Cochinos en una explotación de cebo de campo situada en el término municipal de La Parra, en la comarca de Zafra /
BRÍGIDO
La gran crisis de 2007 a 2013 redujo drásticamente el sector, que
ahora se agarra a la prudencia y valora el papel controlador y de
transparencia de la norma de calidad del ibérico
Estamos en el camino correcto para recuperar la estabilidad perdida
aunque las cifras de antaño nunca las volveremos a ver». En tono
pausado, pensando cada palabra, Elena Diéguez disecciona así, sin
euforia pero con prudente optimismo, el pulso que tiene el porcino, sector clave para la región
no solo desde el punto de vista económico sino también el social por lo
que significa para fijar población rural. Diéguez representa a los
ganaderos del ibérico puro (Aeceriber) pero su afirmación la suscribe,
con distintos matices, cualquier productor de cebo o industrial. También
las organizaciones agrarias.
El sector está bien pero sin profundizar en más historias», añade,
dejando la duda en el aire y echando mano de un acentuado escepticismo,
Antonio Prieto, secretario de ganadera de UPA-UCE. «Estamos en un buen
momento. La oferta del producto terminado es muy inferior a la demanda.
Por eso existe esa demanda y también se han pagado buenos precios»,
asume Jaime García, director comercial de Montesano Extremadura,
asentada en Jerez. «La situación es de incertidumbre. Todo depende de
cómo vaya la economía del país porque lo que son las exportaciones aun
no dan para muchas alegrías», resume finalmente José Carretero,
veterinario y productor de cerdo ibérico con explotación en La Parra
(1.300 vecinos, comarca de Zafra).
Tras sufrir una crisis brutal entre 2007 y 2013,
que arrasó explotaciones e industrias, el porcino extremeño vive meses
en los que se juntan la prudencia y un apreciable ánimo. Dos
sentimientos basados en la evidencia de que la caída en picado se ha
frenado y los números empiezan a cuadrar. Ya es costumbre ver anuncios
en el Diario Oficial de Extremadura
solicitando la autorización ambiental para poner explotaciones de cebo,
proyectos que habían desaparecido de las ventanillas de la
Administración desde el inicio de la gran crisis del porcino.
Así, por ejemplo, la cantidad de animales que fueron a la última montanera se ha disparado. En esta campaña se han destinado 670.000 cerdos en todo el país.
Entre un 20 y un 30% más que la anterior. De esos 670.000, unos 250.000
son de Extremadura. Hace tres años en España se mandaron a bellota
300.000.
La otra referencia positiva son los precios,
con niveles razonables, incluidos los de los animales que han ido a
denominación de origen, salvo en el caso de los lechones (que son los de
menos de 23 kilos).
fotogalería
Dos trabajadores de una finca echan piensos a los cerdos /
BRÍGIDO
«Los grandes cebaderos han ganado más que nunca con los lechones,
casi un 30% más sobre su tope histórico, pero ese beneficio no se ha
trasladado a los productores de lechones. Hemos conseguido que en la
Lonja se cree una nueva mesa de precios para los lechones para cambiar
esa situación», especifica Javier Solano, presidente de la Asociación de
Productores del Cerdo Ibérico en Extremadura.
Con todo, Solano destaca de forma general que el consumo se ha
recuperado y la exportación mejora, aunque casi todo el mercado
extremeño siga siendo nacional. Además, incide, las perspectivas de
consumo y de demanda siguen siendo positivas porque no hay stock de
productos y tampoco muchos animales.
«Estamos en un momento de transición. ¿Consolidación?. No la va a
haber nunca por las circunstancias propias del sector, la producción del
porcino y porque debemos afrontar nuevos retos, sobre todo el de ganar
estructura y mejoras genéticas», introduce como reflexión más mesurada
Florencio Torres, ganadero e industrial con su empresa Jamón y Salud,
que ha desarrollado un modelo de tiendas franquiciadas para vender sus
ibéricos.
Para Torres, el sector está concentrándose,
«como todo el comercio mundial». Las grandes empresas ya lo estaban y
las pequeñas explotaciones, en el caso de las de cebo, «o se asocian
para crecer o desaparecen. Hoy una explotación de cebo de 2.000 cochinos
ya es pequeña».
