En la entrada de La Malahá, en un cruce de caminos entre Escúzar, Las Gabias, Alhama de Granada y Otura, se encuentra el mesón restaurante Baño Frío, un oasis en medio del árido paisaje en el que recobrar el aliento y saciar el apetito. Tres décadas lleva Genoveva Urbano, junto a sus dos hijos, Ismael y Samira Outmani, satisfaciendo los paladares de los clientes locales y extranjeros.
Este verano, para conmemorar el 30 aniversario del establecimiento, los propietarios preparan una gran celebración en los más de 2.000 metros cuadrados de jardín del local, que tendrá lugar a finales del próximo mes de agosto. Ahora bien, en Baño Frío también se puede disfrutar durante todo el año de otras actividades que hacen de 'guarnición' de las cenas, como actuaciones de música en directo.
Fue en 1986 cuando Genoveva, hija de malaheños, retornó de Alemania tras 15 años en el país germano y construyó, piedra a piedra, el negocio. A pesar de que los comienzos fueron duros, la familia ha logrado alzarse como referencia gastronómica en la zona, atrayendo a clientes de toda Andalucía deseosos de hallar un retiro tranquilo con buenos manjares, tanto en el desayuno, como el almuerzo o la cena.
La carta de Baño Frío incorpora recetas de antaño, de origen familiar, ejecutadas con maestría por el arte innato en los fogones de su fundadora. Los cocidos, potajes, arroces caldosos, manitas de cerdo, caldereta de cordero o el espectacular codillo congregan durante la semana a numerosos ejecutivos procedentes de los polígonos industriales cercanos que buscan en el restaurante un menú casero de calidad. En el fin de semana, mesas familiares de 10 a 20 personas, grupos de amigos o celebraciones de bautizos y comuniones son la estampa habitual del mesón, que dispone de salones acogedores para los fríos días de invierno.
También la cocina árabe tiene su hueco en la mesa, representada por el tajine de cordero, el pinchito marroquí, la sopa jarera o varios platos de pescado, dado el origen marroquí del padre de los dos jóvenes propietarios. Y aunque solo de forma testimonial, las propuestas de Baño Frío hacen un guiño a la gastronomía germana con el 'sauerkraut' o chucrut, servido como acompañamiento. Para el postre, pudin de licor y almendras o tarta de queso y chocolate hacen las delicias de los comensales.
Eso sí, la lumbre es el denominador común de las sugerencias culinarias del restaurante, pues la cocinera no pierde la ocasión de emplear los dos hornos de leña del local para elaborar los guisos, siempre que la receta lo permite. Destaca también la salsa de creación propia de Baño Frío, un condimento secreto que los propietarios están patentando con el objetivo de poder comercializarla ante el éxito que tiene entre la clientela.
Este verano, para conmemorar el 30 aniversario del establecimiento, los propietarios preparan una gran celebración en los más de 2.000 metros cuadrados de jardín del local, que tendrá lugar a finales del próximo mes de agosto. Ahora bien, en Baño Frío también se puede disfrutar durante todo el año de otras actividades que hacen de 'guarnición' de las cenas, como actuaciones de música en directo.
Fue en 1986 cuando Genoveva, hija de malaheños, retornó de Alemania tras 15 años en el país germano y construyó, piedra a piedra, el negocio. A pesar de que los comienzos fueron duros, la familia ha logrado alzarse como referencia gastronómica en la zona, atrayendo a clientes de toda Andalucía deseosos de hallar un retiro tranquilo con buenos manjares, tanto en el desayuno, como el almuerzo o la cena.
La carta de Baño Frío incorpora recetas de antaño, de origen familiar, ejecutadas con maestría por el arte innato en los fogones de su fundadora. Los cocidos, potajes, arroces caldosos, manitas de cerdo, caldereta de cordero o el espectacular codillo congregan durante la semana a numerosos ejecutivos procedentes de los polígonos industriales cercanos que buscan en el restaurante un menú casero de calidad. En el fin de semana, mesas familiares de 10 a 20 personas, grupos de amigos o celebraciones de bautizos y comuniones son la estampa habitual del mesón, que dispone de salones acogedores para los fríos días de invierno.
También la cocina árabe tiene su hueco en la mesa, representada por el tajine de cordero, el pinchito marroquí, la sopa jarera o varios platos de pescado, dado el origen marroquí del padre de los dos jóvenes propietarios. Y aunque solo de forma testimonial, las propuestas de Baño Frío hacen un guiño a la gastronomía germana con el 'sauerkraut' o chucrut, servido como acompañamiento. Para el postre, pudin de licor y almendras o tarta de queso y chocolate hacen las delicias de los comensales.
Eso sí, la lumbre es el denominador común de las sugerencias culinarias del restaurante, pues la cocinera no pierde la ocasión de emplear los dos hornos de leña del local para elaborar los guisos, siempre que la receta lo permite. Destaca también la salsa de creación propia de Baño Frío, un condimento secreto que los propietarios están patentando con el objetivo de poder comercializarla ante el éxito que tiene entre la clientela.
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Comentarios
Publicar un comentario