EL BOTELLÓN AL CENTRO DEL DEBATE IDEAL.ES
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La emisión este miércoles del programa 'En la caja', sobre el botellódromo de Granada, planteó la necesidad de alcanzar una solución para un problema que no termina de solucionarse
Lo dijo Pedro García Aguado el pasado miércoles: "El botellódromo me dio miedo".
Conocido gracias al programa 'Hermano Mayor', este ex jugador de
waterpolo, y alcohólico rehabilitado, puso el foco en el recinto que
acoge las gigantescas convocatorias de la Fiesta de la Primavera en
Granada, señalando que "no me sentía seguro. No me había encontrado
nunca en una situación de tanta angustia, porque cuando la gente va tan
bebida nadie atiende a razones. Tengo cercanía con los jóvenes, pero me
fui con mal cuerpo. No me gustó".
Más allá de que el reportaje televisivo de 'La Caja' emitido en Cuatro le parezca a cada cual ajustado a la realidad o una exageración (voten en esta encuesta), lo que resulta indiscutible es que este programa nacional ha tenido una repercusión evidente en Granada, que se ha extendido al plano político y las posibles soluciones que se planteen.
El equipo de gobierno del PP salió malparado en el programa, puesto que Pedro García Aguado trató de ser recibido por el alcalde o por algún concejal, pero no lo consiguió. «Ellos sabrán», apuntó el exjugador de waterpolo, a quien se le vio en el patio del Ayuntamiento esperando que alguien le atiendiese. En ese momento, el edil de Cultura y portavoz popular, Juan García Montero, pasaba a escasos metros. Este jueves, el propio edil fue cuestionado por el programa, por la repercusión negativa para la ciudad y por el debate que ha generado otra vez.
Según dijo, el Ayuntamiento está abierto a «escuchar las opiniones de
los expertos» para tratar de encontrar una solución al problema. Se
plantean incluso crear una comisión compuesta por técnicos de las
distintas administraciones, vecinos, representantes de todos los grupos
políticos municipales y también de los colectivos juveniles. Quieren
escuchar todas «las opiniones cualificadas» y solicitan también la
colaboración de la Junta de Andalucía y del Gobierno central, porque
ambas administraciones tienen «capacidad de ordenar vía Educación».
En ese sentido, conviene recordar que hace ahora un año, el pasado mes de junio de 2014, el gobierno que preside Mariano Rajoy puso sobre la mesa un borrador de una ley que pretendía abordar de forma integral el fenómeno del consumo de alcohol especialmente entre los menores de edad. Ese documento castigaba, entre otras conductas, la promoción y publicidad de bebidas alcohólicas en lugares próximos a centros escolares. Concretamente, hablaba de una distancia de cien metros. Pues bien, si esa norma estuviera ya en vigor, el botellódromo de Granada tendría que haber sido clausurado obligatoriamente. La razón es simple: el botellódromo está situado entre dos institutos públicos de enseñanza secundaria, el Generalife y el Fray Luis de Granada, y el colegio San Isidoro.
Pero la ley no ha sido aprobada. Su tramitación está paralizada prácticamente desde que se hizo público el borrador. Doce meses después, sigue siendo un mero papel.
Es quizá esa falta de decisión lo que también ha llevado a Emilio Calatayud, titular del Juzgado de Menores 1 de Granada a afirmar que «todos sabemos que si quieres que algo no funcione lo mejor es crear una comisión. Yo no lo veo útil. ¿Qué se va a discutir en esa comisión: cuánto pueden emborracharse los chavales?». Para el reputado jurista, que lleva años alzando la voz contra el botellón y quienes lo toleran, hay un camino más corto para acabar con el problema: «Que el alcalde dicte un bando y lo cierre, y ya está. Que los jóvenes beban en los bares como se ha hecho toda la vida. Ysi les resulta caro, pues mejor, así no se emborrachan. Y, por supuesto, los menores que no beban en ningún sitio porque está prohibido», manifestó Calatayud.
El debate ya está abierto. Lo que urge ahora son las soluciones.
Más allá de que el reportaje televisivo de 'La Caja' emitido en Cuatro le parezca a cada cual ajustado a la realidad o una exageración (voten en esta encuesta), lo que resulta indiscutible es que este programa nacional ha tenido una repercusión evidente en Granada, que se ha extendido al plano político y las posibles soluciones que se planteen.
El equipo de gobierno del PP salió malparado en el programa, puesto que Pedro García Aguado trató de ser recibido por el alcalde o por algún concejal, pero no lo consiguió. «Ellos sabrán», apuntó el exjugador de waterpolo, a quien se le vio en el patio del Ayuntamiento esperando que alguien le atiendiese. En ese momento, el edil de Cultura y portavoz popular, Juan García Montero, pasaba a escasos metros. Este jueves, el propio edil fue cuestionado por el programa, por la repercusión negativa para la ciudad y por el debate que ha generado otra vez.
En ese sentido, conviene recordar que hace ahora un año, el pasado mes de junio de 2014, el gobierno que preside Mariano Rajoy puso sobre la mesa un borrador de una ley que pretendía abordar de forma integral el fenómeno del consumo de alcohol especialmente entre los menores de edad. Ese documento castigaba, entre otras conductas, la promoción y publicidad de bebidas alcohólicas en lugares próximos a centros escolares. Concretamente, hablaba de una distancia de cien metros. Pues bien, si esa norma estuviera ya en vigor, el botellódromo de Granada tendría que haber sido clausurado obligatoriamente. La razón es simple: el botellódromo está situado entre dos institutos públicos de enseñanza secundaria, el Generalife y el Fray Luis de Granada, y el colegio San Isidoro.
Pero la ley no ha sido aprobada. Su tramitación está paralizada prácticamente desde que se hizo público el borrador. Doce meses después, sigue siendo un mero papel.
Es quizá esa falta de decisión lo que también ha llevado a Emilio Calatayud, titular del Juzgado de Menores 1 de Granada a afirmar que «todos sabemos que si quieres que algo no funcione lo mejor es crear una comisión. Yo no lo veo útil. ¿Qué se va a discutir en esa comisión: cuánto pueden emborracharse los chavales?». Para el reputado jurista, que lleva años alzando la voz contra el botellón y quienes lo toleran, hay un camino más corto para acabar con el problema: «Que el alcalde dicte un bando y lo cierre, y ya está. Que los jóvenes beban en los bares como se ha hecho toda la vida. Ysi les resulta caro, pues mejor, así no se emborrachan. Y, por supuesto, los menores que no beban en ningún sitio porque está prohibido», manifestó Calatayud.
El debate ya está abierto. Lo que urge ahora son las soluciones.
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