Texto y Fotografías: Valeriano Morales González
He pasado cuatro días en Albuñol.
Me he alojado en una casa justo al lado de la plaza del ayuntamiento. He compartido estos días con mi amigo Cristóbal, natural de Albuñol. Vive en Gerona y pasa una buena parte del año en su pueblo. Contactamos en la Feria del Libro de Albuñol, me seguía por el Facebook…y, fue el principio de una buena amistad.
Desde Granada -donde resido actualmente-, cogí el autobús; el que sale a las 6:35h de la mañana y, pasa por todos los pueblos. Para a coger y dejar pasajeros en todos ellos… Llegué a La Rábita sobre las nueve y media. En la marquesina de la parada había un hombre sentado, le pregunto: hay autobús para ir a Albuñol, me dice que había uno, pero que lo han quitado. Sólo lo han dejado para la temporada de verano. Empezamos a hablar, le digo que soy de Polopos, (hubo un tiempo en que los médicos de La Rábita y de Polopos eran hermanos). Me dice que me puede llevar en su coche, vive enfrente. Yo, por supuesto, le digo que sí. Me pareció extraordinario que confiara en una persona desconocida. Durante el trayecto hablamos amigablemente de varias cosas: había estudiado magisterio, pero se había ganado la vida como camionero y, que le gustaba leer. Como llevaba tres ejemplares de mi libro: «Polopos Entre barrancos que miran al mar «le regalé uno y, se lo dediqué con gusto.
Por la tarde, acompañado de mi amigo Cristóbal. La dedicamos a conocer Albuñol: las casas de importancia, la historia, los personajes relevantes, donde vivieron…había una que me llamó la atención, la casa donde vivió «el Conejo», abogado muy famoso en toda la comarca; la casa donde se alojó Pedro Antonio de Alarcón en su viaje por la Alpujarra…
Los sitios que yo recordaba, cuando vine de niño con mi madre: el Barranquillo donde se hacía el Mercado y la Feria de Ganado. Las diferentes tiendas, a lo largo de la calle principal. La calle que sube después dejar la «botica» o farmacia; donde vivió un primo hermano de mi madre, -de segundo apellido Gándara como ella-.
Le contaba a mi amigo un hecho especial que me pasó en Barcelona. En Esparreguera (Barcelona) donde he vivido muchos años. Tengo un amigo que me contaba, que conoció a una chica de Albuñol. Estuvieron algunos años de novios y, que la seguía recordando a pesar de los años pasados. Él había venido a Albuñol a conocer a la familia de ella, me dijo que por parte de su madre eran de una familia -muy populares en Albuñol-.. Hablamos varias veces, una vez le digo que voy de vacaciones a Polopos y, que está muy cerca de Albuñol. Me dice, que si voy por Albuñol que ¡preguntara por ella…!
IGLESIA PARROQUIAL DE SAN PATRICIO
Se encuentra situada en el centro urbano de la localidad. Fue edificada en 1616 por el párroco Pedro Mercado, y luego reconstruida en 1803 por el arquitecto Juan de Mata Velazco. Se organiza a partir de una cruz latina con tres naves, 12 altares, dos torres y una bóveda en el presbiterio. En su interior se encuentra la imagen de San Patricio, santo irlandés cuya talla, según la leyenda, apareció en las redes de unos pescadores en un lugar llamado «Peñón De San Patricio» procedente de un naufragio de fieles irlandeses que huían de la persecución inglesa. Los pescadores montaron la imagen en un mulo, parando en Albuñol, donde quedó como patrón.
LAS ANGOSTURAS o Rambla de Aldayar
Al día siguiente nos levantamos temprano. Con mis amigos Cristóbal, su mujer Carmen y la perrita Bimba, nos fuimos hasta las Angosturas, -que está al final del pueblo a la izquierda-.Vamos subiendo por la rambla…como exploradores de la belleza, disfrutando de estas enigmáticas rocas, un cielo se adivina entre el estrechamiento final. Estas tierras, pobres en apariencia, ricas en minerales… Hay minas abandonadas, en alguna de las paredes se ve que habían sacado mármol.
Surgen manantiales en varios puntos de la rambla, paredes verticales, el agua se conduce por tubos para el riego.
Ramblas que rodean las poblaciones de Albondón y Albuñol en la Sierra de la Contraviesa, (Granada). Estos ríos secos han sido horadados a través de los siglos por las aguas que penetraban en las calizas y erosionaban el terreno formando estos especiales paisajes geológicos, únicos en la península Ibérica.