La producción, en el caso de los ganaderos, se ha estabilizado aunque
se siguen observando grandes diferencias de rentabilidad entre las
explotaciones productoras de lechones y las de cebo, en perjuicio de las
primeras. En el caso de los industriales, «aquellos ibéricos de calidad
con marcas bien implantadas y de prestigio, lo normal es que vayan a
más», añade Carretero.
Las dos visiones, la del ganadero y la del industrial, se ven condicionadas por un nuevo escenario normativo en España. Tras años reclamando más claridad y control en el porcino, la norma de calidad del ibérico
ya está vigente, después de dos años de transición. En teoría para
beneficio del consumidor y de los que producen cerdos de bellota y de
cebo de campo (en extensivo pero también alimentados con pienso, que es
lo que abunda en nuestra región). El seguimiento de la norma no es
obligatorio. Se puede entrar o no en ella aunque, en el caso de los
ganaderos, cada vez son más los que la siguen.
De forma general, la norma es valorada aunque se le achaquen algunos
defectos. «La norma aporta mayor transparencia, más control y más
profesionalidad en el sector. En todo caso, yo hubiera sido más exigente
en algunos aspectos para acercarse más a la forma tradicional del
porcino en la dehesa de Extremadura», opina el directivo de Montesano.
«Si la norma funciona se dispara también el precio de un guarro que
va a la denominación de origen. La industria extremeña está aprendiendo a
vender y tenemos un producto muy limitado y de alta calidad. Soy
optimista», agrega Álvaro Rivas, director técnico de la D. O. Dehesa de
Extremadura. Aquí 60 industrias y 450 ganaderos certifican sus
productos.
En cambio, otras voces son más críticas respecto a la norma de calidad.
«La sensación es que nos hemos dejado robar la cartera pues hay
ganaderos que si les valiera saldrían de la norma, no por no cumplirla,
que ya la cumplen, sino porque se ven aventajados por aquellos que sin
cumplirla en el mismo grado llegan en las mismas condiciones a su
destino», comenta Carretero.
Además, dice, «con las entidades de inspección se está viendo que
existen muchas lagunas que, como siempre, quien se ve más perjudicado es
el ganadero tradicional». Se refiere a que una entidad de inspección,
Insecal, ha dejado de tener esa condición al percibirse que no ha
seguido el procedimiento correcto de certificación en varios casos.
Se la ha retirado la Asociación Española para la Calidad,
la competente en este asunto de vital importancia para la compraventa
en el sector porcino. La entidad de inspección es la encargada de
certificar, entre otros aspectos, la raza, la edad, o la alimentación de
un cochino. Sin esos imprescindibles certificados, los ganaderos no
pueden vender.
Sistema Ítaca
Insecal se encargaba de más del 50% de las inspecciones que se
realzaban en España, un porcentaje algo menor en la región. «El problema
es evidente porque ahora los ganaderos no pueden vender sus cochinos
pero creo que en este mes de junio estará resuelto y se podrá hacer a
través de otra entidad inspectora», tranquiliza Solano.
Para este ganadero ese último obstáculo administrativo no le quita
especialmente el sueño después de haber padecido una crisis «tremenda de
la que se ha empezado a salir. Ahora, la situación es estable frente a
algunas voces que auguran que la crisis del porcino está cerca. No tengo
esa impresión», sentencia.
«No tengo tan claro que pueda haber una nueva burbuja del porcino. El
sistema Itaca y lo que significa de control es muy positivo. Además, el
mercado es el que es y la gente no se va a volver loca», coincide en
este debate Prieto, de UPA-UCE.
Como ha informado HOY, Ítaca contiene toda la información sobre las producciones de ibérico y sus actores:
ganaderos, mataderos e industrias. Maneja explotaciones, reproductores,
lotes de lechones nacidos, animales en engorde, mataderos, lotes de
animales sacrificados y número de canales aptas. Los ganaderos informan
en Ítaca del inicio de engorde, de los lotes de alimentación y comunican
la salida a sacrificio de esos lotes indicando la fecha, el matadero de
destino y el consignatario o industria de destino de las canales.
