Desde el pasado martes y hasta que se celebre la Feria de San Agustín, el mercadillo se ubicará en su antigua localización. La instalación de las atracciones mecánicas y de las casetas impide que los puestos puedan permanecer en el Parque del Pisar. Lejos de provocar una molestia para los vendedores, estos parecen estar encantados con el cambio de sitio. Los motivos fundamentales son dos. De un lado, aseguran que tienen más sombras para permanecer allí las mañanas de los martes y viernes. De otro, afirman que este lugar es más propicio para la venta puesto que son muchas las personas que caminan todos los días hasta el Santuario de la Virgen de Linarejos y no tienen que desviarse hasta el recinto ferial para poder ver los artículos que se venden en el mercadillo. Según una de las vendedoras ambulantes, «si es por ventas, prefiero donde estamos ahora mismo», sostiene. En su caso vende un 90% más ahora que cuando está en el Parque del Pisar. Otro de los vendedores, Juan, coincide con su compañera, aunque él no nota tanto la diferencia en la venta. «Yo vendo un poco más porque aquí se está más fresquito con las sombras de los árboles y pasa más gente», apunta. Otro vendedor subraya que no es solamente deseo de los comerciantes estar allí sino que también se lo trasmiten así los clientes. «Nos gusta estar aquí y ellos nos lo dicen también. Allí los clientes no pueden entrar sus coches al ferial y los tienen que dejar más lejos. Aquí arriba no molestamos a nadie ni tampoco impedimos el tráfico», asevera. Los vendedores también se quejan de que tendrán que abonar la misma cuota que el resto del año, pese a que los días 5, 26 y 30 de agosto, y 2 de septiembre no podrán poner sus puestos. «Esos días no nos dejan trabajar pero sí nos lo cobran», sostiene la vendedora. Los vendedores tienen que abonar cerca de 300 euros al Ayuntamiento por poner sus puestos ambulantes. Los vecinos no fallaron a su cita con el mercadillo el pasado martes, cuando estrenaron ubicación provisional.
COSTA IDEAL A LA PARTIDA DEL RENIGIO LE FALTA A UN JUGADOR LA PARTIDA Vista de la playa de La Mamola, en el municipio de Polopos. / A. C. nuestra costa que nadie quiere nombrar, pero a la que todos quieren ir ANDRÉS CÁRDENAS LA MAMOLA (POLOPOS) 17 agosto 2014 01:21 Hay una leyenda adosada a La Mamola que no se la quita ni con agua hirviendo. Los pueblos vecinos evitan decir su nombre y le llaman 'El Pueblecillo', cosa que algunas veces disgusta a los mamoleños. «Si vas a La Mamola no le digas 'Pueblecillo', pues te abuchean las mujeres y te apedrean los chiquillos», dice una cancioncilla popular. La leyenda viene de cuando, según cuentan, a unos pescadores de Adra no les dejaron pescar en La Mamola y ellos fueron los que, en represalia, difundieron que nombrar al pueblo traía mala suerte. -¿Sabe lo que le digo? Que eso es envidia, porque en este pueblo siempre ha salido gente muy 'esclarecía' e importante. Y eso no lo podían remed
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