Un poco más abajo se juntan las dos ramblas de Albuñol. Antes de juntarse, una se desviaba hacia la derecha y, en la Riada de 1973 el agua se fue hacia las casas de esa zona; llevándose por delante tierras, árboles, casas y personas… Me cuenta mi amigo que ese dia: un matrimonio fue al médico a Granada y, cuando volvieron, se había llevado la rambla la casa con sus padres y sus hijas…
«El agua de la rambla se llevó todo lo superfluo de la vida y también lo esencial… Nos muestra la fragilidad de la existencia».
Esta zona, de mayor contenido histórico y geográfico, ya que incluye los yacimientos arqueológicos de mayor importancia de la Costa Tropical, la Cueva de los Murciélagos. Un entorno natural rocoso. La erosión del agua es la responsable de la la formación de este desfiladero, así como numerosas cuevas naturales y estrechamientos del camino.
«Como un río que no contento con reflejar las flores, los bosques, las casas de sus riberas, se llevara al océano la imagen de esas casas, de esos bosques…» (Alejandro Dumas).
Otro día, iniciamos diferente recorrido: (ALBUÑOL-MOLINO DE LAS ARCAS -CUESTA DE LAS CENAFRICAS -LAS ANGOSTURAS -LOS NARANJILLOS).
Dejamos el coche al lado del edificio del antiguo molino de las Arcas en la Rambla de Aldayar. Y, empezamos a subir, un poco hacia la izquierda entre invernaderos. La rambla se va quedando abajo. Las flores amarillas de las bolinas, de alguna retama, vinagreras…nos van alegrando la vista. De vez en cuando parada y, volver la vista hacia el mar -tan cercano-.
Por la cumbre se ven diseminados diferentes cortijos, algunos bien arreglados y conservados. Al llegar a cierta altura empezamos a bajar. Llegamos a un pequeño valle; una esplanada de tierra con almendros, algunos secos, por los años de sequía extrema. El suelo, tapizado de piedras redondas. Vamos viendo unas descaradas matas, con flores blancas decorando un bucólico cuadro natural son: «las alcaparras».
En el extremo están los muros de un antiguo cortijo, mirando dirección al barranco de las Angosturas. Hay apenas una vereda mal señalizada, que conduce a una pared rocosa, donde se adivina una cueva, y nos lleva a la «Cueva de los Murciélagos».
Al llegar a la rambla, hay un muro de piedras que sostiene mucha arena. Bajamos un poco para ver más de cerca la parte final de las Angosturas. Las rocas te envuelven y formas parte de ellas. Desayunamos y disfrutamos del silencio… las rocas amortiguaban los sonidos del canto de los pajarillos. Algunas plantas, buscando la luz del sol se atreven a crecer entre las rocas, para dar unas florecillas tímidas y hermosas. Después de desayunar subimos rambla arriba hasta «Los Naranjillos» donde hay unos huertos con árboles frutales como: cerezos, albaricoques, naranjos.. Un cerecillo, que se había salido de la valla del huerto, nos mostraba sus cerezas con las mejillas pintadas de rojo. Cogimos algunas y nos las comimos con deleite y agradecimiento. Después de las cerezas cogimos el camino de vuelta a Albuñol.
El último día que pasé en Albuñol. Como mis amigos tenían que ir al dentista, me levanté pronto y me fui sólo por: LA RUTA DEL CERRO DEL GATO.
Se inicia desde el propio núcleo urbano y, asciende hasta el Cerro del Gato, entre un paraje de gran tradición vinícola y almendros, que hace disfrutar al visitante de magníficas vistas de La Contraviesa, Sierra Nevada y el Mediterráneo e, intuye las montañas del Atlas. En sus respectivas épocas, las vides y los almendros en flor se suman para embellecer el paisaje. Más tarde, con la lluvias de esta primavera, caídas las flores de los almendros, el suelo quedó tapizado de verde y amarillo de las hierbas.
Mi amigo me dio sus palos de senderismo y, sin mirar hacia la cumbre fui subiendo sin parar. Asciende de una forma brusca por una fuerte pendiente, que en menos de una hora sube de 200 a 800 metros de altitud. Recorre la cara norte del cerro, pero es una ruta casi intransitable por su permanente mal estado.
«La cuerda del gato» y el «vértice geodésico», el punto más elevado y con mejor visión del cerro a 797 metros de altitud.
