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LA ALHAMBRA DUPLICA LAS VISITAS EN LOS 30 AÑOS CON EL SELLO DE PATRIMONIO MUNDIAL

La gestión del monumento es la historia de un éxito En tres décadas ha pasado de ser un conjunto de palacios al entorno monumental y paisajístico más visitado de España

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Alhambra, 1984. Los coches particulares y los autobuses llenos de turistas llegan hasta la misma fachada del Palacio de Carlos V atravesando el bosque del conjunto nazarí. Los visitantes, sin guía oficial, pasean a su antojo por los palacios, donde pueden hacer prácticamente lo que quieran y se apelotonan ante la falta de regulación de los grupos de visitas. Los históricos jardines acogen cada poco tiempo y cuando la meteorología lo permite recepciones, cócteles y banquetes. El Patronato, que tuvo un primer y fugaz precedente en el año 1914 y que estaba compuesto por notables de la ciudad y representantes de las instituciones locales, no se reúne desde 1981. Los puestos de trabajo, como señalaba una información de El País de 1985, se heredan de padres a hijos, y existía una cuenta no fiscalizada, que derivó en una auditoría, con más de 120 millones de pesetas derivada de los ingresos del servicio de publicaciones. La gestión puede calificarse de "artesanal" en el mejor de los casos.

Tres décadas más tarde, la imagen del monumento no puede ser más diferente. La Alhambra de 2014 poco tiene que ver con la de hace tres décadas. La declaración de Patrimonio Mundial por la Unesco, el decreto de transferencia del monumento a la Junta de Andalucía y la aprobación de la Ley de Patrimonio Histórico nacional un año antes marcaron el inicio de una nueva etapa para la Alhambra. La joya de la corona del patrimonio granadino ya era por entonces uno de los monumentos más visitados de España -sólo lo superaba el Museo del Prado-, pero aquellos tres hitos le permitirían, 30 años más tarde, trascender su papel de polo de atracción turística para convertirse en un ejemplo de gestión y de conservación patrimonial que ha dado la vuelta al mundo.

En tres décadas con el sello de Patrimonio Mundial, la Alhambra ha duplicado el número de visitantes. La directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, María del Mar Villafranca, confirma que los 2,3 millones de visitantes que recibió el monumento en 2014 suponen el doble de los que recibía de media antes de la declaración de la Unesco. Teniendo en cuenta que el monumento tiene un tope de visitas anual para garantizar que la explotación turística no comprometa la conservación de los espacios más delicados, la línea ascendente que han experimentado las visitas es todavía más apreciable. "Desde el año 1984 hemos crecido un cien por cien, porque por aquel entonces no teníamos ni un millón de visitantes". Este fenómeno, sin embargo, no sólo puede atribuirse a la declaración, que sin duda contribuyó a la proyección del monumento. También han jugado un papel esencial los cambios del modelo y el acceso de las clases medias a los mercados turísticos.

"Desde que fue declarada Patrimonio Mundial, la Alhambra ha registrado un flujo ascendente de visitas. Y a partir de 1992 hay una segunda línea creciente", indica Villafranca. Desde el año 2000, la llegada de turistas a la Alhambra se ha mantenido prácticamente estable, con una oscilación media del 2%. "Es un efecto razonable, con la consolidación del modelo nos acercamos a los dos millones de visitantes", una cifra sostenible teniendo en cuenta que la máxima capacidad de carga del monumento está fijada en los 2,7 millones de visitas al año.

Desde hace unos años, el monumento busca diversificar los medios de visita, adaptando varias modalidades para seguir creciendo sin sobrepasar esa carga. "Hemos dado un paso adelante siendo permeables a determinados mercados", explica Villafranca, que pone como ejemplo la creación de una visita 'Alhambra esencial' para los viajeros de cruceros o los turistas de la tercera edad que no pueden realizar, por falta de tiempo o fuerzas, la ruta completa. Eso, además de las distintas entradas combinadas y especiales que se han incorporado a la oferta del monumento en los últimos años y que ahora dan un nuevo salto con la Dobla de Oro y las visitas combinadas al Corral del Carbón, El Bañuelo, el Palacio de Dar-al-Horra y la Casa Morisca del Horno de Oro.

En 30 años han aumentado las visitas y también se ha multiplicado el presupuesto. De hecho, hace sólo una década, cuando Villafranca fue nombrada directora del Patronato, la Alhambra contaba con un presupuesto de 13 millones de euros, la mitad que en la actualidad, cuando se ha fijado unos fondos (basados en la recaudación del monumento), de 27 millones.

