EXPECTATIVA DE VIDA TRAS VENCER A LA HEPATITIS C
Las personas afectadas tendrán una esperanza de vida similar a la de la población general.
Redacción | Actualizado 19.01.2015 - 12:35
Según los resultados de un estudio publicado en Journal of the American Medical Association, los
pacientes con hepatitis C crónica y fibrosis hepática avanzada o
cirrosis que hubieran alcanzado la situación de respuesta virológica
sostenida (RVS, sinónimo de curación) tendrían una esperanza de vida
similar a la de la población general. En aquellos casos en que la
infección no hubiera remitido, no obstante, su esperanza de vida se
vería mermada de forma significativa.
La infección por el virus de la hepatitis C (VHC) provoca, con el paso del tiempo, el desarrollo de enfermedades hepáticas graves como cirrosis, cáncer de hígado y fallo hepático, que puede hacer necesario un trasplante así como comprometer seriamente la vida de la persona afectada, según la noticia publicada por Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH. Estudios anteriores ya habían mostrado que la esperanza de vida de las personas con infección crónica por el VHC era menor que la de la población general, pero este parámetro ha sido estudiado de forma más limitada en el subgrupo de personas exitosamente tratadas o en el de aquellas que no hubieran respondido al tratamiento.
Un equipo de investigación procedente del Centro Médico Erasmus de Rotterdam (Países Bajos) comparó las tasas de supervivencia de pacientes con infección crónica por VHC y fibrosis hepática o cirrosis instaurada antes del inicio del tratamiento con las de la población general.
El análisis retrospectivo incluyó a más de 500 pacientes afectados por infección crónica por VHC procedentes de Europa y Canadá que habían iniciado su tratamiento entre 1990 y 2003 (antes del desarrollo de los nuevos antivirales de acción directa). Los datos se obtuvieron a partir de los utilizados en un estudio previo. Se realizó un seguimiento a partir de las 24 semanas de finalizar el tratamiento (para estratificar los resultados en función de si las personas habían alcanzado o no RVS), comparándose en cada grupo la tasa global de supervivencia con la esperanza de vida de la población general ajustada por sexo y edad.
Se inició el seguimiento de 530 pacientes por un periodo de una mediana de 8,4 años de duración, lográndose completar en 454 (86%), de los cuales 192 habían alcanzado una situación de RVS. En este periodo se produjo el fallecimiento de 13 de los pacientes con RVS, lo que arrojó una tasa de supervivencia a los 10 años del 91,1%, que no difiere significativamente de la presente en la población general, ajustada por sexo y edad. En comparación, se produjo el fallecimiento de 100 pacientes que no habían alcanzado RVS, lo que arroja una tasa de supervivencia a los 10 años del 74%, significativamente menor a la de la población general, ajustada por sexo y edad.
Los autores del estudio consideran que la explicación de estas altas tasas de supervivencia entre pacientes con enfermedades hepáticas avanzadas y RVS puede deberse a una mejoría del estado de salud por una serie de mecanismos asociados a la propia RVS, como serían la regresión de la inflamación hepática y la fibrosis, la disminución del gradiente presión venosa hepática, la menor incidencia de hepatocarcinoma celular y fallo hepático, así como la existencia de una menor comorbilidad con diabetes mellitus, enfermedad renal en fase terminal y accidentes cardiovasculares, patologías asociadas por si mismas con un descenso importante de la esperanza de vida. En el caso concreto del hepatocarcinoma celular, el riesgo sigue siendo superior al de la población general, pero sustancialmente menor que el de aquellas personas afectadas por infecciones crónicas por VHC que no han alcanzado la RVS.
Los resultados del estudio ponen en evidencia las indudables ventajas del tratamiento curativo para la infección por VHC. Estas ventajas no sólo revierten en una mejora del estado de salud actual de las personas que lo sufren, sino que previene la aparición de enfermedades futuras. Sería importante que estos hechos fueran tenidos en cuenta a la hora de valorar el impacto a nivel de salud pública de tratar al mayor número posible de personas con VHC con los nuevos fármacos de acción directa, los cuales cuentan con elevadas tasas de curación y buenos niveles de tolerabilidad.
La infección por el virus de la hepatitis C (VHC) provoca, con el paso del tiempo, el desarrollo de enfermedades hepáticas graves como cirrosis, cáncer de hígado y fallo hepático, que puede hacer necesario un trasplante así como comprometer seriamente la vida de la persona afectada, según la noticia publicada por Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH. Estudios anteriores ya habían mostrado que la esperanza de vida de las personas con infección crónica por el VHC era menor que la de la población general, pero este parámetro ha sido estudiado de forma más limitada en el subgrupo de personas exitosamente tratadas o en el de aquellas que no hubieran respondido al tratamiento.
Un equipo de investigación procedente del Centro Médico Erasmus de Rotterdam (Países Bajos) comparó las tasas de supervivencia de pacientes con infección crónica por VHC y fibrosis hepática o cirrosis instaurada antes del inicio del tratamiento con las de la población general.
El análisis retrospectivo incluyó a más de 500 pacientes afectados por infección crónica por VHC procedentes de Europa y Canadá que habían iniciado su tratamiento entre 1990 y 2003 (antes del desarrollo de los nuevos antivirales de acción directa). Los datos se obtuvieron a partir de los utilizados en un estudio previo. Se realizó un seguimiento a partir de las 24 semanas de finalizar el tratamiento (para estratificar los resultados en función de si las personas habían alcanzado o no RVS), comparándose en cada grupo la tasa global de supervivencia con la esperanza de vida de la población general ajustada por sexo y edad.
Se inició el seguimiento de 530 pacientes por un periodo de una mediana de 8,4 años de duración, lográndose completar en 454 (86%), de los cuales 192 habían alcanzado una situación de RVS. En este periodo se produjo el fallecimiento de 13 de los pacientes con RVS, lo que arrojó una tasa de supervivencia a los 10 años del 91,1%, que no difiere significativamente de la presente en la población general, ajustada por sexo y edad. En comparación, se produjo el fallecimiento de 100 pacientes que no habían alcanzado RVS, lo que arroja una tasa de supervivencia a los 10 años del 74%, significativamente menor a la de la población general, ajustada por sexo y edad.
Los autores del estudio consideran que la explicación de estas altas tasas de supervivencia entre pacientes con enfermedades hepáticas avanzadas y RVS puede deberse a una mejoría del estado de salud por una serie de mecanismos asociados a la propia RVS, como serían la regresión de la inflamación hepática y la fibrosis, la disminución del gradiente presión venosa hepática, la menor incidencia de hepatocarcinoma celular y fallo hepático, así como la existencia de una menor comorbilidad con diabetes mellitus, enfermedad renal en fase terminal y accidentes cardiovasculares, patologías asociadas por si mismas con un descenso importante de la esperanza de vida. En el caso concreto del hepatocarcinoma celular, el riesgo sigue siendo superior al de la población general, pero sustancialmente menor que el de aquellas personas afectadas por infecciones crónicas por VHC que no han alcanzado la RVS.
Los resultados del estudio ponen en evidencia las indudables ventajas del tratamiento curativo para la infección por VHC. Estas ventajas no sólo revierten en una mejora del estado de salud actual de las personas que lo sufren, sino que previene la aparición de enfermedades futuras. Sería importante que estos hechos fueran tenidos en cuenta a la hora de valorar el impacto a nivel de salud pública de tratar al mayor número posible de personas con VHC con los nuevos fármacos de acción directa, los cuales cuentan con elevadas tasas de curación y buenos niveles de tolerabilidad.
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