EL FARO DE MOTRIL / ALBUÑOL....>> PUERTA DE LA ALPUJARRA<< /

LA HUELLA DEL TIEMPO

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Imagen tomada desde el lecho de la cascada de piedra, donde se aprecian los cañones de diferentes seciones, horadados por el agua. / J.E.G

• IMPRESIONES DE NAVIDAD

• El paso del agua escribe la historia climática de la Tierra en las rocas de la Contraviesa

Se abre en dirección al cielo como si de una enorme chimenea de piedra se tratase, una brecha en las rocas que desde el fondo de un barranco busca la luz del sol. Es un canal vertical abierto por el agua que desde hace más de 250 millones de años encuentra su camino hacia el cauce que la conduce hasta el mar. Cae desde las laderas de los cerros de la Contraviesa hasta el lecho de la rambla de Aldáyar, en Albuñol, al sureste de Granada, que discurre entre desfiladeros y estrechas gargantas que, en ocasiones convierten las lluvias torrenciales en riadas de destrucción y muerte.
El túnel es una formación geológica en la que destacan mármoles y filitas (láminas de roca muy exfoliable parecidas a la pizarra) todos ellos de colores azulados, y onduladas vetas de calizas rojas y amarillas, que forman un micropaisaje de caverna semiabierta en la que el agua aún marca la huella del tiempo, y escribe en piedra la evolución climática de estas latitudes, además de dejar al descubierto las estratigrafías que muestran los movimientos geológicos de este territorio.
Situarse en el fondo de la cascada, habitualmente seca ya que se trata de una caída de torrentes generados por las lluvias, es observar el cambio que el clima ha experimentado a lo largo de millones de años. La primera impresión es un cañón semicircular de piedra de aproximadamente un metro y medio de anchura, que se ha creado por el paso de aguas muy torrenciales y duraderas que necesitaban abrir un gran canal para caer hacia el barranco. En la pared del fondo la piedra se abre de nuevo para formar otro cañón, mucho más estrecho, que delata que durante otros tiempos, los caudales de agua fueron mucho menores y efímeros, y más al fondo, perdido en la roca, un tercer canal, con una sección de pocos centímetros, es por donde ahora cae el agua, señal inequívoca de escasez y sequías prolongadas.
La cascada, rambla y desfiladeros de Aldáyar, forman parte de una curiosa ventana tectónica, que conectada con los territorios geológicos de Lújar al Oeste y de Gádor al Este, emerge del interior de la tierra para crear un paisaje singular descubierto por el hombre del Neolítico.