LAS OBRAS DE CARTUJA COLAPSA A DIARIO EL ACCESO ESTUDIANTES AL CAMPUS
IDEAL.ES
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La Universidad pide paciencia a los alumnos y les solicita que dejen el coche en casa para facilitar la movilidad en hora punta
Cientos de estudiantes ya no saben qué hacer para llegar puntuales a clase. Las obras del campus de Cartuja de la UGR
continúan y colapsan el acceso a esta zona universitaria de lunes a
viernes, especialmente desde que el pasado 27 de octubre se cortara
parte de la calzada que da acceso a las facultades, reduciendo
sensiblemente el número de plazas de aparcamiento. La solución que
plantean Delegación de Estudiantes, Universidad y Ayuntamiento es común:
dejar el coche en casa.
Pero una desconfianza mutua de los unos en los otros impide que la movilidad ciudadana funcione mejor. Los estudiantes que viven lejos del campus de Cartuja renuncian a dejar utilizar el transporte público porque «no funciona bien». La Universidad insiste en que cuantos más coches se introduzcan en el interior del recinto más complicado será que los autobuses públicos cumplan con su frecuencia de paso. Una espiral cuya única solución, por el momento, es esperar hasta diciembre, cuando está previsto que finalicen las obras.
Los centros escolares próximos a la zona no favorecen que la circulación pueda ser más fluida en el campus, en especial el colegio Jesús-María Cristo de la Yedra, que se sitúa al pie de la entrada de Cartuja llegando desde la Carretera de Murcia. Además, en las proximidades se sitúan otros colegios e institutos que llenan la zona de coches de padres a la entrada y salida de los escolares.
«Se veían venir estos problemas porque los atascos ya existían antes de que llegaran las obras», reconoce el coordinador de la Delegación de Estudiantes, Gorka Martínez. La queja también viene porque se invirtió el sentido de la circulación en el campus de Cartuja sin un aviso masivo que permitiera evitar el desconcierto con el que se accede a diario a los centros. Martínez insiste en que una de las soluciones para evitar las colas sería el uso del coche compartido para llegar hasta la Universidad, la utilización del transporte público o el viaje a pie. No obstante, reconoce que es complicado ponerlo en práctica.
A la espera de que los estudiantes recojan el guante para utilizar otros métodos de transporte de acceso a las facultades, la UGR pide paciencia por los atascos y asegura que las obras no se dilatarán más allá del mes de diciembre. «Poco más podemos hacer. Es complicado buscar una alternativa para la circulación», reconoce María Begoña Moreno, vicerrectora de Infraestructuras, quien considera que la peculiaridad de este campus, que solo cuenta con dos accesos, impide buscar alternativas.
El área de Movilidad del Ayuntamiento plantea otra alternativa para acabar con las colas: la restricción de la entrada de los vehículos privados a la zona que se encuentra en obras facilitaría que los autobuses universitarios pudieran cumplir con la frecuencia prevista. La Rober ha reducido a cuatro minutos -un minuto menos que la LAC- el paso en hora punta de las líneas U2 y U3, pero los autobuses se encuentran con el problema de que cuando acceden al campus quedan colapsados por los coches y no pueden llegar a su parada a tiempo, con el consecuente trastorno de la frecuencia. Telesfora Ruiz, concejala de Movilidad, entiende que el refuerzo de los autobuses «es inútil» si no se priva el acceso al vehículo privado.
A la espera de una solución, el Ayuntamiento de Granada envía de lunes a viernes Policía Local al Campus en torno a las ocho de la mañana para que la llegada de los estudiantes a las facultades de Cartuja sea más accesible.
Pero una desconfianza mutua de los unos en los otros impide que la movilidad ciudadana funcione mejor. Los estudiantes que viven lejos del campus de Cartuja renuncian a dejar utilizar el transporte público porque «no funciona bien». La Universidad insiste en que cuantos más coches se introduzcan en el interior del recinto más complicado será que los autobuses públicos cumplan con su frecuencia de paso. Una espiral cuya única solución, por el momento, es esperar hasta diciembre, cuando está previsto que finalicen las obras.
Los centros escolares próximos a la zona no favorecen que la circulación pueda ser más fluida en el campus, en especial el colegio Jesús-María Cristo de la Yedra, que se sitúa al pie de la entrada de Cartuja llegando desde la Carretera de Murcia. Además, en las proximidades se sitúan otros colegios e institutos que llenan la zona de coches de padres a la entrada y salida de los escolares.
«Se veían venir estos problemas porque los atascos ya existían antes de que llegaran las obras», reconoce el coordinador de la Delegación de Estudiantes, Gorka Martínez. La queja también viene porque se invirtió el sentido de la circulación en el campus de Cartuja sin un aviso masivo que permitiera evitar el desconcierto con el que se accede a diario a los centros. Martínez insiste en que una de las soluciones para evitar las colas sería el uso del coche compartido para llegar hasta la Universidad, la utilización del transporte público o el viaje a pie. No obstante, reconoce que es complicado ponerlo en práctica.
A la espera de que los estudiantes recojan el guante para utilizar otros métodos de transporte de acceso a las facultades, la UGR pide paciencia por los atascos y asegura que las obras no se dilatarán más allá del mes de diciembre. «Poco más podemos hacer. Es complicado buscar una alternativa para la circulación», reconoce María Begoña Moreno, vicerrectora de Infraestructuras, quien considera que la peculiaridad de este campus, que solo cuenta con dos accesos, impide buscar alternativas.
Intenciones y alternativas
La intención de decenas de estudiantes preguntados por este diario no
es dejar el coche aparcado en la casa y llegar a las facultades en
bicicleta, autobús o a pie. Los universitarios admiten que esta
propuesta es viable en otras zonas universitarias de Granada, pero no en
Cartuja, en donde aseguran que es complicado acceder a las zonas más
altas en bicicleta o a pie. «¿Pretenden que subamos a las ocho de la
mañana en bici a la facultad de Psicología?», cuestiona una estudiante.El área de Movilidad del Ayuntamiento plantea otra alternativa para acabar con las colas: la restricción de la entrada de los vehículos privados a la zona que se encuentra en obras facilitaría que los autobuses universitarios pudieran cumplir con la frecuencia prevista. La Rober ha reducido a cuatro minutos -un minuto menos que la LAC- el paso en hora punta de las líneas U2 y U3, pero los autobuses se encuentran con el problema de que cuando acceden al campus quedan colapsados por los coches y no pueden llegar a su parada a tiempo, con el consecuente trastorno de la frecuencia. Telesfora Ruiz, concejala de Movilidad, entiende que el refuerzo de los autobuses «es inútil» si no se priva el acceso al vehículo privado.
A la espera de una solución, el Ayuntamiento de Granada envía de lunes a viernes Policía Local al Campus en torno a las ocho de la mañana para que la llegada de los estudiantes a las facultades de Cartuja sea más accesible.
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