"LA RIADA SE LLEVÓ MI COSECHA Y 20.000 EUROS" IDEAL.ES
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Los agricultores de Albuñol siguen sin recibir ayudas para arreglar sus invernaderos cuando se cumple un año de las riadas que los destrozaron. Sólo un 5% de los afectados de la rambla contaba con seguros que, en muchos casos, no han cubierto los daños
Así lo denunciaba hace apenas unos días la Coordinadora de
Agricultores y Ganaderos de Granada (COAG), desde donde su secretario
provincial, Miguel Monferrer, mostró a IDEAL su incredulidad hacia la
llegada de compensaciones económicas. «La experiencia me dice que no van
a sacar nada», afirmó a IDEAL el propio Monferrer haciendo alusión a
estas ayudas que, según informó la Junta en el mes de diciembre, se
emitirían en enero. Pero nada se sabe de ellas, apuntan también los
agricultores. Entonces, la delegación territorial de Agricultura aseguró
que se destinaría un total de 1.011.000 euros de presupuesto ampliables
para paliar los daños de esta riada que pilló a sólo un 5% de los
invernaderos dañados con seguros contratados.
Ha pasado un año, pero todavía en los invernaderos de Albuñol se sienten las consecuencias de esta catástrofe que se ha traducido en una mala temporada derivada de la pérdida y retraso en las cosechas. Además, muchos de los agricultores han tenido que desembolsar cantidades de dinero que en algunos casos ascienden a 20.000 euros para volver a poner en pie sus cultivos y sus estructuras bajo plástico, para lo que han solicitado préstamos bancarios -aún contando con pólizas de seguro-, mientras, a su vez, se mantienen a la espera de recibir alguna ayuda por parte de las administraciones. Unas ayudas que ya, después de tanto tiempo, ni siquiera esperan.
Tal es el caso de Juan López, que trabaja con cuatro invernaderos en
la zona, uno de ellos explotado bajo concesión administrativa. Justo ese
fue el que se llevó la tromba de agua, que también malogró las semillas
de tomate con las que Juan contaba para comenzar la temporada. «Sólo en
estas plantas, perdí 3.000 euros», calcula este agricultor, quien
todavía no ha terminado de pagar las obras que acometió por su cuenta
para volver a poner en pie su invernadero. «La riada se llevó mi cosecha
y 20.000 euros entre gastos y pérdidas», asegura.
También por su cuenta tuvo que arreglar su invernadero Antonio Jesús Vázquez, quien al igual que Juan ha pasado una mala temporada después de que el agua fastidiara las plantas con las que iba a arrancar. «Esto es como una cadena, como tuve que aplazar la siembra, se me estropearon las raíces con las que ya contaba. Tuve que arrancarlo todo y volver a sembrar y eso fue nefasto», afirma este agricultor, que también contaba con seguro contratado y que ya ha perdido la cuenta de la cantidad que se ha gastado para arreglar sus cultivos. «Si me dan algo, por muy poco que sea, me conformo. Estoy acostumbrado a tirar para adelante», asegura Antonio Jesús, que puso en pie de nuevo su invernadero junto a su hijo.
«Los arreglos los acometimos entre los dos. Quitamos todos los tubos y el fango que se acumuló en el invernadero». Un trabajo pagado con un tiempo que, de no ser por las riadas, podrían haber destinado a cultivar. «Lo que más nos costó fue el arreglo de un motor que hace funcionar un pozo de riego que tenemos. El fango lo dejó prácticamente inservible, y tuvimos que contratar a personal especializado para que lo limpiaran».
Para hacer frente a estos gastos, estos agricultores han tirado de recursos propios y préstamos. Juan López, por su parte, escogió la opción bancaria puesto que, a pesar de tener un seguro contratado, éste no llegó a cubrir ni su invernadero, ni su cosecha tras las riadas. «Me dijeron que mi póliza no protegía mis instalaciones porque están constituidas por materiales como tubos. No lo entiendo; se trata de invernaderos que son mucho más fuertes que el resto y aún así, no me lo cubren», se queja este agricultor que, para mayor desazón, contaba con una póliza combinada que, en teoría cubría tanto el invernadero como la cosecha.
Un seguro como requisito
Justamente la contratación de este tipo de seguros es el que, según este agricultor, les pedía la Junta como requisito para poder aspirar a las ayudas cuyo máximo ascendería a 8.000 euros, según indica. Pero la única respuesta ha sido una carta en la que se le solicita la entrega de toda la documentación de nuevo, puesto que mientras el expediente se encontraba a su nombre, el informe pericial lo estaba a nombre de su mujer.
