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EL SECTOR PESQUERO SE DESANGRA Y PIERDE LA MITAD SU FACTURACIÓN Y SU FLOTA EN UN AÑO
En este 2014, nueve de los 22 barcos de arrastre han abandonado la actividad y la lonja, que facturaba siete millones antes de la crisis, no alcanzará los tres
Ignacio López era todavía menor de edad cuando comenzó a trabajar en un barco pesquero. Hoy, a sus 49 años, operado de varices y con las piernas terriblemente hinchadas por culpa de las infinitas horas de pie que se pasan en la mar, el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Motril sigue enganchado a su trabajo. Más que su medio de vida, la pesca es su pasión. López asegura que pescar tiene «algo de adicción al medio, como esos montañeros que sufren y se congelan los dedos pero vuelven a la montaña». De otra manera, sin esta fuerte vocación, no se explicaría que los últimos 90 pescadores de Motril -en los años 'dorados' a mediados de los noventa llegaron a ser 800- sigan embarcándose a las cinco de la mañana para volver a las siete de la tarde al puerto o que incluso pasen varios días fuera de casa realizando un trabajo de riesgo en condiciones muy duras por un sueldo que nunca es fijo y que, desde que estalló la crisis, está muy por debajo de los mil euros.
La caída en picado de la rentabilidad en el sector está haciendo que cada vez más armadores tiren la toalla y manden sus barcos al desguace, acogiéndose a las ayudas europeas para el cese de la actividad. La flota ha sufrido una auténtica sangría en los últimos años. Antes de la crisis había 32 barcos pesqueros en Motril, que han ido abandonado la actividad hasta llegar, según el censo de la Junta, a 22 a finales del año pasado. La puntilla ha llegado en este 2014, con la apertura de la convocatoria de ayudas para enviar a los barcos al desguace, lo que ha provocado que otros nueve barcos se destruyan y con ellos todos sus empleos. Ya solo quedan 13 en la mar, según la Cofradía de Pescadores de Motril.
Las claves que explican este éxodo de la mar, según el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Motril, Ignacio López, son la pérdida de rentabilidad tan brutal que soportan los barcos de arrastre, que son las 'empresas' del sector. A los armadores les trae ya más cuenta enviarlos al desguace y cobrar las ayudas que seguir trabajando con una rentabilidad mínima y la soga al cuello de la hipoteca del barco. «Hemos pagado la crisis tres veces, no han subido el gasoil, nos han subido los costes de las redes y han bajado los precios del pescado», lamenta López. Las «erráticas» normativas de la UE que intentan poner remedio a la sobreexplotación de los recursos y regenerar los caladeros han hundido, también, al sector pesquero granadino. Hace una década se incentivó desde la UE la modernización de la flota y los armadores motrileños cambiaron sus barcos de madera por otros más competitivos, modernos y sostenibles, con inversiones de hasta un millón de euros (con el 50% de subvención). «Es una auténtica paradoja que la UE dé ahora ayudas para enviar al desguace los mismos barcos que ayudó a comprar y que están nuevos. Son políticas contradictorias, han ido dando bandazos», apunta López.Y menos barcos cogiendo pescado, supone menos compradores en la lonja y menos puja por lo que los pesqueros granadinos incluso optan por irse a otras lonjas, como la de Málaga, buscando precios más altos por el pescado. De ahí el descenso vertiginoso de facturación que arrastra la lonja motrileña. Antes de la crisis, en 2007, la lonja llevó a mover 7,2 millones de euros, según las estadísticas de la consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía. Sin embargo, el negocio ha caído paulatinamente hasta cerrar el pasado año 2013 con 4,6 millones de euros de facturación, la peor cifra desde el año 2002. Los dos años anteriores, 2011 y 2012, la facturación de la lonja no bajó de los seis millones por lo que en el último año ha perdido de golpe más un 30% del negocio. Y las previsiones en este 2014 -con el tajo que ha sufrido la flota- pintan feas. En la Cofradía de Pescadores de Motril estiman que, con suerte, alcanzarán los tres millones de euros, menos de la mitad que antes de la crisis.
Por si les faltaba algo a los pescadores motrileños, Europa impuso también el pasado año un cambio de mallas y obligó a utilizar la denominada cuadrada, que limita las capturas, se rompe y se ha convertido en una auténtica pesadilla para el sector. El descenso del valor del pescado -el kilo de gamba roja que alcanzó los 70 euros de media en 2007, hoy ronda los 30- ha hecho el resto. «Los barcos ya han tocado fondo, no se mantienen», lamenta el patrón mayor. En su barco llegaron a trabajar nueve hombres. Hoy quedan cinco, «pero hay barcos con cuatro y con tres, no pueden ir más porque no da beneficios para todos y a menos trabajadores, más riesgos y menos calidad del pescado porque se tarda más en manipularlo». «Eso no nos lo podemos permitir, Motril vive de la calidad», apunta López.
Sin embargo, para el patrón mayor, el sector pesquero de Motril aún tiene futuro y este pasa por la innovación y proyectos como el de limpieza del litoral y reciclaje que han puesto en marcha de manera pionera en Motril y que ha encandilado al Ministerio, que quiere trasladar el modelo a todos los puertos españoles. «Si hacemos las cosas bien y el sector da un paso adelante y se aferra a los proyectos de I+D+i tenemos futuro», subraya López. Los pescadores tienen las ideas, «pero necesitamos a los técnicos» que plasmen esos proyectos y capten las subvenciones. López recuerda que el proyecto de limpieza surgió de una idea del difunto Centro de Desarrollo Pesquero. Por eso lanza un ruego a las administraciones para que miren hacia un sector que se desangra: «El edificio me importa un pito, pero necesitamos a los técnicos».
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