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Un estudio realizado por la Universidad de Granada expone que los sistemas de calefacción empeoran la calidad del aire en otoño e invierno
La reorganización del transporte público de la capital y la
implantación de la Línea de Alta Capacidad (LAC) ha conseguido reducir
la contaminación en Gran Vía. Un estudio elaborado por la Universidad de
Granada, al que ha tenido acceso IDEAL, concluye que existe una
reducción de las partículas contaminantes en el aire del 33% y una caída
de los niveles de hollín del 37%.
En el análisis realizado por la UGR se añade que las principales actuaciones encaminadas a reducir los parámetros de contaminación en Granada y el Área Metropolitana «deben ir en la línea de reducir las emisiones debidas al tráfico y a las calefacciones, así como a las emisiones producidas por la quema de biomasa, en sistemas de calefacción o en la eliminación de residuos agrícolas en zonas de la Vega». La estación de Granada Norte, ubicada en la avenida Luis Miranda Dávalos, la de Armilla y la situada en la explanada del Palacio de Congresos son los tres puntos en los que se han analizado los niveles de contaminación entre 2010 y 2015.
Varios estudios anteriores también muestran que la crisis ha jugado a
favor del aire de Granada. La evolución media diaria de hollín tiene
una «disminución significativa en el año 2008 durante las horas de
tráfico más intenso», lo que permite argumentar que las dificultades
económicas en las familias para hacer frente al consumo y mantenimiento
de vehículos han sido determinantes.
El análisis de tendencias refleja una disminución a lo largo de los
últimos 15 años de gran parte de los contaminantes analizados y se insta
a que las mejoras de los próximos años incluyan una reducción «del
número de vehículos, así como la utilización de coches o autobuses con
tecnologías más limpias». Además, plantea ir más allá de la
transformación del sistema de transporte público y aconseja una
«optimización y reordenación», para que el impacto provocado por la LAC
en Gran Vía o Reyes Católicos se extienda a otras vías de la ciudad.
En lo referente a las calefacciones, los investigadores entienden que es necesario realizar un inventario de los sistemas que hay en la capital y el Área Metropolitana. «El fomento de sistemas de calefacción y agua caliente basados en energía solar, así como la revisión periódica de los sistemas de calefacción domésticos, pueden contribuir a minimizar sus emisiones a la atmósfera», explica el estudio.
Acerca de la quema biomasa, se señala que existen «estudios recientes» que sugieren la necesidad de regular los sistemas de combustión de biomasa para calefacción, industrial o doméstica, por la contaminación que estos generan. También argumentan los investigadores que la quema de residuos agrícolas al aire libre «debe de regularse, prohibiéndose en condiciones atmosféricas de estabilidad, que puedan favorecer el estancamiento de estas emisiones en la capas bajas de la atmósfera».
En el análisis realizado por la UGR se añade que las principales actuaciones encaminadas a reducir los parámetros de contaminación en Granada y el Área Metropolitana «deben ir en la línea de reducir las emisiones debidas al tráfico y a las calefacciones, así como a las emisiones producidas por la quema de biomasa, en sistemas de calefacción o en la eliminación de residuos agrícolas en zonas de la Vega». La estación de Granada Norte, ubicada en la avenida Luis Miranda Dávalos, la de Armilla y la situada en la explanada del Palacio de Congresos son los tres puntos en los que se han analizado los niveles de contaminación entre 2010 y 2015.
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En lo referente a las calefacciones, los investigadores entienden que es necesario realizar un inventario de los sistemas que hay en la capital y el Área Metropolitana. «El fomento de sistemas de calefacción y agua caliente basados en energía solar, así como la revisión periódica de los sistemas de calefacción domésticos, pueden contribuir a minimizar sus emisiones a la atmósfera», explica el estudio.
Acerca de la quema biomasa, se señala que existen «estudios recientes» que sugieren la necesidad de regular los sistemas de combustión de biomasa para calefacción, industrial o doméstica, por la contaminación que estos generan. También argumentan los investigadores que la quema de residuos agrícolas al aire libre «debe de regularse, prohibiéndose en condiciones atmosféricas de estabilidad, que puedan favorecer el estancamiento de estas emisiones en la capas bajas de la atmósfera».
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