GRANADA HOY
LA GUERRA DE LA SOMRILLAS UNA BATALLA PERDIDA
Los Ayuntamientos de los municipios costeros hacen esfuerzos en vano por intentar erradicar esta práctica Los septuagenarios madrugadores se convierten en los principales responsables
R. FERNÁNDEZ MOTRIL | ACTUALIZADO 25.08.2014 - 05:01
Amanece en Torrenueva y con la llegada de los primeros rayos del sol decenas de septuagenarios varones, habituados a madrugar, abandonan sus apartamentos, cruzan el paseo y, a escasos dos metros de la línea que dibuja la marea, hacen un agujero con gran maestría y plantan sus sombrillas en la playa. Hoy, como sopla algo de aire, no la despliegan, por lo que queda el parasol recogido. Acto seguido, observan orgullosos que ya tienen reservado su espacio habitual, así que regresan al piso para poder desayunar tranquilos en compañía de su mujer y sin preocupaciones de que no les van a ocupar la primera línea de playa.
Esta práctica habitual en los días de verano no sólo se repite en otras franjas del litoral granadino, sino que también se extiende a lo largo de todo el territorio nacional. Y pese a los intentos de los Ayuntamientos de Almuñécar y Salobreña de erradicar estas conductas, estas prácticas se siguen repitiendo un verano sí y otro también.
A las once de la mañana llega la playa torreña la familia García. Vienen de Motril, por lo que ellos no tienen un sitio fijo donde poner su sombrilla, sino que están a merced de donde puedan aparcar el coche. Ya para esa hora un "ejército" de sombrillas alineadas en paralelo a la línea de mar y con una distancia entre ellas casi milimétrica se interpone entre ellos y el rebalaje. La mujer explica que no pueden ir antes a la playa, pues tienen dos niños pequeños y que por mucho que se levanten temprano, "hay que darles el desayuno, vestirles, preparar todos los bártulos, subirles a las sillitas del automóvil, etc." El padre, Jaime, dice que también le gustaría ocupar la primera línea, pero se limita a mirar con resignación la fila de sombrillas "abandonadas" sin que estén sus dueños, pero que ocupan espacio.
El verano pasado, los operarios municipales del Ayuntamiento de Salobreña retiraron un centenar de sombrillas que desde primeras horas de la mañana ocupaban la arena.
El concejal responsable del área, Manuel Guirado, recordó entonces que la ordenanza municipal impide la instalación para la reserva de espacio en la playa. En concreto, el artículo 10 de la normativa local de uso y disfrute de las playas del término municipal de Salobreña, además de prohibir los campamentos y acampadas en la playa, dice textualmente que "queda prohibida la permanencia de sombrillas, parasoles, butacas y demás enseres, sin la presencia de su propietario, con la finalidad de reservar espacio físico de la playa. Los objetos que se encontraran de esta forma serán retirados y almacenados por las autoridades locales. Si transcurridos catorce días naturales no fueran retirados por sus dueños, previo pago de 30 euros en concepto de gastos originados por la retirada, tendrán la consideración de residuo y se procederá a su eliminación".
Guirado recordó que después de un tiempo en el que se han llevado a cabo numerosas campañas informativas sobre todos los aspectos de esta normativa para conocimiento de los usuarios, el Consistorio había comenzado a aplicar las sanciones oportunas tanto por el tema de las sombrillas, como por la tenencia de animales en la arena o los horarios de pesca, entre otros. "Hasta ahora hemos sido flexibles, informando a los que incumplían alguna de las medidas, pero a partir de ahora se multará a quien no cumpla con las ordenanzas municipales de uso y disfrute de la Playas", decía.
El asunto viene de lejos, pues ya en agosto de 2004 un centenar de bañistas de la playa de La Herradura formaron barricadas en el paseo marítimo como medida de protesta, después de que el Ayuntamiento de Almuñécar hubiese retirado unas 500 sombrillas en cumplimiento de un bando municipal aprobado por el entonces alcalde de la ciudad, Juan Carlos Benavides, que prohibía a los bañistas colocar los parasoles para guardar un sitio en las playas. El episodio se conoció como la guerra de las sombrillas y originó, además, importantes perturbaciones de tráfico en una zona muy frecuentada debido a la existencia de varios campings y numerosas urbanizaciones. Los atascos se prolongaron durante todo el tiempo que mantuvieron las barricadas, pese a los desvíos establecidos por la Policía Local.
De acuerdo con Benavides, en el uso de las playas de este término municipal "se viene produciendo lo que ha de entenderse como un abuso del propio derecho que realizan algunos particulares para usar las mismas".