Al llegar a la parte alta del cerro, me senté bajo una encina a descansar, a reponer fuerzas y, a disfrutar de una impresionante belleza, de un paisaje único. 180 grados de visión panorámica de un paraíso con mar, cielo y nieve…
Fui recordando los buenos sentimientos que tengo de Albuñol. Las veces que fui andando de niño desde Polopos. El recuerdo del camino, la cuesta del cortijo de los Colorados, la Rambla. La visión de los campos primorosamente cultivados. Con sus cortijos blancos inmaculados, que daban belleza a un lienzo recién pintado. Albuñol al fondo, sugiriendo modernidad y comercio.
Recuerdo al niño que fui, caminando junto a mi madre y -demás personas-, para ir al sastre de Albuñol, a que me tomara las medidas para hacerme el traje de la Primera Comunión. -Mi amigo me manda una foto del sastre con niños alrededor-. Era gordo y bonachón. Una mesa grande, cortando la tela con unas enormes tijeras, que hacían un ruido sordo al cortarla…
Fui recorriendo toda la cadena montañosa. Impresionante balcón sobre el mar de Alborán. Vista de toda la línea litoral de la Costa Oriental de Granada, -desde el Pozuelo hasta Castell de Ferro. Al norte y noroeste se extiende los cerros de La Contraviesa. La Alpujarra, sobre la que emerge Sierra Nevada; al oeste se ve la Sierra de Lujar, al este la Sierra de Gádor…Hay varios cortijos sobre la cadena montañosa. Hay una edificación a medio hacer, paredes y pilares siguen diciendo al caminante que pasa por aquí, que, hay ilusiones y proyectos que se pueden quedar sin terminar de realizar. «Me cuentan que esta edificación fue un deseo de establecerse aquí, del actor que hizo de Superman: Christopher Reeve.
En un cortijo de la cumbre, sobre un entorno de viñas, había un hombre, que resultó ser el propietario. Le pregunté para poder bajar a la Rambla de Albuñol. Me señaló más adelante hacia la izquierda bajando hasta juntarse con la rambla del Trancón y después con la rambla principal…
ALBUÑOL-PUERTA DE LA ALPUJARRA
Albuñol es el municipio más poblado de la Alpujarra de Granada, tierra de frontera entre el mar y Sierra Nevada, en el cual se conservan las mejores tradiciones de la Contraviesa, el alma de la Alpujarra. Actualmente su riqueza depende de los invernaderos, que pueblan los entornos de las ramblas. Su producción, principalmente es de tomates Cherrys.
LOS PRIMEROS POBLADORES: -ALBUÑOL -la historia se remonta al neolítico, como atestiguan los restos arqueológicos de la Cueva de los Murciélagos. Se trata de varios esqueletos con ajuar funerario y restos de indumentaria con la que estaban amortajados…
LA CUEVA DE LOS MURCIÉLAGOS, se sitúa en la sierra litoral de La Contraviesa junto a la localidad de Albuñol, fue descubierta en 1831 por un vecino del lugar que aprovechaba la capa de guano depositada por los murciélagos en la entrada de la cueva, sustancia que pudo ser la causante de los objetos de materia orgánica depositados en su interior.
En 1857, una compañía minera inició la explotación de la cueva debido a la aparición de material de plomo. Se abrirán varias salas en su interior, donde se localizaron y destruyeron objetos de interés arqueológico, según refiere Manuel de Góngora en su obra de 1868. Este recuperó algunos de manos de sus expoliadores, con cuyos informes reconstruiría las circunstancias del descubrimiento.
En el repertorio de materiales recuperados por Góngora destacan, por su excepcional conservación, los objetos realizados en esparto: distintos tipos de cestillos, tapaderas, esteras y sandalias. Entre los objetos recuperados están también presentes los realizados en madera de roble, como medio cuenco y dos punzones que forman parte del Museo Arqueológico de Granada. El yacimiento de la Cueva de los Murciélagos es excepcional debido a los escasos restos orgánicos prehistóricos conservados en la Península.
ALBUÑOL, LA CIVILIZACIÓN ÁRABE
La fundación data de los árabes. La formación del municipio está estrechamente ligada a la división geográfica de La Alpujarra, ya que son los musulmanes los que dividieron La Alpujarra en una docena de distritos denominados «TAHAS» formando Albuñol y La Rábita parte de la «Taha del Cehel».
Por aquellos entonces Albuñol se denominaba «HINS Al-BONYUL», lo que se puede traducir como castillo de viñedo». La Rábita sigue manteniendo su topónimo. Albuñol convertido en la capital del Gran Cehel o Gran Costa.
