CAMBIO FURGONETA POR AUTOCARAVANA EL SUR

Los cuatro miembros de la familia viven en el aparcamiento del recinto ferial de la localidad. / Mari Carmen Jaime

• Una familia de Fuengirola lleva un año durmiendo en una Ford Transit por falta de recursos económicos

• Los Gutiérrez ponen un anuncio en Internet para que alguien les ayude a adquirir un vehículo en el que «vivir dignamente»

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A la familia Gutiérrez no le ha quedado más remedio que convertir una antigua Ford Transit en su hogar. Desde hace casi un año, Ricardo y Fátima no saben lo que es dormir en un colchón ni ducharse en un baño propio. Empujados por los problemas económicos y la falta de trabajo, este matrimonio con dos hijos ha tenido que adecuar una vieja furgoneta con más de 25 años como una vivienda. Desde entonces residen en el recinto ferial de Fuengirola en un habitáculo de apenas dos metros cuadrados.
Antonio y Ricardo, los niños, deben dormir sobre el maletero, y ellos en donde antes estaban los asientos traseros, que han sustituido por unas mantas. Para hacer de comer disponen de un pequeño hornillo, por lo que sólo pueden comprar cosas precocinadas. Y para ducharse no les queda más opción que ir a la playa o, en el mejor de los casos, a un gimnasio cercano que les permite el acceso. Un ‘nuevo hogar’ que les ha sumido en una gran depresión y les ha llevado a lanzar un SOS por Internet: solicitan ayuda para poder adquirir una autocaravana que les permita «vivir dignamente».

Anuncio colgado en Internet. / SUR

En realidad, esta familia no estaba acostumbrada a grandes excesos. Desde hace quince años vivían en una autocaravana bastante más amplia, con cocina propia, baño y salón. Para ellos –aseguran– era su forma de vida ideal, ya que les permitía recorrer el mundo con los 647 euros al mes que gana Ricardo, que es la pensión que le quedó al prejubilarse de su empresa tras una vida dedicada al negocio inmobiliario. «Claro que he pensado alguna vez en tener una casa, pero con ese dinero no se puede tener nada mejor», confiesa.
Pero todo se truncó cuando a su llamativa Fiat Ducato se le rompió el motor. «Encontré uno de segunda mano por 300 euros, pero no tenía ese dinero para comprarlo», lamenta. Y por eso no le quedó más remedio que cambiársela a un conocido por la actual Ford Transit. «Nunca pensamos que íbamos a estar tan mal, pero no podemos ni ponernos de pie dentro», asegura su mujer. Desde que se vieron forzados a aceptar este cambio no han levantado cabeza. Apenas comen por dárselo todo a sus hijos y él ha comenzado a medicarse contra la depresión. «Así no podemos seguir, tenemos que salir del boquete como sea y por eso hemos puesto el anuncio en Internet», cuenta él. Confían en que alguien les ayude y ofrezca algo parecido a lo que tenían. No necesitan mucho. Aunque tampoco tienen nada que ofrecer, salvo la furgoneta en la que ahora viven. Fátima confía en que aparezca alguien que se apiade de su situación. «Sobre todo por los niños», trata de consolarse. El anuncio, que se ha colgado en la web de milanuncios.com se titula con un inequívoco ‘Familia necesita ayuda’.

Cocinan en un pequeño hornillo y se duchan en la playa o en un gimnasio que les permita el acceso

Los niños, mientas tanto, tratan de acoplarse a la nueva realidad con más entereza que el resto de la familia. Escolarizados en un instituto de la localidad, se esfuerzan por sacar buenas notas y en ir siempre de forma impecable a clase. «Hasta ahora nunca han tenido problemas, porque si nos tenemos que quedar sin comer para que ellos vayan aseados y limpios, lo haremos», dice el padre, a quien conocen en la zona como Cocodrilo Dundee. De momento nunca han tenido problemas con el centro escolar ni con el Ayuntamiento. «La policía se pone en nuestra piel y nos ayuda también en lo que puede», agradece.

Relaciones sociales

El cambio de ‘domicilio’ también les ha perjudicado a la hora de relacionarse con los demás. Ricardo dice que cuando vivían en la autocaravana tenían muchos amigos, pero que desde que sufrieron este traspiés ya no han vuelto a visitarles. «Ahora es como si se avergonzaran de nosotros, como si fuéramos peores personas», dice con nostalgia. Afortunadamente también hay gente que aún se apiada de ellos y les lleva comida o ropa. «El martes se acercó una señora y nos dejó una bolsa con ropa. ¡Mira! Es la que lleva mi mujer puesta hoy», explica.
Y por detalles como ese confía en que las nuevas tecnologías se pongan de su parte y salga un ángel que les ofrezca un hogar más digno. Como ellos no tienen Internet, la página se la gestionan unos amigos, que les mantienen al corriente de las novedades. Inicialmente lo pusieron en un foro de Facebook y ahora lo han publicitado en la web de anuncios por palabras. Ayer ya habían visitado la página 213 personas y tres habían visto el teléfono. «Me han dicho que hay una persona muy interesada, pero de momento no se ha puesto en contacto con nosotros». Todo sea por los dos niños.