EL CENTRO ALBAYZIN: DOS AÑOS DE AULAS VACIAS IDEAL.ES
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El centro, con sedes en el Albaicín y la Zona Norte, lleva dos cursos sin formación para el empleo; aún así, todo el equipo de empleados acude a diario a unas aulas, sordas, sin alumnos
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Denuncian el retraso de la Junta para homologar sus instalaciones y acreditar a los docentes que impartan los certificados de profesionalidad
Sin tener muchas esperanzas, a los pocos días, a las cuentas de los
trabajadores empezaron a llegar sus sueldos. Parecía que todo el
embrollo burocrático y laboral comenzaba a arreglarse con la
regularización salarial y, el equipo de trabajadores confiaba en que la
maquinaria formativa se ponía en marcha. Sin embargo, la ilusión se
quedó en eso, y el avance económico no supuso la mejora laboral.
La realidad es que, desde hace 2 años, el centro es una escuela fantasma en la que hay de todo, menos alumnos. El equipo de empleados vive desde entonces una situación «surrealista» porque acuden a diario a su trabajo «cuando en la escuela no hay cursos convocados ni alumnos matriculados», explican los trabajadores.
La jefa de estudios, Susana Rodríguez, argumenta que desde el primer momento desde la escuela han intentado que sus programaciones profesionales estén adaptadas a las nuevas certificaciones. «Las remitimos y nos reclaman determinados parámetros que cambiamos o reclamamos, como el profesorado necesario... pero hay cosas que no dependen de nosotros».
La dependencia del SAE y el paso de consorcio a escuela requieren unas características concretas como el que las aulas de los centros estén visadas desde el colegio de arquitectos o de que los profesores tengan determinados requisitos académicos o laborales. «Nosotros intentamos adaptarnos a todas las características. Hemos ido cambiando lo que está en nuestra mano pero en el momento que solicitamos al SAE lo que necesitamos o el visto bueno, el trámite se eterniza en el tiempo», reconoce Rodríguez.
La cuestión, para ellos, es que «todo es una pescadilla que se muerde la cola ya que si el centro no está homologado, no se pueden impartir los módulos y así llevamos todo este tiempo. Necesitamos respuestas concretas que nos den soluciones».
La importancia del Centro Albayzín se puede medir por algo tan básico como sus instalaciones. En un primer momento sus aulas se abrieron en el barrio albaicinero, pero la alta demanda hizo que la Junta planteara en la Zona Norte una serie de naves para impartir las clases prácticas que requerían máquinas de mayor tamaño. Se llenaron.
Por sus aulas han pasado más de 3.000 alumnos que salen con una formación especializada en materias relacionadas con la artesanía y el patrimonio. Los propios docentes exponen que la demanda es alta y que, aún hoy, sin clases, reciben llamadas para matricularse... curiosamente, una escuela que lo que quiere son alumnos.
La realidad es que, desde hace 2 años, el centro es una escuela fantasma en la que hay de todo, menos alumnos. El equipo de empleados vive desde entonces una situación «surrealista» porque acuden a diario a su trabajo «cuando en la escuela no hay cursos convocados ni alumnos matriculados», explican los trabajadores.
Queremos dar clase
Los afectados cuentan que, desde que el Centro Albayzín fue asumido
por el Servicio Andaluz de Empleo (SAE), las condiciones para impartir
clases cambiaron. A partir de ese momento, la escuela tiene que estar
habilitada, adaptada, para ofrecer certificaciones de profesionalidad,
«algo que debe hacer el SAE y que, después de un año, no hace», explica
Silvia Rescalvo, trabajadora del centro.La jefa de estudios, Susana Rodríguez, argumenta que desde el primer momento desde la escuela han intentado que sus programaciones profesionales estén adaptadas a las nuevas certificaciones. «Las remitimos y nos reclaman determinados parámetros que cambiamos o reclamamos, como el profesorado necesario... pero hay cosas que no dependen de nosotros».
La dependencia del SAE y el paso de consorcio a escuela requieren unas características concretas como el que las aulas de los centros estén visadas desde el colegio de arquitectos o de que los profesores tengan determinados requisitos académicos o laborales. «Nosotros intentamos adaptarnos a todas las características. Hemos ido cambiando lo que está en nuestra mano pero en el momento que solicitamos al SAE lo que necesitamos o el visto bueno, el trámite se eterniza en el tiempo», reconoce Rodríguez.
La cuestión, para ellos, es que «todo es una pescadilla que se muerde la cola ya que si el centro no está homologado, no se pueden impartir los módulos y así llevamos todo este tiempo. Necesitamos respuestas concretas que nos den soluciones».
El tiempo se paró
En las naves de la Zona Norte el tiempo se paró hace dos años. Las explicaciones en las pizarras, las mesas de los alumnos, los libros
de la biblioteca... todo se quedó en el último curso. Los profesores
reconocen que ponen su situación a la palestra porque «queremos trabajar
y creemos que es necesario».La importancia del Centro Albayzín se puede medir por algo tan básico como sus instalaciones. En un primer momento sus aulas se abrieron en el barrio albaicinero, pero la alta demanda hizo que la Junta planteara en la Zona Norte una serie de naves para impartir las clases prácticas que requerían máquinas de mayor tamaño. Se llenaron.
Por sus aulas han pasado más de 3.000 alumnos que salen con una formación especializada en materias relacionadas con la artesanía y el patrimonio. Los propios docentes exponen que la demanda es alta y que, aún hoy, sin clases, reciben llamadas para matricularse... curiosamente, una escuela que lo que quiere son alumnos.
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