La lluvia, el calor y la ausencia de viento seco durante la pasada primavera favorecieron la proliferación del patógeno Las producciones ecológicas son las más afectadas
Las escasas precipitaciones que descargaron en lo que va del verano en El Condado no tuvieron ningún tipo de repercusión sobre la agricultura y, más en particular, sobre la vid. El daño ya estaba ocasionado por el hongo mildium, que hizo acto de presencia durante la pasada primavera, lo que causó estragos en los viñedos del Condado y mermó la producción de este año en un 40%, según las estimaciones que baraja el sector.
El presidente de la Cooperativa Vitivinícola Nuestra Señora del Socorro de Rociana, Ceferino Martín, explicó que el temido hongo (plasmapora vitícola) hizo acto de presencia en los campos antes incluso de que se registrasen las atípicas lluvias de primavera, que dejaron en la comarca 60 litros por metro cuadrado durante el mes de abril y 150 en mayo. "Estábamos sufriendo una sequía en nuestros campos y ya teníamos mildium", algo que sobre el papel escapa a la lógica. Posteriormente, las lluvias previas a Pentecostés, "que yo no he conocido en mi vida", apuntala Martín, multiplicaron la presencia de un patógeno que ataca todos los órganos verdes de la vid, así como las bayas hasta su momento de envero (maduración).
El mildium es una enfermedad muy seria, pues puede dejar sus secuelas en cosechas posteriores si llega afectar al siguiente ciclo vegetativo de la planta. En casos extremos puede producir la defoliación prematura, al quedarse sin posibilidades de llevar a cabo la fotosíntesis.
Ante este escenario, los agricultores se emplearon a fondo con los tratamientos e incrementaron la vigilancia sobre sus cultivos, a la par que podaron las cepas para mejorar la ventilación entre la planta, si bien sólo se ha podido mitigar los daños.
Víctor Núñez, perito agrónomo de Vinícola del Condado, insistió en que las lluvias hicieron acto de presencia en los campos de la comarca en el momento menos idóneo, "cuando el estado fenológico de la vid era más sensible".
Junto al volumen de agua descargada en un periodo tan corto de tiempo, el problema principal es que fueron nueve días consecutivos en los que reinaron temperaturas medias-altas y en los que no paró de llover, lo que impidió a los agricultores aplicar los tratamientos funguicidas para controlar el mildium. El caldo de cultivo estaba servido, lluvia, calor y ausencia de viento seco que contribuyese a reducir la humedad que se acumulaba en la tierra y que fortalecen al hongo.
La situación fue peor en las zonas de cultivo ecológico. A excepción de empresarios privados, las cooperativas del entorno no trabajan con este tipo de cultivos, precisamente por las limitaciones en los tratamientos para afrontar las plagas, al limitar el uso en el campo al azufre, cobre y fortificante en los funguicidas que se aplican a la explotaciones agrícolas. En este sentido, el perito explicó que cultivos como el olivar "sí que se prestan mejor a este modelo de producción ecológica", en contraposición con una vid en la que es muy difícil limitar los daños de los patógenos que la atacan. Al cultivarse "al aire libre y sin la protección de invernaderos" que protejan al fruto de las inclemencias meteorológicas, su exposición al hongo es mucho mayor.
En cuanto a las precipitaciones de estos últimos días, el enólogo de Vinícola del Condado, Eladio Mateo, reiteró que la cantidad de agua es insignificantes como para disparar la presencia del oidio o cenizo (conocido así por el polvillo blanco o gris que recubre las hojas).
La borrasca ha pasado de puntillas por la zona, por lo que momentáneamente se ha dejado atrás la alerta de peligro del cenizo. Unas precipitaciones más generosas, con los picos de temperatura que están castigando el termómetro en estos días, podrían generar un problema mayúsculo.