La profesionalización de la gestión es, sin duda, lo que ha permitido a la Alhambra dar un salto cualitativo en los últimos 30 años. Uno de los responsables políticos que vivió en primera persona la declaración como Patrimonio Mundial y los cambios en la administración del monumento fue Javier Torres Vela, por entonces consejero de Cultura de la Junta de Andalucía. "La gestión de la Alhambra es la historia de un éxito. Tras la declaración y la transferencia a la Junta se puso en marcha un mecanismo de gestión que ha sido modélico: se separó la gestión del bien de interés cultural de la representación política mediante la creación de la figura del director del Patronato; y se puso en marcha un modelo de corresponsabilidad de las administraciones". El ex consejero recuerda que antes de que se tomaran todas estas medidas, la gestión de la Alhambra era "artesanal, poco profesional, con una gestión de andar por casa y sin un plan estratégico de conservación".

Cambiar aquel modelo no fue fácil e incluso generó rechazo en la sociedad granadina. Eso lo sabe bien Mateo Revilla, comisario de la Alhambra en 1985 y primer director del actual Patronato durante 19 años. El día en el que se prohibió el paso de los vehículos hasta el recinto, en 1991, la Alhambra dio la vuelta al país. Revilla recuerda bien que aquel día el informativo de Jesús Hermida abrió con los bombardeos de la Guerra de Irak y la controvertida medida impuesta por el monumento granadino. "Costó mucho trabajo", asegura Revilla, que recuerda que la iniciativa no sólo respondía a criterios de preservación, sino también a la implantación de un modelo que perseguía cambiar la percepción de la Alhambra como un conjunto de palacios por el de ciudadela.

Revilla -que asegura que el reconocimiento de la Unesco fue positivo, pero que la Alhambra ya tenía "fuerza y significado" que lo sobrepasaban-, indica que la declaración sí que fue clave para cambiar ese concepto, al hablar por primera vez de "sitio". "La Alhambra corría el riesgo de reducirse a una serie de palacios, así que casi toda nuestra acción iba destinada a superar esa idea". Una de las medidas que se adoptaron entonces y que han permitido a la Alhambra ser lo que es hoy fue el alejamiento del punto de entrada al monumento, que pasó de estar en la Puerta del Vino a su ubicación actual, obligando al visitante a "recorrer paisaje, espacio urbano y ruinas" para que fuera consciente de "todo lo que tenía que ver". También se hizo más compleja la entrada a la Alcazaba, que desviaba al visitante a través del patio de armas. "Todo esto ayudó a percibir la Alhambra como conjunto más allá de la arquitectura", indica Revilla, que también destaca la recuperación de las huertas, las paratas y la recuperación de los albercones. Desde entonces, con ese cambio de concepto que ahora se ha llevado a su máximo exponente, se cambió para siempre el modelo de visita, que estaba "demasiado determinado por las agencias de viajes", que querían una entrada y una salida rápidas.

La idea de área de influencia, del entorno de la Alhambra, deriva de esa declaración de la Unesco, que se plasmó tanto en el Plan Especial Urbanístico de Protección como en el Plan Director y que permitió poner freno a "la tensión urbanística en el entorno de la Alhambra" -el mejor ejemplo fueron los Alixares-, recuerda Villafranca.

Otro de los hitos del monumento fue la regulación de los itinerarios a partir del año 1996. En 1992, la exposición de Artes Islámicas que acogió el monumento llevó al límite la capacidad de asunción de visitas del monumento, lo que puso en alerta a sus responsables. Cuatro años más tarde, esa preocupación se traduciría en la construcción del parking de la Alhambra y en el establecimiento de unos itinerarios regulados que han sido ejemplo para monumentos como la Pedrera o la Torres de Hércules. "Fue una medida muy valiente, pionera y muy valorada por la Unesco", indica la directora del Patronato.

La Alhambra sigue mirando al futuro y abundando en esa idea de conjunto. Además de los monumentos que se incluyen en el proyecto Dobla de Oro, el Patronato está trabajando en un nuevo itinerario de los jardines y la colina, que responde a una "demanda real" de los visitantes trasladada por el propio Ministerio de Cultura. Dejando a un lado los dos grandes proyectos del atrio y Torres Bermejas (una obra cuya primera fase comenzará en 2015 y que espera iniciar la segunda fase acto seguido), la gran "esperanza" del Patronato es la valoración del entorno paisajístico de la Alhambra. En esa línea de trabajo se incluyen tanto la puesta en valor progresiva del Cerro del Sol, que pasaría por la investigación y ordenación de los restos arqueológicos para su visita y la puesta en marcha de rutas de senderismo; como la declaración de Bien de Interés Cultural del Valle del Darro, un "entorno muy frágil totalmente unido a la Alhambra" que cuenta con huertas y molinos. La directora del Patronato explica que el expediente está a punto de incoarse, lo que permitiría realizar un inventario de usos y costumbres y gestionarlo para su uso y disfrute. "Tenemos una ilusión muy grande con este proyecto. El Valle del Darro está a diez minutos de Puerta Real, los granadinos deben conocerlo".

