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LA NOCHE MÁS OSCURA.

IDEAL.ES

Una vecina de Cartuja prepara la cena gracias a la luz de una linterna que funciona con pilas.
Una vecina de Cartuja prepara la cena gracias a la luz de una linterna que funciona con pilas. / Ramón L. Pérez
  • IDEAL se adentra en los barrios de La Paz, Rey Badis, Cartuja y Almanjáyar para contar la supervivencia de los vecinos entre apagones e invernaderos de marihuana, una red que con la crisis se ha convertido en negocio global

  • Endesa comprueba que en estos barrios se consume más energía que en todo el polígono de Juncaril, el más grande de Andalucía

  • Un jornal de cortar y secar las plantas de 'maría' se paga a una media de 80 euros por día

La noche más oscura cae sobre la Zona Norte de Granada. Medio siglo cumplido desde que los primeros bloques de viviendas empezaran a brotar en las antiguas huertas y en los descampados de la zona norte de Granada, los barrios que surgieron para dar cobijo a familias completas de granadinos siguen envueltos en la misma marginalidad con la que vieron la luz. El distrito de Granada está declarado 'zona con necesidades de transformación social' por la Junta de Andalucía, un apellido que describe los niveles de exclusión social, desempleo, drogadicción, desestructuración, desintegración social y todo el alfabeto completo de neolingua que certifica que en medio siglo nadie ha logrado la jugada maestra que necesitan. La crisis que galopa por España desde hace casi una década ha terminado por convertir estas calles y plazas en un polvorín que se ha visto obligado a mutar, a adaptarse. La solución ha sido engancharse a la marihuana
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Las protestas vecinales, recurrentes desde hace dos años, por los continuos apagones y cortes de luz que hacen que la vida y la rutina sea inexistente, han destapado una completa red de cultivo, producción y tráfico de marihuana que, según los vecinos, «da de comer a buena parte del barrio». La ecuación es que el cultivo de marihuana en invernadero es rentable siempre y cuando no se tenga que pagar la energía eléctrica necesaria para el cultivo. Y ahí está la raíz del problema. IDEAL se adentra en los barrios de La Paz, Rey Badis, Cartuja y Almanjáyar para contar la supervivencia de los vecinos entre apagones e invernaderos de marihuana, una red que con la crisis se ha convertido en un negocio global.
Dos concejalas en Norte
Taconeando, preñada y sin escolta, a diferencia esto último de los ediles del equipo de gobierno, la concejala socialista Jemi Sánchez se desenvuelve por los vericuetos de estos barrios como trabajadora social que es y que conoce todos los guetos de Andalucía. Jemi, la ternura y la furia, es el altavoz de los vecinos de la Zona Norte y el martillo de las administraciones.
Vean si no: «Llevamos tres años avisando del aumento de los cortes en el suministro eléctrico en estos barrios. Recibiendo y amparando a personas que tienen su contrato y pagan sus facturas sin poder disfrutar de un servicio tan básico como la electricidad. Y detrás de cada queja por un corte de luz hay situaciones dramáticas de emergencia». No basta. «Es solo un ejemplo del abandono de estos barrios, de la falta de limpieza, la inseguridad, el absentismo escolar y el desempleo sin precedentes».
Jemi Sánchez no se cansa, y ha elevado con el comienzo de 2016 el tono de su discurso, y cuando en los barrios callan, ella denuncia la desigualdad, pero también el miedo: «Ante esta injusticia atroz, el grupo municipal socialista no va a parar de exigir un cambio de rumbo en la intervención con estos barrios que debe hacerse de forma preferente. No vamos a parar mientras las familias vivan con miedo».
No sólo son dardos de acero, también hay soluciones, la jugada maestra: «Llevamos años pidiendo una intervención integral para dar soluciones a este distrito. Será una intervención coordinada de todas las partes que debe organizar el alcalde desde el Ayuntamiento. Pasa por rescatar un 'plan integral' que fue enterrado y dejado en el olvido, como las más de 30.000 personas que viven en los siete barrios del distrito Norte».
Su análisis insiste en que «los cortes de luz sólo son un síntoma de la situación que aquí se vive, del desempleo, de la impunidad y del abandono crónico. Por eso exigimos una convocatoria urgente para la reactivación del Plan Estratégico del Distrito Norte, que se presentó en 2008 y se quedó en algún cajón». «Se trata de sentar a todas las administraciones y a los vecinos para empezar a trabajar por la transformación social real del distrito Norte».
Del PSOE al PP, de Jemi Sánchez a Telesfora Ruiz, la concejala del equipo de gobierno y presidenta de la junta municipal del distrito Norte acude cada mes al centro cívico de Cartuja en coche oficial y con un policía local de paisano. Sin despeinarse, esta dura trabajadora da la cara con su propio estilo inquebrantable. Trabajadora de ánimo incansable, la edil se ha reunido con representantes vecinales, con los grupos políticos integrados en la junta municipal del distrito Norte y con miembros de Endesa, para abordar este «grave problema».