El Ayuntamiento de Motril también tiene aprobada una ordenanza que regula el uso y disfrute de las playas de su término municipal, pero si bien el artículo 10 prohíbe las reservas de espacio, introduce en su primer párrafo un matiz importante: "Queda prohibida la permanencia, durante la noche, de sombrillas, parasoles, butacas y/o demás enseres, con la finalidad de reservar el espacio físico de la playa, siempre que su propietario no se encuentre con ellos". Y continúa en su segundo párrafo: "Los objetos que se encontraran de esta forma podrán ser retirados y almacenados por las autoridades locales. Si, transcurrido un plazo de 30 días, no fuesen retirados por sus dueños previo pago de la tasa correspondiente, tendrán la consideración de residuo y se procederá a su eliminación".
No obstante, a pesar de tantas batallas, parece una guerra perdida.
Esta práctica habitual en los días de verano no sólo se repite en otras franjas del litoral granadino, sino que también se extiende a lo largo de todo el territorio nacional. Y pese a los intentos de los Ayuntamientos de Almuñécar y Salobreña de erradicar estas conductas, estas prácticas se siguen repitiendo un verano sí y otro también.
A las once de la mañana llega la playa torreña la familia García. Vienen de Motril, por lo que ellos no tienen un sitio fijo donde poner su sombrilla, sino que están a merced de donde puedan aparcar el coche. Ya para esa hora un "ejército" de sombrillas alineadas en paralelo a la línea de mar y con una distancia entre ellas casi milimétrica se interpone entre ellos y el rebalaje. La mujer explica que no pueden ir antes a la playa, pues tienen dos niños pequeños y que por mucho que se levanten temprano, "hay que darles el desayuno, vestirles, preparar todos los bártulos, subirles a las sillitas del automóvil, etc." El padre, Jaime, dice que también le gustaría ocupar la primera línea, pero se limita a mirar con resignación la fila de sombrillas "abandonadas" sin que estén sus dueños, pero que ocupan espacio.
El verano pasado, los operarios municipales del Ayuntamiento de Salobreña retiraron un centenar de sombrillas que desde primeras horas de la mañana ocupaban la arena.
El concejal responsable del área, Manuel Guirado, recordó entonces que la ordenanza municipal impide la instalación para la reserva de espacio en la playa. En concreto, el artículo 10 de la normativa local de uso y disfrute de las playas del término municipal de Salobreña, además de prohibir los campamentos y acampadas en la playa, dice textualmente que "queda prohibida la permanencia de sombrillas, parasoles, butacas y demás enseres, sin la presencia de su propietario, con la finalidad de reservar espacio físico de la playa. Los objetos que se encontraran de esta forma serán retirados y almacenados por las autoridades locales. Si transcurridos catorce días naturales no fueran retirados por sus dueños, previo pago de 30 euros en concepto de gastos originados por la retirada, tendrán la consideración de residuo y se procederá a su eliminación".
Guirado recordó que después de un tiempo en el que se han llevado a cabo numerosas campañas informativas sobre todos los aspectos de esta normativa para conocimiento de los usuarios, el Consistorio había comenzado a aplicar las sanciones oportunas tanto por el tema de las sombrillas, como por la tenencia de animales en la arena o los horarios de pesca, entre otros. "Hasta ahora hemos sido flexibles, informando a los que incumplían alguna de las medidas, pero a partir de ahora se multará a quien no cumpla con las ordenanzas municipales de uso y disfrute de la Playas", decía.
El asunto viene de lejos, pues ya en agosto de 2004 un centenar de bañistas de la playa de La Herradura formaron barricadas en el paseo marítimo como medida de protesta, después de que el Ayuntamiento de Almuñécar hubiese retirado unas 500 sombrillas en cumplimiento de un bando municipal aprobado por el entonces alcalde de la ciudad, Juan Carlos Benavides, que prohibía a los bañistas colocar los parasoles para guardar un sitio en las playas. El episodio se conoció como la guerra de las sombrillas y originó, además, importantes perturbaciones de tráfico en una zona muy frecuentada debido a la existencia de varios campings y numerosas urbanizaciones. Los atascos se prolongaron durante todo el tiempo que mantuvieron las barricadas, pese a los desvíos establecidos por la Policía Local.
De acuerdo con Benavides, en el uso de las playas de este término municipal "se viene produciendo lo que ha de entenderse como un abuso del propio derecho que realizan algunos particulares para usar las mismas".
El Ayuntamiento de Motril también tiene aprobada una ordenanza que regula el uso y disfrute de las playas de su término municipal, pero si bien el artículo 10 prohíbe las reservas de espacio, introduce en su primer párrafo un matiz importante: "Queda prohibida la permanencia, durante la noche, de sombrillas, parasoles, butacas y/o demás enseres, con la finalidad de reservar el espacio físico de la playa, siempre que su propietario no se encuentre con ellos". Y continúa en su segundo párrafo: "Los objetos que se encontraran de esta forma podrán ser retirados y almacenados por las autoridades locales. Si, transcurrido un plazo de 30 días, no fuesen retirados por sus dueños previo pago de la tasa correspondiente, tendrán la consideración de residuo y se procederá a su eliminación".
No obstante, a pesar de tantas batallas, parece una guerra perdida.
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