LA CALLE ANCHA RECOGE FIRMAS PARA PONER FIN A AÑO DE AGUA A CUATAGOTAS.
IDEAL.ES
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Los vecinos de esta gran vía motrileña se quejan de que la baja presión en las tuberías les obliga a pagar motores privados de bombeo, un problema que irá mañana a pleno
Se alquila piso en calle Ancha. Tiene tres habitaciones dobles, un
baño, lavadero, cocina amueblada y balcón acristalado. Es exterior, así
que la luz abunda. Viene equipado con aire acondicionado para pasar los
meses de calor, eso sí. Además, está en la cuarta planta, lo que ofrece
vistas a esta populosa vía de la capital de la Costa. «El agua está
incluida -termina el anuncio, real, publicado en una famosa web
inmobiliaria-, pero hay poca presión». Y aquí empieza el problema.
Ese, el de los grifos secos, es el gran drama cotidiano de decenas de vecinos de una de las zonas más transitadas de Motril. Desde hace años (muchos lo definen como algo histórico), el vital líquido no llega con suficiente fuerza a la mayoría de los domicilios ubicados a partir de una determinada altura. A lo largo del día, la presión con la que cuentan para fregar o ducharse varía también en función del uso que el resto de la comunidad esté haciendo del torrente que viene de la ETAP (Estación de Tratamiento de Agua Potable) situada junto al Hospital de Motril. «Hemos aprendido a convivir con un 'hilillo' de agua que muchas veces ni sirve para encender el calentador», señala Concepción Arquero, presidenta de la Asociación de Vecinos de San José y residente en uno de tantos inmuebles afectados.
La situación es tan incómoda pero está tan asumida que muchos de los vecinos han aprendido a calcular las franjas horarias en las que mejor pueden aprovechar para poner una lavadora o rellenar cubas para tener agua disponible más tarde. En algunas fincas, los propietarios incluso han acabado instalando motores para bombear desde el canal común a baños y cocinas. «Es un dineral que va a cuenta de todos», señala Arquero. En su bloque hay instalado uno de esos equipos, que han tenido que reparar en incontables ocasiones, cuando no sustituirlo. «Tienen que funcionar de día y de noche para que sean útiles, y eso hace que la factura de la luz suba», agrega.
Los vecinos ya no quieren aguantar más. Por paradójico que suene, la gota que desbordó el vaso de la paciencia de muchos se sitúa en las últimas obras de embellecimiento y de mejora de la accesibilidad realizadas por el Ayuntamiento durante la pasada primavera. Para más inri, a cuenta del canon de mejora de Mancomunidad, en septiembre también se cambiaron avejentados pluviales y redes de saneamiento que generaban gravosas inundaciones en la zona sur de la calle.
En los últimos días, la campaña ha conseguido el apoyo de más de 200 vecinos, que piden poder acceder al agua que pagan en condiciones «dignas». La queja se extiende a otros puntos de Motril, como la Huerta de la Condesa. Hace ya una década, un documento municipal redactado al hilo de la Agenda 21 señalaba además otras zonas afectadas (el barrio de la Aviación, Puntalón o Torrenueva). No es, por tanto, un problema nuevo.
Lo flagrante para muchos es que la solución está clara, pero es costosa. «Nos hemos reunido con técnicos de la Mancomunidad [suya es la competencia en este tema a través de la concesionaria Aguas y Servicios], y la presión legal llega a la calle, pero no sube a los pisos», indica Paqué.
Según la idea que maneja el ente presidido por Sergio García Alabarce, el final de los problemas llegaría si el suministro de la calle Ancha se hiciera desde el depósito de San Antonio, que está a una cota superior a la actual, ganando altura para que la presión de la red aguante en horas punta. Sólo falta consenso y presupuesto, que no es poco.
De momento, hay buenas perspectivas. Esta misma semana, miembros de la concesionaria, la Mancomunidad y el Ayuntamiento se han reunido tras la denuncia efectuada por IU hace ocho días. «Estamos realizando ya un informe que exponga las obras de reforma necesarias en las redes de distribución», explica García Alabarce. El objetivo es mantener una presión dinámica permanente no inferior a 20 metros columna de agua, la medida estándar empleada por los técnicos.
Ese documento también pretende evaluar los recursos económicos que son necesarios y «dónde imputar el cargo y la financiación», detalla el presidente. Paralelamente, se realiza «ya» otro examen de la zona de la Huerta de la Condesa para aplicar «medidas correctoras» allí también.
A su juicio, los nuevos trabajos deberán servir para cambiar las bocas de entrada de agua a los edificios y las viejas tuberías de muchos de ellos y obtener así más presión. «Hay que hacer la calle entera otra vez», resume. Escámez puntualiza, eso sí, que la prioridad de los fondos del canon de mejora se sitúa en Varadero y Santa Adela, dos barrios a los que este presupuesto podría regar con tres millones de euros. Lo que parece claro es que, de momento y por unos cuantos meses más, los motores seguirán rugiendo bajo el suelo de la calle Ancha. El que los tenga.