La situación no es exclusiva del Condado, si no que en mayor o menor medida afecta a las zonas de producción de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha; es decir, la parte meridional y sur de España en la que la borrasca fue más intensa durante el mes de mayo. Sin ir más lejos, en Jerez se espera que el descenso de producción pueda alcanzar entre el 15 y el 30%, mientras que en Sanlúcar puede llegar al 70% en algunas fincas, debido a que los campos más afectados fueron los que se ubican en la desembocadura del río Guadalquivir y en las proximidades costeras.
El presidente de la Cooperativa Vitivinícola Nuestra Señora del Socorro de Rociana, Ceferino Martín, explicó que el temido hongo (plasmapora vitícola) hizo acto de presencia en los campos antes incluso de que se registrasen las atípicas lluvias de primavera, que dejaron en la comarca 60 litros por metro cuadrado durante el mes de abril y 150 en mayo. "Estábamos sufriendo una sequía en nuestros campos y ya teníamos mildium", algo que sobre el papel escapa a la lógica. Posteriormente, las lluvias previas a Pentecostés, "que yo no he conocido en mi vida", apuntala Martín, multiplicaron la presencia de un patógeno que ataca todos los órganos verdes de la vid, así como las bayas hasta su momento de envero (maduración).
El mildium es una enfermedad muy seria, pues puede dejar sus secuelas en cosechas posteriores si llega afectar al siguiente ciclo vegetativo de la planta. En casos extremos puede producir la defoliación prematura, al quedarse sin posibilidades de llevar a cabo la fotosíntesis.
Ante este escenario, los agricultores se emplearon a fondo con los tratamientos e incrementaron la vigilancia sobre sus cultivos, a la par que podaron las cepas para mejorar la ventilación entre la planta, si bien sólo se ha podido mitigar los daños.
Víctor Núñez, perito agrónomo de Vinícola del Condado, insistió en que las lluvias hicieron acto de presencia en los campos de la comarca en el momento menos idóneo, "cuando el estado fenológico de la vid era más sensible".
Junto al volumen de agua descargada en un periodo tan corto de tiempo, el problema principal es que fueron nueve días consecutivos en los que reinaron temperaturas medias-altas y en los que no paró de llover, lo que impidió a los agricultores aplicar los tratamientos funguicidas para controlar el mildium. El caldo de cultivo estaba servido, lluvia, calor y ausencia de viento seco que contribuyese a reducir la humedad que se acumulaba en la tierra y que fortalecen al hongo.
La situación fue peor en las zonas de cultivo ecológico. A excepción de empresarios privados, las cooperativas del entorno no trabajan con este tipo de cultivos, precisamente por las limitaciones en los tratamientos para afrontar las plagas, al limitar el uso en el campo al azufre, cobre y fortificante en los funguicidas que se aplican a la explotaciones agrícolas. En este sentido, el perito explicó que cultivos como el olivar "sí que se prestan mejor a este modelo de producción ecológica", en contraposición con una vid en la que es muy difícil limitar los daños de los patógenos que la atacan. Al cultivarse "al aire libre y sin la protección de invernaderos" que protejan al fruto de las inclemencias meteorológicas, su exposición al hongo es mucho mayor.
En cuanto a las precipitaciones de estos últimos días, el enólogo de Vinícola del Condado, Eladio Mateo, reiteró que la cantidad de agua es insignificantes como para disparar la presencia del oidio o cenizo (conocido así por el polvillo blanco o gris que recubre las hojas).
La borrasca ha pasado de puntillas por la zona, por lo que momentáneamente se ha dejado atrás la alerta de peligro del cenizo. Unas precipitaciones más generosas, con los picos de temperatura que están castigando el termómetro en estos días, podrían generar un problema mayúsculo.
La situación no es exclusiva del Condado, si no que en mayor o menor medida afecta a las zonas de producción de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha; es decir, la parte meridional y sur de España en la que la borrasca fue más intensa durante el mes de mayo. Sin ir más lejos, en Jerez se espera que el descenso de producción pueda alcanzar entre el 15 y el 30%, mientras que en Sanlúcar puede llegar al 70% en algunas fincas, debido a que los campos más afectados fueron los que se ubican en la desembocadura del río Guadalquivir y en las proximidades costeras.
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