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NI PRIMAVERA NI PROPIEDAD EN LAS CALLES    IDEAL.ES

Los parterres están sucios, pese a que el operario limpia las hojas caídas en la calle Primavera
Los parterres están sucios, pese a que el operario limpia las hojas caídas en la calle Primavera / J.F.B
  • Las quejas de los vecinos por la suciedad y la falta de mantenimiento de estas dos vías del Centro y el Zaidín se acumulan sin respuesta alguna

  • Hojas en las aceras, excrementos de perros y orines humanos se combinan para desdicha de los vecinos

La crisis ha limpiado de barrenderos la ciudad de Granada. Una de las principales quejas menores que los vecinos realizan a través de las asociaciones de vecinos en las respectivas juntas municipales de distrito, mes a mes, es sobre la limpieza, o mejor, sobre la falta de limpieza de las calles de la ciudad.
De hecho, el grupo municipal socialista lleva solicitando mes a mes desde hace ya al menos un año «la planimetría» de Inagra, es decir, el plan maestro con el que la empresa concesionaria de la limpieza de las vías y calles de la ciudad organiza la limpieza por operarios, brigadas y máquinas.
La idea es tomar los datos del descenso en operarios, medios mecánicos y frecuencia de limpieza de las calles y plazas, para constatar que las quejas de los vecinos no dependen de su criterio sino que, en efecto, la ciudad adolece en su conjunto de la higiene y la limpieza que merece.
La lucha vecinal entre la oposición, los vecinos, las asociaciones y el equipo de gobierno continúa su cauce mes a mes pero, mientras la batalla se libra, las quejas de los vecinos se acumulan. Y sobresalen estos días las que atañen al estado de dos vías granadinas: la calle Primavera, en el Zaidín, y la calle Prosperidad, en el Centro.
La evolución de un barrio
La calle Primavera del Zaidín es un bulevar coqueto que se prolonga de la calle del Duque Pedro Galatino prácticamente hasta el Camino Bajo de Huétor, y que se deja cruzar por la calle Andrés Segovia. En el entorno clásico del Zaidín junto a la Plaza de Fontiveros y la antigua Hípica, marca como un estrato geológico la evolución del barrio del Zaidín.
En un extremo son las casas bajas y el sabor a la serie 'Cuéntame' y en el otro, el instituto y los bloques modernos. Es aquí en esta calle donde un grupo de unos diez mayores se cita cada día en uno de los bancos para pegar la hebra. Explican que «la mitad de la calle Primavera es de Ciudad Jardín y la otra es de Zaidín-Vergeles». «Yo he sido cartero», apostilla uno de ellos, «así que me lo sé de memoria», certifica.
La traducción al caso es que «una mitad la limpia un barrendero y la otra, pues otro. Y este que está aquí lo hace muy bien. Y no queremos que nos lo cambien», atestiguan. El barrendero, que está poniendo la oreja para ver qué pasa, sonríe y hace un guiño. «La verdad, es que sí es cierto que ahora en otoño hay muchas hojas y que si llueve pues es un peligro, pero si se limpian, no pasa nada». «También destacan que, como en todos lados, los perros lo ensucian todo con sus excrementos y que también caen las naranjas de los árboles». A su juicio, todo esto «es lo normal», aunque según se mire, el criterio cambia. Unos vecinos que toman café en una de las terrazas de un bar señalan las papeleras, «que es ya mediodía y no las han vaciado, y están llenas de basura». Y también al suelo, donde se aprecian todo tipo de papeles. Apuntan, ya puestos, los rincones entre las aceras y la calzada, los recovecos donde aparcan los coches y, en efecto, la limpieza en este tipo de escondrijos alejados de la vista deja mucho, bastante, que desear. Por último, hay muchos restos por doquier de todo tipo de envases de comida y de bebida con pintas de almuerzos y meriendas, «dado que hay un parque y un instituto, y los chavales tiran todo al suelo», culpabilizan estos vecinos a los chavales. Sin embargo, la vida sigue, y además del primero de los barrenderos mencionados, aparece ahora una pareja de operarios que retiran las hojas del suelo. Es lo que tiene el otoño cuando cae en la calle Primavera.
Medio siglo acumulado
Juan Antonio Antelo es memoria viva de la calle Prosperidad, entre el Camino de Ronda y Pedro Antonio de Alarcón: «Que te voy a contar, yo me he criado en una huerta que había aquí», asegura. Según este grupo de vecinos, un saliente que hay en la calle es la razón de todos los problemas que se origina. «Llevo medio siglo esperando que se tire o que se regularice. La situación es que todo el saliente está por derribar, pendiente. Y está lleno todo el callejón lleno de basura y de orines». Las cuestiones que afectan a la calle Prosperidad tienen su reflejo en la opinión pública, ya que los protagonistas argumentan y defienden sus posturas en la sección de 'Cartas al Director' de este periódico, como ocurrió precisamente, este miércoles.
Ahora arrecian sus críticas. «Se utiliza para ser un meadero y un cagadero público clandestino, para hacer guarradas, para el tema de tráfico de drogas... Tengo fotos de los tipos cambiándose 'los cromos'», confiesa otro vecino de la calle Prosperidad. «¿Qué pasa?, se pregunta. «Que luego vienen los servicios de limpieza y echan zotal para los excrementos, y entonces tienes que andar con mascarilla. «¿Pero qué van a hacer? El resultado es que estás en los bares de la calle -hay cuatro en las esquinas, con sus terrazas, dos pubs a lo largo de la vía- «y te comes de tapa bien el olor a meados, bien el olor a zotal». Delicioso.
Recuerdan que «nos llevamos quejando desde hace dos años y hemos presentado escritos tanto en Urbanismo como en Medio Ambiente. A los 18 meses, Urbanismo nos contestó con un lenguaje incomprensible que decía que 'el Ayuntamiento son ellos y que eso es lo que hay'». Que se aguantaran, vaya.
«También se estaba planteando el Ayuntamiento si la calle es pública o privada, pero tiene bocas de riego, ponen multas y hay iluminación pública. ¿Ahora se plantean si es pública o privada? Para callarnos la boca nos dijeron que se plantearon ponerla peatonal. En verano de este año, el 20 de julio, pusieron el disco de calle peatonal, pero no hace caso nadie».
Y dicen que todos los problemas que denuncian, siguen. En resumidas cuentas, la fatalidad de la calle Prosperidad: suciedad, malos olores, menudeo de droga y un enredo que va ya para medio siglo.

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