Ese, el de los grifos secos, es el gran drama cotidiano de decenas de vecinos de una de las zonas más transitadas de Motril. Desde hace años (muchos lo definen como algo histórico), el vital líquido no llega con suficiente fuerza a la mayoría de los domicilios ubicados a partir de una determinada altura. A lo largo del día, la presión con la que cuentan para fregar o ducharse varía también en función del uso que el resto de la comunidad esté haciendo del torrente que viene de la ETAP (Estación de Tratamiento de Agua Potable) situada junto al Hospital de Motril. «Hemos aprendido a convivir con un 'hilillo' de agua que muchas veces ni sirve para encender el calentador», señala Concepción Arquero, presidenta de la Asociación de Vecinos de San José y residente en uno de tantos inmuebles afectados.
La situación es tan incómoda pero está tan asumida que muchos de los vecinos han aprendido a calcular las franjas horarias en las que mejor pueden aprovechar para poner una lavadora o rellenar cubas para tener agua disponible más tarde. En algunas fincas, los propietarios incluso han acabado instalando motores para bombear desde el canal común a baños y cocinas. «Es un dineral que va a cuenta de todos», señala Arquero. En su bloque hay instalado uno de esos equipos, que han tenido que reparar en incontables ocasiones, cuando no sustituirlo. «Tienen que funcionar de día y de noche para que sean útiles, y eso hace que la factura de la luz suba», agrega.
Los vecinos ya no quieren aguantar más. Por paradójico que suene, la gota que desbordó el vaso de la paciencia de muchos se sitúa en las últimas obras de embellecimiento y de mejora de la accesibilidad realizadas por el Ayuntamiento durante la pasada primavera. Para más inri, a cuenta del canon de mejora de Mancomunidad, en septiembre también se cambiaron avejentados pluviales y redes de saneamiento que generaban gravosas inundaciones en la zona sur de la calle.
Solución en la mano
«Fue un lavado de cara antes de las elecciones que no arregló nada»,
valora la edil de IU, Daniela Paqué, en referencia a la iniciativa de la
exalcaldesa, Luisa García Chamorro (PP). Esa formación, que favoreció
la investidura desde la oposición del gobierno bicolor PSOE-PA de Flor
Almón, ha impulsado una recogida de firmas entre los vecinos para
presionar al Ayuntamiento de Motril, que mañana deberá debatir en su
pleno ordinario una moción para aportar una «solución definitiva» al
tema.En los últimos días, la campaña ha conseguido el apoyo de más de 200 vecinos, que piden poder acceder al agua que pagan en condiciones «dignas». La queja se extiende a otros puntos de Motril, como la Huerta de la Condesa. Hace ya una década, un documento municipal redactado al hilo de la Agenda 21 señalaba además otras zonas afectadas (el barrio de la Aviación, Puntalón o Torrenueva). No es, por tanto, un problema nuevo.
Lo flagrante para muchos es que la solución está clara, pero es costosa. «Nos hemos reunido con técnicos de la Mancomunidad [suya es la competencia en este tema a través de la concesionaria Aguas y Servicios], y la presión legal llega a la calle, pero no sube a los pisos», indica Paqué.
Según la idea que maneja el ente presidido por Sergio García Alabarce, el final de los problemas llegaría si el suministro de la calle Ancha se hiciera desde el depósito de San Antonio, que está a una cota superior a la actual, ganando altura para que la presión de la red aguante en horas punta. Sólo falta consenso y presupuesto, que no es poco.
De momento, hay buenas perspectivas. Esta misma semana, miembros de la concesionaria, la Mancomunidad y el Ayuntamiento se han reunido tras la denuncia efectuada por IU hace ocho días. «Estamos realizando ya un informe que exponga las obras de reforma necesarias en las redes de distribución», explica García Alabarce. El objetivo es mantener una presión dinámica permanente no inferior a 20 metros columna de agua, la medida estándar empleada por los técnicos.
Ese documento también pretende evaluar los recursos económicos que son necesarios y «dónde imputar el cargo y la financiación», detalla el presidente. Paralelamente, se realiza «ya» otro examen de la zona de la Huerta de la Condesa para aplicar «medidas correctoras» allí también.
Obras a finales de año
No hay fecha sobre cuándo estarán listos esos informes, sobre los que
luego se decidirá quién es responsable de pagar qué, la madre de toda
cuestión que explica años de demoras. No obstante, el teniente de
alcalde y concejal de Urbanismo, Antonio Escámez, maneja ya una fecha y
un presupuesto: finales de año y cerca de 800.000 euros. «Nosotros
tenemos claro que estas obras tienen que hacerse y por eso daremos
nuestro respaldo a la moción de IU», señala a este periódico
A su juicio, los nuevos trabajos deberán servir para cambiar las bocas de entrada de agua a los edificios y las viejas tuberías de muchos de ellos y obtener así más presión. «Hay que hacer la calle entera otra vez», resume. Escámez puntualiza, eso sí, que la prioridad de los fondos del canon de mejora se sitúa en Varadero y Santa Adela, dos barrios a los que este presupuesto podría regar con tres millones de euros. Lo que parece claro es que, de momento y por unos cuantos meses más, los motores seguirán rugiendo bajo el suelo de la calle Ancha. El que los tenga.
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