el animal no sufrirá estrés a consecuencia de un estrés nocivo, sino por pérdida, porque se queda sin alguna fuente de reforzamiento. Es decir, el sujeto tiene primero expectativas. Después frustración. Ese es el caso de la rata que al final del circuito no halla la comida que habitualmente le aguardaba en ese punto. O es, en el supuesto del humano, la pérdida de un empleo o un fracaso sentimental.
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