La agenda de Telesfora Ruiz, echa fuego. Hay reuniones con la Subdelegación del Gobierno, para tratar las actuaciones que se están tomando desde el Cuerpo Nacional de Policía para acabar con esta situación de ilegalidad. Y con el juez decano de Granada, puesto que es el poder judicial quien tiene que autorizar los registros policiales en las viviendas donde se cree que se puede estar defraudando el fluido eléctrico. También mantiene contactos con la Junta de Andalucía, propietaria de un gran número de viviendas donde están alojadas las personas que están cultivando marihuana con enganches ilegales a la luz. Todo ello para buscar soluciones a una situación «compleja» que se está prolongando en el tiempo. Una vez más, este diabólico tablero de ajedrez.
Endesa ya no puede más
Juegan blancas. Juegan negras. Juega Endesa y mueve ficha el director provincial de Endesa, José Luis Pérez Mañas, habla con todo el mundo, se reúne con todos, aporta datos y extrae conclusiones. De su boca salen expresiones como «ya no podemos más». Es jaque mate. «Hemos llegado al límite técnico en Norte. La red eléctrica no da para más». «El distrito tiene tan solo un 10% de contratos, es decir, que el 90% de las viviendas no paga la luz». «Se consume más energía que en el Polígono Juncaril, el más grande de Andalucía».
Las consecuencias son transformadores quemados y una docena de cortes de luz de media al día que se prolongan un mínimo de una hora y que mantiene consternados, alerta y preocupados a todos los vecinos. Un dato más. El mes pasado, diciembre de 2015, Endesa informó que había multiplicado ya por seis la potencia contratada en los barrios de la zona Norte. Y los cortes de luz, continúan. Y las dos concejalas, Jemi y Telesfora, también. Ambas han declarado a los medios que «el consumo de electricidad se debe al cultivo de marihuana en invernaderos».
No es noticia en Norte. Todos lo saben. La 'marea verde' que empezó prácticamente a título particular se ha convertido en un negocio global que ha generado riqueza en muchas familias de estos barrios. Las consecuencias se ven. Y también se huelen. En la calle Sánchez Cotán, que divide La Paz de Cartuja, hay dos Mercedes de gama alta aparcados junto a un BMW serie 7. En la calle Martín Pinzón que sube hacia el 'Hotel Luz', otros cinco deportivos de la marca del '¿Te gusta conducir'? se encuentran estacionados, tan campantes.
Un control de la Policía Nacional de unos catorce agentes armados hasta los dientes ha parado una furgoneta. En las aceras, varios grupos de vecinos contemplan la escena. El olor intenso a marihuana es el contrapunto a la impotencia. Llega hasta las nuevas instalaciones del Granada CF, donde los jugadores suelen hacer chistes al respecto con el olor a 'maría' y los 'controles antidoping'. Sube también por Parque Nueva Granada y se ha instalado en cada recoveco de la Zona Norte entera. Todo el mundo sabe que a izquierda y derecha de los agentes policiales la marihuana es cultivada a troche y moche. Y genera 'empleo'. En el Polígono se llegan a pagar, cuenta el propio vecindario, jornales de ochenta euros diarios por trabajar a destajo para cortar y secar la 'maría' y dejarla preparada para su transporte. El barrio ha mutado, se ha adaptado y, todos en su nivel, se buscan la vida.
Ni 'bajarse al Moro'
El nivel de producción de marihuana es tal que ya nadie se molesta siquiera en -¿se acuerdan?, 'bajarse al Moro'- aquel viaje tan famoso en los ochenta y noventa de cruzar el Estrecho, comprar hachís barato en Marruecos y venderlo en España. Se ha quedado obsoleto. Ahora, la peña se baja a Granada. Hay datos y razones que lo explican de forma pluscuamperfecta. Como un alfil que cruza el tablero para acosar al rey en una jugada implacable. Hay barrios marginados, crisis económica que ha reventado los servicios sociales, una tasa de desempleo que asusta, analfabetismo funcional, desestructuración. El terreno está perfectamente abonado para que brote con fuerza el negocio de la marihuana, al menos para que crezca con la misma intensidad con que las cosechas se agigantan bajo los focos en los ocultos invernaderos.
Según los datos objetivos publicados por este periódico, en 2014 se incautaron en España 176.309 plantas de esta droga, y un 22% se decomisaron en Granada, es decir, 37.240. La Comandancia de la Guardia Civil de Granada fue la primera del país en número de plantas alijadas y a la Policía Nacional le faltó muy poco también para quedarse en primera posición. Otro dato bastante llamativo. La Policía Nacional, faltando aún dos meses para acabar el año pasado, sumaba 11.000 plantas decomisadas frente a las 6.700 incautadas en 2014, es decir, el doble de plantas sustraídas.
Y los testimonios: «La marihuana incautada en la capital es una barbaridad. No damos a basto. Aquí viene gente de otros sitios del país, como de Asturias, Euskadi y el Levante para comprar esta droga. También nos hemos encontrado con holandeses y checos». La elevada oferta de marihuana permite vender el kilo de esta sustancia a mil euros en Granada y sus compradores después lo ofrecen a cuatro o cinco mil euros en sus lugares de destino.
¿Por qué prolifera tanto la producción de esta droga en Granada? «En primer lugar el Código Penal es muy suave y mucha gente prueba suerte sin correr demasiados riesgos. Y no hay que cruzar fronteras como la de Marruecos». No hay que 'bajarse al Moro'. Te puedes quedar tranquilamente en Granada.

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