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EL TORREÓN SIEMPRE VIGILADA-
El torreón, siempre vigilante
/ Juan Manuel de Haro
  • equeña y está vigilada siempre por un torreón de los que se construían para vigilar las incursiones de los bereberes en la costa


Hay una anécdota muy chula que cuenta Gonzalo Suárez que le pasó a un colega suyo, periodista, que se hizo pasar por Kubala cuando fue a alquilar una hamaca en una playa.
-Yo no voy nunca al fútbol -dijo el hombre que alquilaba las sombrillas y las tumbonas-. Pero si es usted Kubala, no tengo inconveniente en plantarle la sombrilla donde usted quiera. Y a mitad de precio.
-Claro que soy Kubala -contestó con desfachatez el colega de Suárez-.
Y obtuvo su sombrilla. Pero al poco rato, el hamaquero se acercó a Suárez y le dijo compasivo:
-¿Ve aquel tío de la sombrilla? ¡Se cree que es Kubala y le he cobrado el doble!
Yo por eso nunca digo en chirinquito alguno que soy periodista y que estoy en la playa para escribir sobre ella. Si alguien me reconoce y me pregunta si soy ese que está recorriendo las playas y que escribe en los periódicos, le digo que no, más que nada porque no quiero que alguien crea que no soy y me cobre el doble.
En El Tesorillo, de Almuñécar, las tumbonas y las sombrillas son de lujo y el chico que las cuida no me cobra el doble porque ni me pregunta quién soy. Llego a la playa cuando el sol es capaz de desprenderse de todos sus poderes energéticos, justo cuando un chapuzón en el agua es lo que más te pide el cuerpo. A la playa del Tesorillo la llaman así porque dice una leyenda que por allí había una cueva donde un mendigo encontró un tesoro con el que pudo salir de la pobreza. Las leyendas no tienen por qué ser ciertas, pero sí necesariamente tienen que expeler cierta esperanza. Por eso hay mucha gente que va a echar la primitiva en un quiosco que hay cerca de allí. Por si acaso.
Pelar la pava en El Peñón
La playa es pequeña y está vigilada siempre por un torreón de los que se construían para vigilar las incursiones de los bereberes en la costa. A eso de las dos de la tarde toma forma de un crujiente croissant. Hasta hace unos cuatro o cinco años estaba separada de Velilla por unas rocas, pero ahora ambas, como siamesas, han quedado unidas por un metro de tierra que las mantiene juntas pero con vida propia.
-¿Ve usted esas rocas? Pues allí nos veníamos a pelar la pava los novios cuando éramos jóvenes -me cuenta Manuel, al que le ha crecido la barriga cervecera y gasta bañador tipo Fraga en Palomares-.
El primitivo chiringuito de la playa se llamaba Canario. Ahora hay dos: uno lleva el mismo nombre de la playa y el otro es el Uha. El propietario del chiringuito El Tesorillo se llama Rafa Martín Muros. Lleva solo año y pico con el local pero muchos más años en el sector de la hostelería. Trabajando en el ramo le creció en pelo y en el mismo lo ha perdido.
-Los chiringuiteros sufrimos mucho porque hay que lidiar con la estacionalidad. Siempre estamos inquietos por si no se nos da bien la temporada. Un levante o un poniente muy prolongado o el que vengan las medusas, te pueden mandar al garete tus expectativas.

-Organizo a la semana al menos tres espectáculos. Así también le doy vida a esto. No nos podemos estar quietos y esperar a verlas venir. ¿Sabe, por ejemplo, lo que he hecho? El pan que se sirve aquí tiene forma de cisne. A la gente le encanta.Rafa, que ha sido camarero, jefe de ventas de Cervezas Alhambra y el que montó el popular Cortijillo de la Plaza Kelibia, reconoce que no le va mal el verano, pero que se las tiene que ingeniar para atraer a gente por la noche y los días que no son fin de semana.
Al Tesorillo van bañistas sobre todo de Granada, Jaén y Madrid, provincias que más habitantes mandan a la Costa Tropical en general. Y allí también funciona esa estadística que dice que el 70% de los visitantes en verano son españoles y el 30% restante son extranjeros. Cifras que se invierten en invierno.
-En los meses de invierno vienen muchos daneses, suecos y belgas. Les encanta esto -señala Rafa.
-¿Y cuáles son los que más gastan?
-Los daneses, que son magníficos bebedores.
Rafa cuida la playa del Tesorillo como si fuese suya. Está convencido de que para atraer a clientes hay que hacerlo así. Tanto que hasta ha aprovechado un hueco que hacen unas rocas para colocar en una improvisada ermita la imagen de una Virgen de madera.
-¿Qué Virgen es?
-No lo sé. Me la encontré flotando un día en el mar y pensé que este sería un buen sitio para ponerla. Al menos con este altar hago que los niños no se metan debajo, porque hay peligro de que se desprenda alguna roca.
La playa del Tesorillo pasa por la más pequeña del municipio almuñequero y por la que concentra a un mayor número de jóvenes. Y es verdad. Por allí se ven oleadas de chavales persiguiéndose unos a otros (o unas a otros u otras a unos, las posibilidades de combinación pueden ser varias), ensimismados en sendas partidas de cartas o enfrascados en torneos de raqueta y pelotita. Junto a las rocas donde Rafa ha puesto a la Virgen, una morenaza toma el sol sin la parte de arriba del bikini y debajo de una tumbona una bañista de amplias carnes tiene escondido un caniche para que no le dé el sol. Por arriba un parapentista se ha arrojado de la Loma del Gato y ahora surca el cielo provocando la mirada de los bañistas.
-Los parapentistas son muy buenos clientes. En invierno aterrizan muy cerca de aquí y vienen a tomarse unas cervezas. Después de la emoción del salto, les encantan bromear y echarse unas risas -comenta Rafa.
Uno de los bañistas, Juan González, me dice que él lleva casi cuarenta años bañándose en la playa del Tesorillo, que cree que también la llama 'La puerta del Niño Jesús' «o algo parecido». Juan es de Granada y si hay mucho en el 'haber' del Tesorillo, en el 'debe' se apunta una desgracia ocurrida hace unos cuantos años cuando se ahogaron dos personas debido a un fuerte oleaje en la zona. Cuando le pregunto a Juan si lleva tanto tiempo veraneando allí es porque le gusta esa playa o porque considera que no le falta detalle alguno, exclama:
-No, qué va. Es que vivo en los pisos de ahí enfrente y es la que más cerca me pilla.
Rotundo argumento, pardiez.

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