Una respuesta que ha llegado un año después. «Me informan de esto ahora, cuando ya ha pasado tanto tiempo desde aquello. He perdido una cosecha entera y ahora resulta que tengo que seguir esperando», argumenta. Una queja a la que también se suma Antonio Jesús Vázquez, que ha visto su solicitud rechazada por la petición de documentos adicionales. «Pedir las ayudas es un 'maremagnum'. Si a través de la COAG ya hemos preparado todos los papeles, no entiendo por qué ahora piden cosas que no sabíamos», sostiene. Pero la espera es el único recurso que les queda a estos agricultores, que se mantienen en el terreno de la incredulidad, después de haber visto cómo, después de un año, han tenido que mirar hacia adelante con sus propios recursos.
Ha pasado un año, pero todavía en los invernaderos de Albuñol se sienten las consecuencias de esta catástrofe que se ha traducido en una mala temporada derivada de la pérdida y retraso en las cosechas. Además, muchos de los agricultores han tenido que desembolsar cantidades de dinero que en algunos casos ascienden a 20.000 euros para volver a poner en pie sus cultivos y sus estructuras bajo plástico, para lo que han solicitado préstamos bancarios -aún contando con pólizas de seguro-, mientras, a su vez, se mantienen a la espera de recibir alguna ayuda por parte de las administraciones. Unas ayudas que ya, después de tanto tiempo, ni siquiera esperan.
También por su cuenta tuvo que arreglar su invernadero Antonio Jesús Vázquez, quien al igual que Juan ha pasado una mala temporada después de que el agua fastidiara las plantas con las que iba a arrancar. «Esto es como una cadena, como tuve que aplazar la siembra, se me estropearon las raíces con las que ya contaba. Tuve que arrancarlo todo y volver a sembrar y eso fue nefasto», afirma este agricultor, que también contaba con seguro contratado y que ya ha perdido la cuenta de la cantidad que se ha gastado para arreglar sus cultivos. «Si me dan algo, por muy poco que sea, me conformo. Estoy acostumbrado a tirar para adelante», asegura Antonio Jesús, que puso en pie de nuevo su invernadero junto a su hijo.
«Los arreglos los acometimos entre los dos. Quitamos todos los tubos y el fango que se acumuló en el invernadero». Un trabajo pagado con un tiempo que, de no ser por las riadas, podrían haber destinado a cultivar. «Lo que más nos costó fue el arreglo de un motor que hace funcionar un pozo de riego que tenemos. El fango lo dejó prácticamente inservible, y tuvimos que contratar a personal especializado para que lo limpiaran».
Para hacer frente a estos gastos, estos agricultores han tirado de recursos propios y préstamos. Juan López, por su parte, escogió la opción bancaria puesto que, a pesar de tener un seguro contratado, éste no llegó a cubrir ni su invernadero, ni su cosecha tras las riadas. «Me dijeron que mi póliza no protegía mis instalaciones porque están constituidas por materiales como tubos. No lo entiendo; se trata de invernaderos que son mucho más fuertes que el resto y aún así, no me lo cubren», se queja este agricultor que, para mayor desazón, contaba con una póliza combinada que, en teoría cubría tanto el invernadero como la cosecha.
Un seguro como requisito
Justamente la contratación de este tipo de seguros es el que, según este agricultor, les pedía la Junta como requisito para poder aspirar a las ayudas cuyo máximo ascendería a 8.000 euros, según indica. Pero la única respuesta ha sido una carta en la que se le solicita la entrega de toda la documentación de nuevo, puesto que mientras el expediente se encontraba a su nombre, el informe pericial lo estaba a nombre de su mujer.
Una respuesta que ha llegado un año después. «Me informan de esto ahora, cuando ya ha pasado tanto tiempo desde aquello. He perdido una cosecha entera y ahora resulta que tengo que seguir esperando», argumenta. Una queja a la que también se suma Antonio Jesús Vázquez, que ha visto su solicitud rechazada por la petición de documentos adicionales. «Pedir las ayudas es un 'maremagnum'. Si a través de la COAG ya hemos preparado todos los papeles, no entiendo por qué ahora piden cosas que no sabíamos», sostiene. Pero la espera es el único recurso que les queda a estos agricultores, que se mantienen en el terreno de la incredulidad, después de haber visto cómo, después de un año, han tenido que mirar hacia adelante con sus propios recursos.
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