CON FLORES Y PALMAS
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El Paso Blanco escenificó, con cientos de figurantes, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén
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La cofradía completó su cortejo con exhibición de varios carros al galope con emperadores romanos, y dio protagonismo al Rey Salomón y a la Reina de Saba
Un pueblo rendido a Jesús, que lo aclama, lo rodea entre lo que casi
se convierte en un mar de palmas y ramas de olivo, con cientos de
figurantes ataviados a la usanza del Israel de hace más de dos mil años,
es la estampa viva de la reencarnación de uno de los pasajes bíblicos
más atractivos y simbólicos, que cada Domingo de Ramos revive en
procesión el Paso Blanco.
La representación de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que popularmente se conoce como ‘Pueblo Hebreo’, constituye el núcleo del desfile bíblico pasional de los blancos. El resto del cortejo, que es muy potente y atractivo en contenido, queda hasta cierto punto oscurecido por este multitudinario grupo, que salió por primera vez en procesión en el año 1855, y que entonces lo integraban una treintena de personas.
El cambio, sobre todo en los últimos veinte años, ha sido espectacular, y hombres, mujeres y niños blancos tienen como su mayor orgullo participar en este Pueblo Hebreo, que viene a convertirse en el crisol que nutre el cambio generacional en la cofradía. Y, en medio de esa multitud, la figura de Jesús, montado sobre un borriquillo, un personaje al que en los últimos años da vida de forma magistral un cofrade blanco, que cuida durante todo el año su aspecto físico para que el parecido sea el mayor posible.
Y como banda sonora, entre los vivas y aplausos de los espectadores que presenciaban el cortejo en unas tribunas a reventar, el cántico de ese himno triunfal para el recibimiento de Jesús, «con flores y palmas sembremos el suelo...», que algunos de los grupos de hebreos intentaban cantar.
Pero el cortejo blanco tuvo una parte eminentemente romana, con la presencia de personajes relacionados con el cristianismo como los emperadores Octavio, Licinio, Magencio, Constantino y Teodosio, que sobre sendos y veloces carros, con seis caballos en línea, pusieron la emoción por la espectacularidad de los enganches.
Otra parte de la procesión, de tinte eminentemente hebreo, giró en torno al Rey Salomón, que apareció sobre una biga, luciendo el manto que se estrenó en el año 2007, que es una fiel reproducción del realizado en 1932, con una original cenefa de funcionarios y personajes de la corte bordados en sedas, enmarcando un medallón que refleja al rey como desfila en procesión ante el templo de Jerusalén.
Rodeaban a este monarca israelita, el más famoso de su historia por su sabiduría, varias caballerías como las de la Tribus de Israel y la de las mujeres del Rey David. Detrás, la fastuosa carroza de la Reina de Saba, personaje que, precisamente anoche, estrenó una nueva túnica de raso blanco bordada en oro y sedas de colores azul, verde y rojo con motivos de inspiración egipcia, en los que destacaban las figuras de gansos con las alas desplegadas y la cola de serpiente que simbolizan al dios Amón, así como flores de loto y de papiro.
También volvieron los blancos a incluir en su cortejo a un nuevo personaje, cuyo estreno tuvo lugar el Viernes de Dolores. Se trata del faraón Siamón, que fue suegro de Salomón y desfiló sobre una cuadriga.
Y, como ocurre en esta procesión, el final del cortejo del Paso Blanco tiene como protagonista al patrono de la cofradía, San Juan Evangelista, que es llevado a hombros por casi un centenar de portapasos. La figura del apóstol preferido es una talla donada por los hermanos Montesinos Pérez-Chirinos en el año 1973, que luce una túnica verde y un mantolín rojo. El trono se estrenó en 1999 y es de madera de caoba tallada y dorada de estilo barroco.
Las banderas de la cofradía, el estandarte de San Juan, uno de los bordados más interesantes de los blancos, y el grupo de los cuatro jinetes del Apocalipsis completaban esta parte del cortejo, que se cerró con la Agrupación Musical Virgen de la Amargura.
