HOY EXTREMADURA
EL CEREBRO DE PRIMO DE RIVERA AGONIZA
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Aunque desde Parques y Jardines se asegura que aguanta el transplante, el árbol muestra un aspecto seco y desolador
El cedro de Primo de Rivera trasladado al Parque del Príncipe es la
viva imagen de la desolación. A punto de abrirse al tráfico la avenida
cortada desde el pasado mes de julio por las obras del parking, el
círculo se cierra, pero el cedro arrebatado a esta vía, muere.
Cualquiera que se acerque a la zona a la que fue trasplantado el cedro hace 10 meses podrá percatarse de que su aspecto no es bueno. Está feo y lánguido. A su alrededor, el resto de las especies se muestran en todo su verdor primaveral. Este árbol parece que no ha resistido las malas condiciones en las que se llevó a cabo su trasplante, el pasado 21 de julio.
La información oficial que se da desde el Ayuntamiento tras consultar al jefe de Parques y Jardines, Miguel Durán (con quien este medio no pudo hablar en persona) es que este ejemplar «sigue aguantando el transplante, aunque hay que esperar a que pase el verano para ver qué tal va todo».
El único indicio de vida que se atisba son dos ramas con un color algo más verdoso que la mayor parte de la vegetación que mantiene, arrasada por completo y cargada de tonos marrones y parduzcos. Los jardineros que trabajan en este parque, pulmón vivo de la ciudad, indican que son las dos únicas muestras de vida y señalan que esta especie está moribunda. Dan a entender que solo podría salvarse gracias a un milagro y que prácticamente se le da por muerto. En ocasiones un árbol transplantado puede llegar a vivir hasta un año solo con las reservas de agua que le quedan por las ramas, incluso presentar un buen aspecto y después morir. Tal vez haya conservado alguna reserva este cedro, pero a estas alturas no se le nota.
Los motivos por los que este árbol no ha arraigado son los que ya se pusieron de manifiesto cuando se llevó a cabo el traslado. Si todos los árboles con hojas perennes presentan dificultades, cuánto más en las fechas en que se hizo el trasplante, en pleno verano. Las posibilidades de que sobreviva si se hace en invierno pueden llegar a aumentar en un 50%, según se explicó en ese momento. Además, en este caso en concreto este ejemplar contaba con raíces muy cortas, lo que dificultaba su agarre.
Lo que sí confirman los jardineros del parque es que este árbol ha estado cuidado con mucho mimo. Explican que se le ha regado y abonado mucho, y que también se han protegido las ramas para que no fueran vencidas por el viento. Continúan colocados unos pivotes de madera, que sostienen todo el tronco y que se llaman tutoras. Será después del verano cuando se determine qué hacer con este árbol si finalmente, y como todo indica, no sobrevive. Alguno de estos profesionales apuntan, como idea, a que se quede como recuerdo de un árbol querido una parte de su tronco, por ejemplo. Esta especie procede del Himalaya, y sus ramas están un poco inclinadas hacia el suelo para soportar la nieve propia de aquel entorno. Pueden llegar a sobrevivir incluso 1.000 años.
Fue un traslado complicado, que se prolongó durante siete largas horas en una calurosa jornada, y que generó mucha expectación y muchas críticas. El árbol sufrió, perdió algunas ramas e incluso tuvo que padecer el ser llevado por un camión mucho más corto que su tamaño, hubo tramos en los que se iba arrastrando. Cuando fue colocado ya quedó un poco desfigurado.
La plataforma ‘Cáceres Verde’, surgida en defensa de las especies vegetales en la ciudad, siempre tildó de «paripé» el trasplante. En realidad, tal y como señala Luis Alejandre, integrante de este grupo, más que un árbol singular ‘per se’, tiene el valor de haber estado durante cinco décadas en un punto muy transitado de la ciudad. «Mis hijas, que ya tienen 17 y 20 años, lo han visto toda su vida, ese árbol es ya un icono».
Miembros de esta plataforma han estado muy pendientes del estado del árbol y de su calamitosa situación. «Nosotros creemos que más que someter a esta especie a ese proceso , hubiera sido mejor que lo hubieran trasladado sólo unos metros más allá, junto a la estatua de Primo de Rivera».
