IDEAL.
ESLOS CERDOS DE LAZOS ROJO
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Torvizcón conserva la tradición de alimentar, cebar y sortear cada año dos marranicos procedentes de las mandas cuando se celebran las fiestas en honor a San Antón
Desde hace centenares de años los vecinos del municipio
alpujarreño de Torvizcón crían cada año con mucha pasión y esmero uno, y
desde hace unos años, dos marranicos de San Antón procedentes de las
mandas para que en las fiestas patronales en honor a San Antón, que se
celebraran este año los días 20, 21 y 22 de enero, sean sorteados. Desde
hace unos años los marranicos de San Antón poseen un lugar para dormir,
comer y descansar. Antes los animalillos recorrían las calles del
pueblo para que les dieran de comer y para pasear a sus anchas,
durmiendo en cualquier lugar y a veces en alguna cuadra desocupada.
Desde tiempos inmemoriales los vecinos de Torvizcón tienen por costumbre ponerle un lazo anudado al cuello del marranito de San Antón para que sea identificado y respetado por los vecinos y visitantes. Antes más que ahora, los habitantes de Torvizcón estaban obligados, por tradición, a darle de comer y beber e incluso a ponerle a su disposición una cuadra o corralillo para que durmieran más calentitos en los fríos días de otoño e invierno.
Los recordados Agustín Góngora (fundador del Museo del Esparto), y ‘El Canario’ (propietario de un célebre bar regentado ahora por su familia), eran unos apasionados de los marranicos de San Antón por que, además de darles de comer cuando se acercaban a las puertas de sus casas, los acariciaban y les rascaban el morrillo para que se pusieran más contentos.
Un empleado del Ayuntamiento de Torvizcón, José Miguel
Cañadas, es el encargado de cuidar los marranicos de San Antón. "Los dos
marranicos nacieron en un criadero de cerdos de Órgiva y llegaron a
Torvizcón a principios del pasado mes de octubre. Yo procuro que no le
falte de nada y de que su cortijillo y su entorno se encuentren en
perfectas condiciones. Los marranicos de San Antón ya están muy grandes
por que comen mucho. En las fiestas serán sorteados. A estos animales
les encantan restregarse en los álamos y revolcarse en el barro, pero no
hay problema, porque yo me encargo de lavarlos y asearlos", terminó
diciendo este entrañable alpujarreño.
Días antes de las fiestas de San Antón Abad muchos vecinos de Torvizcón se adentran por un gran numero de parajes rurales: La Rambla, Prados de Villa Real, Cortijo Camacho… para conseguir grandes cantidades de gayombas y leña para, en la víspera festiva y durante casi toda la noche, poder tener encendidos en calles y plazas, o incluso al lado de los cortijos y cortijadas, los célebres chiscos (hogueras) impregnados de olores campesinos.
La gente de Torvizcón y los visitantes suelen ir recorriendo en la víspera de las fiestas, a partir de las diez de la noche, cada chisco, cantando, bebiendo, divirtiéndose y comiendo carne de cerdo a la brasa, adquirida en una carnicería. Los mayordomos y el Ayuntamiento se encargan de la organización de estas fiestas que cuentan con un extenso programa de actividades, reconocimientos y homenajes.
Desde tiempos inmemoriales los vecinos de Torvizcón tienen por costumbre ponerle un lazo anudado al cuello del marranito de San Antón para que sea identificado y respetado por los vecinos y visitantes. Antes más que ahora, los habitantes de Torvizcón estaban obligados, por tradición, a darle de comer y beber e incluso a ponerle a su disposición una cuadra o corralillo para que durmieran más calentitos en los fríos días de otoño e invierno.
Los recordados Agustín Góngora (fundador del Museo del Esparto), y ‘El Canario’ (propietario de un célebre bar regentado ahora por su familia), eran unos apasionados de los marranicos de San Antón por que, además de darles de comer cuando se acercaban a las puertas de sus casas, los acariciaban y les rascaban el morrillo para que se pusieran más contentos.
Días antes de las fiestas de San Antón Abad muchos vecinos de Torvizcón se adentran por un gran numero de parajes rurales: La Rambla, Prados de Villa Real, Cortijo Camacho… para conseguir grandes cantidades de gayombas y leña para, en la víspera festiva y durante casi toda la noche, poder tener encendidos en calles y plazas, o incluso al lado de los cortijos y cortijadas, los célebres chiscos (hogueras) impregnados de olores campesinos.
La gente de Torvizcón y los visitantes suelen ir recorriendo en la víspera de las fiestas, a partir de las diez de la noche, cada chisco, cantando, bebiendo, divirtiéndose y comiendo carne de cerdo a la brasa, adquirida en una carnicería. Los mayordomos y el Ayuntamiento se encargan de la organización de estas fiestas que cuentan con un extenso programa de actividades, reconocimientos y homenajes.
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