En Ítaca también están los mataderos, con lo que se incorporaran al
sistema el número de piezas identificadas con precintos de norma de
calidad por categoría de alimentación y raza, así como las industrias de
destino de las piezas. Técnicos de Asici (Asociación Interprofesional
del Cerdo Ibérico, donde están ganaderos, industria y organizaciones
agrarias) han realizado visitas a explotaciones para verificar la
información que los productores han comunicado a ese sistema de control.
El número de explotaciones registradas en Ítaca era de 13.384 según la
última información hecha pública.
Desde la entrada en vigor de la norma de calidad (2014) Asici ha
informado a las comunidades autónomas y al Ministerio de Agricultura de
los precintos colocados en las piezas aptas para la normativa.
En 2015 se estamparon 5.591.738 precintos de jamones frente a los
4.783.354 del año 2014, un 16,89% más. De ellos, 412.678 fueron jamones
de bellota cien por cien ibérico; 567.145 bellota ibérico; 1.155.473 de
cebo de campo y 3.456.442 jamones de cebo ibérico. Todas las categorías
suben con respecto al 2014, destacando el incremento de un 39% en los
jamones de bellota cien por cien ibéricos y de un 80% en los de cebo de
campo.
Lo básico en el nuevo escenario del porcino, y tras la gran criba
sufrida en el sector, es seguir apostando por un determinado modelo
basado en la mejora genética, abrir buenas redes de comercialización y
aumentar el músculo de las explotaciones. Es el pensamiento esbozado por
Florencio Torres.
«Un ganadero sin muchas pretensiones podrá seguir adelante mientras
haya bellota, siga la PAC para mantener juntos a vacas y cerdos en una
finca y tengas una explotación de 150 cochinos. Pero un ganadero ya no
puede llevar la vida contemplativa de antes. El sector requiere
cambios», incide este industrial/ganadero.
Hay que comprar
«Va a haber demanda del cerdo de bellota. Ese sector del mercado
siempre existirá. Y el mayor activo que tenemos es la dehesa, con
permiso de la seca, pero los productores tradicionales de cebo en
Extremadura están en una situación complicada con el nuevo panorama que
tenemos, con, entre otras cosas, cadenas de alimentación metidas ya a
productoras de ibérico», aclara el dueño de Jamón y Salud.
José Carretero, con cerdos ibéricos puros para la próxima montanera /
BRÍGIDO
«La única producción que se ha revalorizado en condiciones es la del
cerdo de bellota. El cebo de pienso también lo hizo en la mitad de 2015
pero en la última parte del año muchos ganaderos mandaron sus cerdos a
bellota ante mejores perspectivas y la entrada de grandes productores en
el cebo», comenta en la misma línea la secretaria técnica de Aeceriber,
quien sentencia que el cerdo de bellota tiene más salida que el de cebo
y la tendencia inexorable es la de agrupamiento de las explotaciones y
desaparición de otras.
«El cebo de campo tendría que ser la punta de lanza de Extremadura.
Solo se puede hacer aquí. Se puede discutir mayor o menor carga ganadera
pero impulsarlo en cualquier caso. O se valoriza el producto o lo
tenemos crudo. Hoy el cerdo intensivo compite de una manera tremenda con
nuestros productores y esa batalla la tenemos perdida», reflexiona
Prieto, de UPA-UCE.
Diéguez apunta otro aspecto favorable en el mercado. «Hay capacidad
de la industria para comprar y también hay necesidad. Está obligada a
comprar aún no sabiendo el nivel de consumo. Ahora no hay jamones de
bellota y el resto de existencias están casi agotadas porque hace tres
años se cerró el grifo», concluye la dirigente de la Asociación Española
de Criadores del Cerdo Ibérico, que agrupa a más de 2. 000 criadores.
La asociación, con sede en Zafra, gestiona el libro genealógico que
garantiza la conservación de reproductores en las explotaciones
dedicadas a la cría en pureza y selección de la raza ibérica. «Yo no
lanzaría las campanas al aire. Algunos indicadores de la Lonja de
Extremadura nos dicen que los precios ya están bajando porque empieza a
haber más animales vivos y también más producto terminado. No se debería
caer en los errores del pasado», finaliza Jaime García.
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