Cualquiera que se acerque a la zona a la que fue trasplantado el cedro hace 10 meses podrá percatarse de que su aspecto no es bueno. Está feo y lánguido. A su alrededor, el resto de las especies se muestran en todo su verdor primaveral. Este árbol parece que no ha resistido las malas condiciones en las que se llevó a cabo su trasplante, el pasado 21 de julio.
La información oficial que se da desde el Ayuntamiento tras consultar al jefe de Parques y Jardines, Miguel Durán (con quien este medio no pudo hablar en persona) es que este ejemplar «sigue aguantando el transplante, aunque hay que esperar a que pase el verano para ver qué tal va todo».
El único indicio de vida que se atisba son dos ramas con un color algo más verdoso que la mayor parte de la vegetación que mantiene, arrasada por completo y cargada de tonos marrones y parduzcos. Los jardineros que trabajan en este parque, pulmón vivo de la ciudad, indican que son las dos únicas muestras de vida y señalan que esta especie está moribunda. Dan a entender que solo podría salvarse gracias a un milagro y que prácticamente se le da por muerto. En ocasiones un árbol transplantado puede llegar a vivir hasta un año solo con las reservas de agua que le quedan por las ramas, incluso presentar un buen aspecto y después morir. Tal vez haya conservado alguna reserva este cedro, pero a estas alturas no se le nota.
Los motivos por los que este árbol no ha arraigado son los que ya se pusieron de manifiesto cuando se llevó a cabo el traslado. Si todos los árboles con hojas perennes presentan dificultades, cuánto más en las fechas en que se hizo el trasplante, en pleno verano. Las posibilidades de que sobreviva si se hace en invierno pueden llegar a aumentar en un 50%, según se explicó en ese momento. Además, en este caso en concreto este ejemplar contaba con raíces muy cortas, lo que dificultaba su agarre.
Lo que sí confirman los jardineros del parque es que este árbol ha estado cuidado con mucho mimo. Explican que se le ha regado y abonado mucho, y que también se han protegido las ramas para que no fueran vencidas por el viento. Continúan colocados unos pivotes de madera, que sostienen todo el tronco y que se llaman tutoras. Será después del verano cuando se determine qué hacer con este árbol si finalmente, y como todo indica, no sobrevive. Alguno de estos profesionales apuntan, como idea, a que se quede como recuerdo de un árbol querido una parte de su tronco, por ejemplo. Esta especie procede del Himalaya, y sus ramas están un poco inclinadas hacia el suelo para soportar la nieve propia de aquel entorno. Pueden llegar a sobrevivir incluso 1.000 años.
Símbolo
El traslado de este cedro de unos 50 años de antigüedad se convirtió
en un símbolo de la oposición de un sector de la sociedad a que las
obras del parking significaran la tala de árboles en la zona, ya que
tuvieron que retirarse algunos plátanos de sombra también.Fue un traslado complicado, que se prolongó durante siete largas horas en una calurosa jornada, y que generó mucha expectación y muchas críticas. El árbol sufrió, perdió algunas ramas e incluso tuvo que padecer el ser llevado por un camión mucho más corto que su tamaño, hubo tramos en los que se iba arrastrando. Cuando fue colocado ya quedó un poco desfigurado.
La plataforma ‘Cáceres Verde’, surgida en defensa de las especies vegetales en la ciudad, siempre tildó de «paripé» el trasplante. En realidad, tal y como señala Luis Alejandre, integrante de este grupo, más que un árbol singular ‘per se’, tiene el valor de haber estado durante cinco décadas en un punto muy transitado de la ciudad. «Mis hijas, que ya tienen 17 y 20 años, lo han visto toda su vida, ese árbol es ya un icono».
Miembros de esta plataforma han estado muy pendientes del estado del árbol y de su calamitosa situación. «Nosotros creemos que más que someter a esta especie a ese proceso , hubiera sido mejor que lo hubieran trasladado sólo unos metros más allá, junto a la estatua de Primo de Rivera».
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