El verano al fin llegó para evadirnos de la rutina, tumbados en la arena, en la terraza de turno y con alguna escapada.
El drama se adentraba en los hogares españoles las primeras semanas de junio al asegurar algunos “expertos” que íbamos a tener el verano más frío de la historia, desde hacía no sé cuántas décadas, por la bajada de temperaturas. Menos mal que la AEMET lo desmintió y todos respiramos. Y si no que baje Dios y vea si esta primera semana de verano está siendo fría, con 35 grados a la sombra como mínimo, al menos en Granada. La llegada del calor nos lanza directamente sobre la toalla de la playa, ya querelacionamos el buen tiempo con el sol, la playa, los viajes y el descanso. Saber que tenemos aunque sean dos días para irnos por ahí, nos motiva durante toda la semana.
Llega el día y el coche va a hasta arriba: comida, los avíos para la playa (toallas, cremas, nevera, sombrilla, sillas, esterillas,…), maletas con las cremalleras a reventar, que en vez de dos días, parece que te vas a quedar a vivir allí, especialmente muchas de nosotras, queridas. Y comienza el viaje rumbo a donde quieras. El copiloto lleva el mapa impreso de la Guía Repsol y además el GPS que trasporta esa voz tan pesada: “Gire a 500 metros. Gire a 200. Gire ahora. Gire ahora”….. ¡Que no se puede girar, mujer! A no ser que quieras que nos estampemos. Una vez que entras en el pueblo ‘x’, comienzan las dos vueltas a la rotonda, incluso tres, para leer bien los carteles que conducen a tu destino. A partir de la segunda rotonda ya ni leéis ni nada, vais haciendo el indio con la música. Se ha convertido en un ritual de vuestro viaje.
Una vez alcanzado el destino, a sacar cosas como locos del coche, que hay que aprovechar hasta el último rayo de sol. Tras instalaros en vuestra parcela de arena y tomar un bañito refrescante, es divertido observar la cantidad de estampas que nos regala la playa. Si alegran las vistas las muchachas con ese punto que les da el bikini, no digo nada de las que hacen topless. Al igual que los que han estado cultivando su cuerpo todo el año para, claramente, lucirlo en la playa. A todos (no lo nieguen) nos gusta analizar al personal en bañador. Hay gente que tiene que llevar como desde abril tomando el sol porque están negros como el tizón. Luego están los guiris que ni crema ni nada, son rubios con pieles rojas chamuscadas. Verás quegustirrín les dará después la quemazón. En este grupo están los chavales que no tienen kilómetros de playa y mar para jugar al balón, y tienes la tensión constante de que la pelota vuela sobre tu cabeza. Hasta que te cae encima: “¡Chiquillo! ¡Échate una mijita pa’allá!”. “Sorry”, te dice el extranjero que no se ha enterado de nada porque no se ha movido ni medio metro de tu vera.
También está el crío de turno que se pega todo el día: “Papá, mira como nado”; “Mamá, mira que concha más bonita”; “Mamá, mira el castillo que he hecho”; “Papá, mira como nado”; ooootra vez. Padres, miren a sus hijos un minuto, que no les cuesta nada, que les hace mucha ilusión a los chiquillos. Otra de las estampas más clásicas es la familia denominada ‘dominguera’ que va más que equipada para pasar un día entero de playa hasta el atardecer. Esa que nada más llegar entierra en la orilla la sandía para que se mantenga fresquita y ata sus sombrillas bajo la arena por el fenómeno ‘sombrilla voladora’.
Cuando regresas a tu hotelillo o apartamento, compruebas lo bien que te han echado la crema por la espalda: tienes más parches que una carretera mal asfaltada. Unas risas, te bañas en after sun, os arregláis y listos para disfrutar al fresquito de una terraza de un tapeo o un pescaito frito, con su tinto de verano o su cerveza, al gusto del consumidor. El helado de postre que no falte, por favor.
Sé que los bolsillos andan más vacíos que llenos, pero con este buen tiempo nos merecemos disfrutar de las maravillas que nos trae el verano. De ese punto de desconexión que nos da el buen tiempo, de la playa, del campo, de un crucero, de ese mini-viaje en coche, de la terraza de la esquina, de la música, de las vistas, de la compañía de la familia, de la pareja y de los amigos. Sea más cerca o más lejos de casa, disfrutad del verano y olvidaros de todo lo demás
Publicado por MANOLO LOPEZ MARTIN en 06
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