ENGANCHADO AL MOVIL
Los psicólogos atienden cada vez más casos
nomofobia, el miedo irracional a salir de casa sin teléfono, que provoca
cambios de estado de ánimo, trastornos de sueño o conflictos con la
pareja
A la mayoría de nosotros nos ha pasado alguna vez que hemos
vuelto a casa porque nos hemos dejado el móvil. Pero, ¿hasta dónde llega
el nivel de ansiedad que nos crea? Tal y como deja constancia un chiste
que circula en internet: "miedo no es lo que se siente al ver una
película de terror, miedo es tocarte el bolsillo del pantalón y notar
que no tienes el móvil."
La nomofobia, tal y como se denomina técnicamente, es la adicción al teléfono móvil. Puede que a algunos nos parezca una exageración llamarlo adicción, pero así lo certifican muchos psicólogos, cuando llegan a sus consultas pacientes con un miedo incontrolable a salir de casa sin el teléfono móvil. Aislamiento progresivo del mundo real, pérdida de intereses (deportes u otros pasatiempos que antes eran satisfactorios), fuertes oscilaciones del estado de ánimo, trastornos del sueño, conflictos con la pareja, bajada del rendimiento, académico o laboral por problemas de atención y concentración son algunos de los efectos negativos que padecen aquellas personas que entran en modo pánico cuando se dan cuenta que están en la calle y no llevan encima su móvil. O en el espacio en el que se encuentran no hay cobertura o se quedan sin batería.
Ya hay clínicas que tratan este problema específicamente. No en vano, hay que tener en cuenta que el 96% de las familias en España disponen de teléfono móvil y el 77% de los internautas acceden a la red a través desde estos terminales, según el Instituto Nacional de Estadística. El elevado nivel de uso y esta adicción se ha convertido ya en un problema social y, por ejemplo, el juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, ya ha asegurado que ha llegado a juzgar "a algún chaval que prácticamente tenía las manos agarrotadas y que necesitaba fisioterapia por tanto guasapear". El juez también ha alertado de la existencia de casos de agresiones a padres por parte de los hijos por haberles quitado el teléfono móvil durante un tiempo. Lógicamente esto sólo pasa en los casos más extremos de la dependencia del móvil, pero es fácil reconocer que la sociedad conforme pasa el tiempo está más necesitada del teléfono para interrelacionarse.
Atrás quedaron ya los tiempos en los que los amigos decían "nosotros estaremos por el centro" y visitaban varios locales o bares hasta dar con ellos, sin importarte lo más mínimo. Hoy en día esperaríamos en la puerta del local tres minutos antes de mandar el primer WhatsApp para decir que: "ya estoy aquí, te estoy esperando".
El aquí y ahora , la exigencia hacia los demás, la necesidad de aprobación pública de cualquier comentario en una red social, en un grupo de amigos, ¿es necesario? ¿Vivimos mejor ahora gracias al teléfono móvil y las redes sociales? ¿Tenemos más amigos?
Las relaciones personales están cambiando poco a poco y la reducción de la interactuación entre iguales nos está llevando a sólo aceptar a las personas en la parte que muestran públicamente, y esto conlleva a que esperemos mucho y queramos dar poco. Nadie muestra su peor lado en un perfil de una red social, nadie pone la fotografía en la que peor sale, ni tampoco nadie cuenta los suspensos o las frustraciones. Algo que no se muestra, no existe.
Por otro lado, los enfrentamientos personales se hacen cada vez más complicados. Decir las cosas "a la cara" cuesta mucho más y la falta de costumbre a la hora de afrontar los problemas cuando se vive dentro de un mundo paralelo falsas apariencias, hace que en algunos casos dichas situaciones generen ansiedad y bloqueo.
Por ejemplo, en la pirámide de Maslow, justo por debajo de la cima en la que se considera que el ser humano se autorrealiza, está la confianza, el respeto y el éxito. Hoy en día, estos objetivos sociales de ser aceptados, respetados y aclamados se miden en los marcadores de me gusta, de Facebook, y en los retweets.
Tengo la impresión de que en el futuro este cambio dentro la sociedad que ha conllevado la introducción de la tecnología móvil marcará una era en la humanidad al igual que la marcó la Revolución Industrial.