La procesión tuvo como colofón a la Hermandad de la Curia, Paso Negro, que es la cofradía que tradicionalmente preside este cortejo. La imagen de su titular, la Virgen de la Soledad, iba sobre su trono restaurado recientemente y lucía un bello manto bordado en sedas y oro, diseñado por Joaquín Ruiz Guzmán.
La representación de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que popularmente se conoce como ‘Pueblo Hebreo’, constituye el núcleo del desfile bíblico pasional de los blancos. El resto del cortejo, que es muy potente y atractivo en contenido, queda hasta cierto punto oscurecido por este multitudinario grupo, que salió por primera vez en procesión en el año 1855, y que entonces lo integraban una treintena de personas.
El cambio, sobre todo en los últimos veinte años, ha sido espectacular, y hombres, mujeres y niños blancos tienen como su mayor orgullo participar en este Pueblo Hebreo, que viene a convertirse en el crisol que nutre el cambio generacional en la cofradía. Y, en medio de esa multitud, la figura de Jesús, montado sobre un borriquillo, un personaje al que en los últimos años da vida de forma magistral un cofrade blanco, que cuida durante todo el año su aspecto físico para que el parecido sea el mayor posible.
Y como banda sonora, entre los vivas y aplausos de los espectadores que presenciaban el cortejo en unas tribunas a reventar, el cántico de ese himno triunfal para el recibimiento de Jesús, «con flores y palmas sembremos el suelo...», que algunos de los grupos de hebreos intentaban cantar.
Pero el cortejo blanco tuvo una parte eminentemente romana, con la presencia de personajes relacionados con el cristianismo como los emperadores Octavio, Licinio, Magencio, Constantino y Teodosio, que sobre sendos y veloces carros, con seis caballos en línea, pusieron la emoción por la espectacularidad de los enganches.
Otra parte de la procesión, de tinte eminentemente hebreo, giró en torno al Rey Salomón, que apareció sobre una biga, luciendo el manto que se estrenó en el año 2007, que es una fiel reproducción del realizado en 1932, con una original cenefa de funcionarios y personajes de la corte bordados en sedas, enmarcando un medallón que refleja al rey como desfila en procesión ante el templo de Jerusalén.
Rodeaban a este monarca israelita, el más famoso de su historia por su sabiduría, varias caballerías como las de la Tribus de Israel y la de las mujeres del Rey David. Detrás, la fastuosa carroza de la Reina de Saba, personaje que, precisamente anoche, estrenó una nueva túnica de raso blanco bordada en oro y sedas de colores azul, verde y rojo con motivos de inspiración egipcia, en los que destacaban las figuras de gansos con las alas desplegadas y la cola de serpiente que simbolizan al dios Amón, así como flores de loto y de papiro.
También volvieron los blancos a incluir en su cortejo a un nuevo personaje, cuyo estreno tuvo lugar el Viernes de Dolores. Se trata del faraón Siamón, que fue suegro de Salomón y desfiló sobre una cuadriga.
Y, como ocurre en esta procesión, el final del cortejo del Paso Blanco tiene como protagonista al patrono de la cofradía, San Juan Evangelista, que es llevado a hombros por casi un centenar de portapasos. La figura del apóstol preferido es una talla donada por los hermanos Montesinos Pérez-Chirinos en el año 1973, que luce una túnica verde y un mantolín rojo. El trono se estrenó en 1999 y es de madera de caoba tallada y dorada de estilo barroco.
Las banderas de la cofradía, el estandarte de San Juan, uno de los bordados más interesantes de los blancos, y el grupo de los cuatro jinetes del Apocalipsis completaban esta parte del cortejo, que se cerró con la Agrupación Musical Virgen de la Amargura.
La procesión tuvo como colofón a la Hermandad de la Curia, Paso Negro, que es la cofradía que tradicionalmente preside este cortejo. La imagen de su titular, la Virgen de la Soledad, iba sobre su trono restaurado recientemente y lucía un bello manto bordado en sedas y oro, diseñado por Joaquín Ruiz Guzmán.
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