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¿Qué ocurrió en la curva de A Grandeira? A estas horas toda Galicia se hace la misma pregunta, después de que la pasada noche murieran 77 personas y más de 140 resultaran heridas tras el descarrilamiento de un tren Alvia que hacía la ruta Madrid-Ferrol. Se trata de una curva muy complicada y cerrada. Ahí la razón que en el lugar del terrible suceso está prohibido que los ferrocarriles circulen a más de 80 kilómetros por hora. No obstante, el conductor del tren siniestrado ha reconocido que iba a una velocidad de unos 190 kilómetros por hora, según han informado fuentes de la investigación.
El convoy, que venía de circular a una gran velocidad, superando los 200 kilómetros por hora, no frenó lo suficiente y duplicó la velocidad permitida. Justo en esa curva, el tren volcó haciendo descarrilar algunos de sus vagones y provocando una auténtica tragedia.
La Policía y técnicos de infraestructuras ferroviarias trabajan en el lugar del accidente para intentar obtener las primeras pruebas de si esta ha sido la causa del accidente o el mismo se ha producido por otros motivos. Fuentes de Renfe han confirmado que el tren llevaba cinco minutos de retraso, si bien han precisado que una horquilla de cinco minutos, de retraso o de adelanto, es bastante habitual en los servicios por lo que no han querido vincularlo a cuál haya podido ser la causa del accidente.
Los usuarios del Alvia que recorre la distancia entre Madrid y Ferrol, conocen bien la curva A Grandeira. Ya el mismo día de la inauguración de ese trazado, el 10 de diciembre de 2011, al llegar a la misma, el tren dio un bandazo que provocó el desequilibrio de algunos de los usuarios. Hubo, ese día, un murmullo general sobre lo dura que era esa curva después de más de 80 kilómetros de línea casi recta de AVE desde Ourense. Si en esos 80 kilómetros iniciales el tren no parece moverse, allí se nota por primera vez la inercia de un cambio de dirección.
Se trata de la primera curva que se encuentra el tren que circula entre Madrid y Ferrol al llegar a Santiago de Compostela desde Ourense. Es además, donde ya no hay trazado nuevo completamente independiente para el AVE sino que el tren usa parte del trazado antiguo, la vía que se construyó durante el franquismo entre ambas ciudades.
«Descarrilé, qué le voy a hacer»
El tren que circula entre Madrid y Ferrol viaja por distintos trazados. Es el ferrocarril más rápido que circula por Santiago. Entre Madrid y Olmedo (Valladolid) utiliza la línea del AVE. Posteriormente, entre Olmedo y Ourense vuelve a circular por una vía convencional, a la espera de que se terminen la obras del AVE que ya están en marcha. Finalmente, entre Ourense y Santiago se incorpora a la línea del AVE, que a la entrada de Santiago discurre junto a la vía antigua. En ese momento el tren debe frenar y, al llegar a la curva cerrada donde tuvo lugar el accidente, dejar la velocidad en solo 80 kilómetros por hora. El descenso de velocidad en ese punto es muy pronunciado: se pasa de 200 kilómetros por hora a 80 en un corto lapso de tiempo.
Técnicos de Renfe buscaban a primeras horas de la noche el 'teloc', la caja negra del tren, donde quedan registradas las velocidades del tren. Este sistema está situado en la máquina. Igualmente, en estas cintas queda grabada cualquier incidencia que se haya podido producir, así como el posible exceso de velocidad.
Uno de los dos maquinistas que llevaban el convoy accidentado hablaba por teléfono tras el accidente. En la conversación no paraba de repetir «descarrilé, qué le voy a hacer, qué voy a hacer», según informa La Voz de Galicia. Los dos conductores del tren salieron ilesos del siniestro y después de que el tren hubiese descarrilado estuvieron colaborando en las tareas de rescate y ayuda a los heridos. Ambos maquinistas salieron ilesos del accidente en el que al menos 60 personas han perdido la vida y más de 100 han resultado heridas, algunas de ellas de extrema gravedad. Las palabras de desesperación de uno de ellos que recoge 'La Voz de Galicia' dan muestra del impacto que ha provocado la tragedia.
El siniestro se ha producido en una zona de acceso a Santiago, en Angrois, una parroquia de la capital gallega que se encuentra a unos cuatro kilómetros de la estación. Alrededor de las 20.42 de la tarde, uno de los vagones saltó por los aires, saltando el muro y aterrizando en una calzada próxima. Unos seis vagones han quedado de un lado del puente y otros cuatro del otro lado, además de la máquina.
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