Para acabar, en contrapunto a los me gusta, las prisas, los followers, las solicitudes de amistad, y horas y horas de WhatsApp , expone una frase de la película El indomable Will Hunting: "Y ella sabía todo sobre mí, conocía todos mis pecadillos. La gente suele llamar a estas cosas defectos, pero no lo son, son lo mejor. Nosotros escogemos a quienes dejamos entrar en nuestro mundo. No eres perfecto, amigo. Y, voy a ahorrarte el suspense, la chica que conociste tampoco es perfecta".
La nomofobia, tal y como se denomina técnicamente, es la adicción al teléfono móvil. Puede que a algunos nos parezca una exageración llamarlo adicción, pero así lo certifican muchos psicólogos, cuando llegan a sus consultas pacientes con un miedo incontrolable a salir de casa sin el teléfono móvil. Aislamiento progresivo del mundo real, pérdida de intereses (deportes u otros pasatiempos que antes eran satisfactorios), fuertes oscilaciones del estado de ánimo, trastornos del sueño, conflictos con la pareja, bajada del rendimiento, académico o laboral por problemas de atención y concentración son algunos de los efectos negativos que padecen aquellas personas que entran en modo pánico cuando se dan cuenta que están en la calle y no llevan encima su móvil. O en el espacio en el que se encuentran no hay cobertura o se quedan sin batería.
Ya hay clínicas que tratan este problema específicamente. No en vano, hay que tener en cuenta que el 96% de las familias en España disponen de teléfono móvil y el 77% de los internautas acceden a la red a través desde estos terminales, según el Instituto Nacional de Estadística. El elevado nivel de uso y esta adicción se ha convertido ya en un problema social y, por ejemplo, el juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, ya ha asegurado que ha llegado a juzgar "a algún chaval que prácticamente tenía las manos agarrotadas y que necesitaba fisioterapia por tanto guasapear". El juez también ha alertado de la existencia de casos de agresiones a padres por parte de los hijos por haberles quitado el teléfono móvil durante un tiempo. Lógicamente esto sólo pasa en los casos más extremos de la dependencia del móvil, pero es fácil reconocer que la sociedad conforme pasa el tiempo está más necesitada del teléfono para interrelacionarse.
Atrás quedaron ya los tiempos en los que los amigos decían "nosotros estaremos por el centro" y visitaban varios locales o bares hasta dar con ellos, sin importarte lo más mínimo. Hoy en día esperaríamos en la puerta del local tres minutos antes de mandar el primer WhatsApp para decir que: "ya estoy aquí, te estoy esperando".
El aquí y ahora , la exigencia hacia los demás, la necesidad de aprobación pública de cualquier comentario en una red social, en un grupo de amigos, ¿es necesario? ¿Vivimos mejor ahora gracias al teléfono móvil y las redes sociales? ¿Tenemos más amigos?
Las relaciones personales están cambiando poco a poco y la reducción de la interactuación entre iguales nos está llevando a sólo aceptar a las personas en la parte que muestran públicamente, y esto conlleva a que esperemos mucho y queramos dar poco. Nadie muestra su peor lado en un perfil de una red social, nadie pone la fotografía en la que peor sale, ni tampoco nadie cuenta los suspensos o las frustraciones. Algo que no se muestra, no existe.
Por otro lado, los enfrentamientos personales se hacen cada vez más complicados. Decir las cosas "a la cara" cuesta mucho más y la falta de costumbre a la hora de afrontar los problemas cuando se vive dentro de un mundo paralelo falsas apariencias, hace que en algunos casos dichas situaciones generen ansiedad y bloqueo.
Por ejemplo, en la pirámide de Maslow, justo por debajo de la cima en la que se considera que el ser humano se autorrealiza, está la confianza, el respeto y el éxito. Hoy en día, estos objetivos sociales de ser aceptados, respetados y aclamados se miden en los marcadores de me gusta, de Facebook, y en los retweets.
Tengo la impresión de que en el futuro este cambio dentro la sociedad que ha conllevado la introducción de la tecnología móvil marcará una era en la humanidad al igual que la marcó la Revolución Industrial.
Para acabar, en contrapunto a los me gusta, las prisas, los followers, las solicitudes de amistad, y horas y horas de WhatsApp , expone una frase de la película El indomable Will Hunting: "Y ella sabía todo sobre mí, conocía todos mis pecadillos. La gente suele llamar a estas cosas defectos, pero no lo son, son lo mejor. Nosotros escogemos a quienes dejamos entrar en nuestro mundo. No eres perfecto, amigo. Y, voy a ahorrarte el suspense, la chica que conociste tampoco es perfecta".
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