COSTA IDEAL
LA CALA MAS VERDE Y CON MAS VERDE Y CON MAS FOLLAJE COSTA
supongo que la mayoría de ustedes, queridos lectores, saben en donde se encuentra Calabajío, pero para quien no lo sepa les diré que es la que hay después de la de Velilla, el Tesorillo y el Pozuelo
Mario Benedetti tiene un personaje jubilado en 'La tregua' que frente al mar se distrae poniendo notas a los atributos de las mujeres: a los culos y a las tetas. «Siempre ganan las tetas», decía al final de tan singular entretenimiento. Otros cuentan olas para quedarse sobados y hay quien se atreve con las gaviotas, aunque estos últimos son casi todos del PP. Bueno, el caso es que yo me entretengo viendo los cuerpos y calculando el tiempo que este verano se han puesto al sol. En primer lugar están los que se han gastado ya dos o tres botes de bronceado. Han ligado bronce para lo que les queda de invierno y parte de la próxima primavera. Luego están los mitad y mitad. Los que por alguna razón (laboral, económica o porque les pilla más lejos que a los demás) van a la playa ocasionalmente y no consiguen el bronces apetecido porque el moreno que acumulan los sábados y domingos se diluye los demás días de la semana. Estos cuando van a la playa suelen hacerlo en familia. Plantan la jaima en la arena y llevan en la nevera portátil la tortilla de patatas y los filetes empanados para los niños. Luego están los de carne de fécula de patata, blancos como la horchata, que o bien han ido poquísimas veces a la playa o bien cuando van encuentran siempre en el camino un chiringuito o una partida de dominó. Estos últimos jamás se exponen al sol. Huyen de él como de la peste. Odian la playa y si están en ella es porque la parienta les obliga. El tiempo que pasan en la arena, siempre están debajo de una sombrilla.
En Calabajío abundan los mitad y mitad. Son las doce de la mañana y en la playa hay al menos diez 'jaimas' o tiendas de tela levantadas. Me cuentan que los domingos aquello parece un campamento saharaui. Son de personas que utilizan la playa de tarde en tarde. Por ejemplo, la expedición que acaba de llegar viene de Granada. Son 65 personas que han llegado en dos autobuses en un viaje organizado por el Centro Municipal de Servicios Sociales de La Chana. Trini, la encargada de la expedición, me cuenta por qué han elegido Calabajío para pasar un día de playa.
–Llevamos haciendo este viaje cuatro años. Antes íbamos a Carchuna o Calahonda, pero nos hemos dado cuenta de que esta playa es ideal para lo que pretendemos. Tiene arena, palmeras en las que podemos enganchar los toldos y el agua no cubre hasta que no andas mucho, lo que nos viene bien porque en la expedición hay algunos niños que no saben nadar.
En aquel grupo hay niños de varios países aunque, frente al mar y ante a los juegos, son todos iguales.
La playa del árbol
Antes de seguir supongo que la mayoría de ustedes, queridos lectores, saben en donde se encuentra Calabajío, pero para quien no lo sepa les diré que es la que hay después de la de Velilla, el Tesorillo y el Pozuelo. Es más, desde ella se ve imponente la torre del Tesorillo.
A Calabajío también se la conoce como Playa Galera, que es nombre que ha tomado la más poblada de las urbanizaciones que existen allí. Aunque los almuñequeros la llaman 'La playa del árbol' por un enorme y centenario eucalipto que hay en sus inmediaciones.
Calabajío es seguramente la playa que más verde tiene a su alrededor. Está justo al lado del llamado Parque Mediterráneo, una zona forestal de casi 38.000 metros cuadrados que se extiende hasta la plaza del Pozuelo. Las plantas que se ven son las autóctonas: pinos piñoneros, cipreses, palmeras y una gran cantidad de adelfas con sus flores rosas sembradas junto a los senderos y el borde del parque. La adelfa es una planta que no tiene demasiada buena prensa por su vastedad, pero es imprescindible en nuestra memoria. Allí, en el parque, entre pinos y adelfas, una placa recuerda la masacre que se produjo en 1937 al atacar la aviación de Franco a miles de personas que huían desde Málaga hacia Almería, en lo que la historia popular ha llamado 'La Desbandá'.
Pero para los bañistas que acceden a la playa lo de menos es la historia en un día de sol y arena. Por cierto, esta es de las pocas que existen en nuestro litoral con arena fina.
En una barandilla que existe en uno de los miradores dice: «Aquí siempre estarán Fernando y Silvina». Me cuenta Francisco Javier, joven bañista almuñequero, que en aquella playa se han celebrado bodas y que también es el punto de encuentro de muchas parejas que quieren amarse en la arena o entre el follaje del parque.
–A ver si los que vienen son los que creen que la repoblación forestal es joder debajo de los árboles –le digo a Francisco Javier.–Lo sé porque yo venía con la que era mi novia. Y muchos de mis amigos vienen con sus chicas por la noche. Es ideal para esas cosas. Y ahora más que han plantado muchos pinos –dice Francisco Javier con ladina sonrisa.
–Será eso –dice él antes de dar una carcajada.
Luis es un joven hamaquero que lleva dos años alquilando tumbonas en Calabajío. Él es el que me cuenta que a aquella playa se la llama popularmente 'El árbol' y que raro es el día que Calabajío no está llena de ‘domingueros’.
–Bueno, vienen muchas familias a pasar el día con sus neveras y sus toldos porque aquí no hay peligro para los niños. Además, se pueden entretener buscando cangrejos entre las rocas. ¡Quisiera que viera usted como se pone esto los domingos!
Luis también tiene una queja para trasladar a quien corresponda:
–Esta playa es muy bonita pero está muy abandonada. En este verano solo han venido un día a alisarla.
Si se mira para arriba se puede ver la impresionante figura del hotel Playa Cálida, que también se encarga de decirles a sus clientes que pueden bañarse en la playa que hay a los pies del establecimiento. Si se unen a los vecinos de las urbanizaciones y a los que van solo a pasar el día, se completa la nómina de bañistas que acceden a Calabajío.
–Antes esto tenía un acceso más difícil, pero ahora se llega con mucha facilidad. Se puede aparcar fácilmente aunque es zona azul. Por eso es también tan demandada.
Quién me dice esto se llama Víctor y es el encargado del restaurante Calabajío, que está justo a la entrada de la playa. El restaurante se abrió en 2007 y se ha convertido en estos años en un referente de los que desean un lugar agradable para comer, cenar o tomar unas copas por la noche en su amplio y atractivo 'chill out' (¿se escribe así?). Víctor me explica que se han especializado en cocina mediterránea y en platos con inspiración japonesa.
–Nuestros clientes son los de las urbanizaciones. También vienen de Motril y Granada. En Almuñécar todavía hay mucha gente que no nos conoce –dice Víctor.
Cuando me despido del encargado de Calabajío un nuevo autobús descarga a casi cincuenta pasajeros en la rotonda de acceso a la playa. Vienen de Dúrcal con sus neveras, sus sombrillas y sus tiendas de tela desmontables. Ninguno se para a mirar la carta de precios que hay a las puertas del restaurante.
TE
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