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-UN DESCANSO EN LA GLORIA-
periodista vasco afincado en la Alpujarra abre un refugio en Pitres para dar cobijo a los amantes del senderismo y del riesgo
Jon Ugarte es un periodista vasco afincado en la Alpujarra y acaba de cumplir 65 años. Lejos de querer jubilarse de la vida acaba de abrir un refugio en pleno Barranco de la Sangre, término municipal de Pitres, para los amantes del riesgo, de la aventura, de ese estar siempre en el filo de lo imposible. Quizás este nuevo habitáculo sea un espejo de su vida.
«Vine a las Alpujarras después de haber recorrido medio mundo. Mi intención allá por 1994 era pasar unos meses corrigiendo unos libros de viaje en Pitres, en una casa prestada por unos amigos, pero ocurrió que alguien le ofreció un cortijillo con tierras a cambio de un piano y me dije, qué narices. Enseguida empecé a plantar cosas, tomates, puerros, patatas y árboles entre col y col. Al final le cogí el gusto a la azada y quienes tuvieron que ponerse en lista de espera fueron los dichosos manuscritos».
«Pero si van a dedicarse a los barrancos muchas horas y vienen con hambre lobuna, también se les puede preparar algo. Vamos, que no tengan que evacuar el refugio para poder sobrevivir», comenta Ugarte.El refugio dispone de un cuarto para dormir con seis literas, más tres colchonetas y dos camas adicionales. Es decir que, dado que los grupos de montañas a veces son numerosos «quiero tener para ofrecerles sitio y cama, aunque en los refugios que yo he estado a menudo dormíamos de pie, casi, como pasará estos días de Semana Santa en el del Inmil, en el Atlas, al pie del Toubkal (4.100 m)». En el de La Tahá pueden dormir a gusto, al menos, diez personas. Además de dormir y descansar, también se puede tomar algún té o refrescos. Si alguien quiere prepararse de comer, se le deja los utensilios necesarios y la cocina.
Al refugio se llega entrando por la pista del Barranco de las Sangre, a un kilómetro de la gasolinera de Pampaneira, la que queda en la desviación hacia Bubión/Capileira. En vez de subir, hay que bajar. El cortijo se encuentra a una altitud de 870 metros. La pista está señalizada con un indicador de vertedero de residuos inertes -tierras de construcción, escombros- y desde la entrada hay unos 2,5 kilómetros.
«Tuve la intuición de montar el refugio cuando bajé con José 'el Menchalero' por aquellos barrancos donde acaba Pitres. Ahí tres ríos que bajan de la sierra de juntan, y cuando este amigo que quería desprenderse del terreno y vivir en paz en la Alemania donde emigró hace 40 años y tiene a sus hijos ya casados, lo vi de golpe. Abajo a mis pies, a 300 metros, ruge el río Trevélez y un poco más allá se junta con el río Capileira, con el mismo caudal o parecido. Luego aparece una ancha lengua de piedra y arena blancas, justo donde el torrente se transforma en caudal tranquilo. A menos de quinientos metros, entrando por la izquierda, se les junta el Guadalfeo, en un rincón donde vive a su bola Chris Stewart, conocido por su libro 'Entre limones'». Un descanso en medio de la gloria.
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