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LOS MISTERIOS QUE ESCONDEN LAS CAMPANAS DE LA CATEDRAL DE GRANADA
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En 1890, la campana volteó al campanero, quien andaba despistado en ese justo momento, y lo lanzó hacia el suelo con tan mala suerte que el campanero acabó falleciendo
Don Santiago se ocupó de la torre durante toda su vida, después de
que su padre y su abuelo también ocuparan este puesto tan solitario. La
torre de la catedral, perteneciente al elenco de torres inacabadas y
conocidas como “torres mochas”, fue el refugio de este campanero que
estableció su vivienda en una estancia de la torre, divida en
dormitorio, cocina y baño. Justo en el mismo lugar en el que Alonso Cano
instaló su taller algunos siglos antes.
El último campanero de Granada se convirtió en un personaje muy pintoresco de la ciudad. Según cuentan los que le conocieron, tenía diversos animales escondidos en los tejados, tales como gallinas, conejos, patos o cerdos. Don Santiago se ocupaba de alimentarlos y le servían para mantener llena la alacena, sin tener que bajar a la calle, y también cultivaba sus propias hortalizas
Al parecer, el campanero acostumbraba a entrar en su refugio a través de una puerta escondida que había en la calle de la Cárcel y que daba paso a una escalera de caracol. Don Santiago fue uno de los campaneros más fieles y eficientes guardianes de la torre de la catedral, donde pasaba las horas informando a los vecinos mediante el sonido de las campanas.
Durante sus últimos años de vida, decidió no volver a bajar de aquella torre, puesto que las escaleras se convirtieron en un impedimento para su avanzada edad. Sus compañeros del acatedral, entonces, se ofrecieron a ayudarle subiéndole provisiones a través de un cubo y una cuerda, de la que ya apenas podía tirar. Finalmente, Don Santiago murió el 14 de abril de 1989 a los 77 años y fue enterrado en la cripta de la catedral, junto a Alonso Cano.
El último campanero de Granada se convirtió en un personaje muy pintoresco de la ciudad. Según cuentan los que le conocieron, tenía diversos animales escondidos en los tejados, tales como gallinas, conejos, patos o cerdos. Don Santiago se ocupaba de alimentarlos y le servían para mantener llena la alacena, sin tener que bajar a la calle, y también cultivaba sus propias hortalizas
Al parecer, el campanero acostumbraba a entrar en su refugio a través de una puerta escondida que había en la calle de la Cárcel y que daba paso a una escalera de caracol. Don Santiago fue uno de los campaneros más fieles y eficientes guardianes de la torre de la catedral, donde pasaba las horas informando a los vecinos mediante el sonido de las campanas.
Durante sus últimos años de vida, decidió no volver a bajar de aquella torre, puesto que las escaleras se convirtieron en un impedimento para su avanzada edad. Sus compañeros del acatedral, entonces, se ofrecieron a ayudarle subiéndole provisiones a través de un cubo y una cuerda, de la que ya apenas podía tirar. Finalmente, Don Santiago murió el 14 de abril de 1989 a los 77 años y fue enterrado en la cripta de la catedral, junto a Alonso Cano.
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