LA HERENCIA CRISTIANA
En el año 1505 Don Luis Zapata adquiere el señorío de Albuñol a la Reina Juana «La Loca», recibiendo así el título de ciudad. En 1508 adquirió La Rábita.
En los primeros años del siglo XVII sufrió una gran despoblación con la expulsión de los moriscos, a raíz de la sublevación de Aben Humeya, siendo repoblada más tarde con castellanos, gallegos y leoneses, pasando a pertenecer al señorío de Cifuentes.
En el año 1696 los pobladores obtuvieron permiso Real de roturar y usar las tierras que en su mayoría estaban cubiertas de encinas, por lo que empezaron a utilizar las tierras como labor y nacieron múltiples cortijadas con apellidos de los nuevos pobladores tales como: Los Rivas, Los Gálvez, Los Morenos, etc.
Así pues, Albuñol fue creciendo como un pueblo agrícola de tradiciones y costumbres alpujarreñas, que se complementaba con su cercanía marítima.
Albuñol, a finales del siglo XVII, comenzó a vivir una época de esplendor demográfico, agrícola y comercial, ya que las tierras estaban cultivadas de viñedos, higueras, almendros, cuyos frutos eran conocidos por toda la geografía española, y parte del extranjero, ya que transportaban desde el puerto de La Rábita a distintos mercados nacionales e internacionales.
En 1834 se convierte en cabeza de partido judicial del mismo nombre. A mediados del siglo XIX Albuñol conoció un considerable auge económico, gracias a la producción de vino y pasas, que se exportaban al extranjero desde el puerto de La Rábita y La Mamola…
ALBUÑOL
La documentación escrita de Albuñol se conoce a partir del siglo XV. El municipio de albuñol se encuentra al abrigo de la Sierra de la Contraviesa bañada por el mar Mediterráneo y es la puerta de entrada de la Alpujarra granadina para aquellos viajeros procedentes de la costa. Con las dos ramblas de Ahijón y la de Aldayar y, que al llegar a su punto de unión forman la Rambla del Tranco, que históricamente marcó el devenir de muchos alpujarreño.
Albuñol es un municipio marítimo y agrícola, alpujarreño y costero, que conforme llegamos a su interior se hace más abrupto y escalonado y muestra de ello son sus famosos cerros como el del Gato, Los Gálvez, la Ermita, famosos por su producción de viñedos y almendras, así como también las conocidas gargantas de Las Angosturas, que cuenta con una ruta señalizada para recorrer senderos.
GASTRONOMÍA DE ALBUÑOL
Muy importante es la tradición vinícola del municipio, ya que en sus cerros y laderas de Albuñol se cultivan grandes vides de las que se obtiene el VINO COSTA, muy peculiar por su sabor y graduación, gracias a las bondades climatológicas que se gozan en Albuñol. Son muy conocidos los chorizos y morcillas, el choto al ajillo, las migas con pescado, la fritada de matanza, los dulces moriscos, la leche frita y los roscos…
Estas tierras de La Contraviesa. Están en La alpujarra. Son Alpujarra pero, son otra cosa: el carácter de sus gentes, los barrancos profundos y las ramblas que van al mar. Las colinas suaves puestas de viñas e higueras… Como el hombre canta, subido en el mulo y en el burro, cuando va a trabajar al campo, «el trovo alpujarreño», el canto mulero en la trilla, las migas de harina, los higos, el vino fuerte…
Esta tierra mágica, de belleza pobre… El cielo besa la tierra entre viñas y almendros. Silencio antiguo y viento sabio. Higueras de sombras y filosofías antiguas. Barrancos, con historia escrita en la piedra y en la brisa de la mar. Tierra fértil y cielo limpio.
Atardeceres en las lomas de La Contraviesa
Las montañas y la mar arden al mismo tiempo. Atardeceres de otoño, los cielos y las hojas de las parras se ponen rojos… Las nieblas le ponen un poco de humedad a las uvas para que den mejor vino…
«… como el niño pequeño que quiere contemplar el agua que lava sus pies»
«… El mar tranquilo de la noche…»
«La tierra, sin ser violada por la azada, ni herida por el arado, daba todo lo de ella misma». -Ovidio-
«Las olas del corazón no estallarían en tan bellas espumas ni se
convertirían en espíritu si no chocaran con el destino, esa vieja
roca muda» -Höldelin-
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