CÓRDOBA Y SU GUARDERIA DE BONSÁIS EFE: VERDE
- El cultivo de árboles en maceta, además de ser un arte, es una terapia por la dedicación que requiere
.-
Pilar Lobera regenta una residencia canina en Córdoba, pero su
compañero le ha dejado una herencia que ella intenta mantener, el
cuidado de los bonsáis, por lo que organiza talleres de expertos y cuida
de estos arbolitos en miniatura con el mismo cariño que lo hace con los
perros.
Periódicamente, en sus instalaciones de una residencia
canina en Córdoba, acoge unos talleres dirigidos por el experto en el
arte del bonsáis Nacho Salar.Salar, economista de formación se dedica en cuerpo y alma a estos árboles en miniatura, que llegaron a Europa con la Exposición Universal de París, en el siglo XIX, pero que en la cultura oriental son una parte importante de su vida pues “al contrario que los occidentales, que somos demasiado helenistas, los chinos o japoneses tienen a fluir en armonía con las plantas que les rodean”.
Salar se formó en la ciudad japonesa de Shizuoka, en un vivero de un maestro oriental que además del criterio economicista, porque no deja de ser una empresa, “el mundo oriental del bonsái tiene un halo de doctrina filosófica espiritual” pues “permite una interacción hombre/planta” que “nos fusiona y nos integra en la naturaleza”.
Bonsai, una terapia
Pero para que ello ocurra, Salar, tanto en su trabajo en Viveros Guzmán como en su huerto que gestiona en el hotel Kein como en los talleres y rutas de educación ambiental que imparte en Salamandra Multi-Aventuras, aboga por “no imponer nada al árbol sino fluir con él en el proceso de poda y adecuación del sustrato.Arte y terapia
“El cultivo de árboles en maceta, además de ser un arte, es una terapia por la dedicación que requiere” ha indicado Salar, algo que atestiguan algunos de los participantes al último taller como Pedro, un oficial de notaría jubilado que tiene unos cincuenta bonsáis y que cuenta con todo el instrumental para pinzar las ramas extensibles para que estéticamente alcancen una forma armónica.Carlos, un profesor de Biología, confiesa que se interesó por los bonsáis por la afición de sus abuelos por tener flores en el patio; él ha cambiado los geranios por la variedad de “ajegustre”, una planta que es muy dura, necesita algo de sol y es muy “agradecida” a la poda.
Por eso, aunque era el compañero de Pilar Lobera el verdadero aficionado y promotor del cultivo de estos árboles, tras su fallecimiento, ella continúa cediendo sus instalaciones para los talleres de Nacho y sus aficionados y cuenta con una veintena de arboles pequeños que conviven en perfecta armonía con los perros de la residencia, una “guardería de fauna y flora” para los cordobeses.
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