Administrativamente, la Alhambra afronta el reto de reajustar la fórmula actual para convertirse en una agencia de régimen especial", una transformación que permitirá, entre otras cosas, contar con "profesionales más cualificados y optimizar la obtención de recursos" mediante la explotación directa de ciertos activos.

Hay cosas que no cambian por mucho que pasen los años. Si la Alhambra, que cumple hoy su 30 aniversario como Patrimonio Mundial, es el mejor ejemplo de evolución, el Albaicín, que cumple 20 en diciembre y que se une a la celebración, es la mejor muestra de estancamiento. Jesús Quero, alcalde de Granada en 1994 e impulsor de la declaración como Patrimonio Mundial del barrio, recuerda la intrahistoria de un reconocimiento que podría haber supuesto una revolución turística. Quero asegura que fueron los consejos de Federico Mayor Zaragoza, por entonces director general de la Unesco, los que hicieron posible que el Albaicín entrara en el listado del Patrimonio Mundial. "En 1992 acababa de caer el Muro de Berlín, así que la Unesco estaba recibiendo una avalancha de candidaturas de los países del Este de Europa y había impuesto unos criterios muy restrictivos". Mayor Zaragoza sugirió al Ayuntamiento que, en lugar de abrir un expediente nuevo, pidiera la ampliación del perímetro de protección de la Alhambra.

Tras un año y medio de gestiones, la Unesco aprobó en diciembre de 1994 la inclusión del Albaicín en la lista de Patrimonio Mundial. Catorce años más tarde de un primer intento fallido, el Ayuntamiento de Granada pudo celebrar con gran satisfacción un reconocimiento que conllevaba unas "perspectivas de mejora" del barrio sin precedentes. Sin embargo, 20 años después ha quedado claro que esa declaración no ha sido tan positiva para el Albaicín como lo fue para la Alhambra. Quero, que salió de la Alcaldía en mayo de 1995, lamenta que en estas dos últimas décadas "no se haya aprovechado el enorme impulso de la declaración". La falta de seguridad, los problemas de accesibilidad y de habitabilidad de un barrio que necesita un plan de inversiones que nadie pone en marcha, son las mejores muestras de que el Albaicín es el 'hermano pobre' de la Alhambra.

Juan Luis Álvarez, que fue concejal de Cultura en 1984 y que ha estado ligado a la Federación de Hostelería durante los últimos 20 años, confirma que, aunque la declaración "le ha venido muy bien turísticamente a los dos enclaves", en el caso del Albaicín, "no se ha avanzado". "El barrio, en beneficio de todos, necesitaría más intensidad y responsabilidad por parte de las administraciones", asegura Álvarez.

Javier Torres Vela critica que "por miserabilidades de la política" el barrio no sea capaz de salir adelante. "Las administraciones tienen que ser capaces de levantar la mirada y elaborar un plan estratégico para el barrio". Pero en su lugar, el ex consejero denuncia que "cada actuación que se quiere hacer es un problema".

Jesús Quero tiene claro cuál tendría que ser el modelo a seguir para reflotar el barrio. La recuperación del Realejo, que comenzó durante su mandato como alcalde, podría sentar las bases de la recuperación del Albaicín. "Creo que la mejor manera de conservar un barrio es vivirlo". En los últimos 20 años se ha dotado al Realejo de equipamiento capaz de atraer a visitantes y granadinos -el teatro Alhambra o el Centro de Lenguas Modernas-, y de un parking que garantiza su accesibilidad y se ha llevado a cabo una política de rehabilitación que lo ha hecho más habitable. "Ese es el modelo que habría que seguir en el Albaicín". El barrio, según Quero, necesita una política de rehabilitación de vivienda que atraiga a la población, una mejora sustancial de equipamiento cultural, una estrategia de "mimo" a cualquier alternativa empresarial y, sobre todo, una solución a la accesibilidad.

Quero recuerda que zonas históricas como Toledo o Lisboa han habilitado medios para facilitar el acceso a los visitantes y vecinos, como escaleras mecánicas, ascensores o tranvías. El Albaicín, recalca Torres Vela, requiere un compromiso férreo de las administraciones para que estén a la altura de un barrio "único en sus características y en su diálogo con la Alhambra".

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