INDIGNO DE LA CATEGORIA IDEAL.ES
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El Granada cae goleado en Almería después de un muy mal partido y queda psicológicamente descendido a Segunda división
Era el partido más importante de la temporada porque las escasas
opciones de permanecer en Primera pasaban por ganar a un rival directo
como el Almería. No solo no fue el Granada capaz de vencer sino que
salió goleado y con pie y medio en la Liga Adelante. El encuentro de los
rojiblancos horizontales fue tan triste como lo ha sido hasta ahora su
temporada. Sin fútbol, sin pegada y sin intensidad. Por contra, como
ocurrió en ese mismo escenario el curso pasado, el conjunto local puso
al menos las ganas suficientes para agarrarse a la categoría mientras
pueda. El fútbol arcaico que tantas veces se le criticó a Caparrós
emergió en el Estadio de los Juegos Mediterráneos para certificar que,
salvo milagro imposible, esto ya no tiene arreglo.
La primera parte del Granada fue horrible. Y eso que comenzó asustando con dos córners en los primeros siete minutos que primero Mainz y luego Iturra desperdiciaron. En medio, Espinosa avisó con un lanzamiento desde la frontal que se marchó muy cerca del palo izquierdo de Roberto. A partir de ahí el Almería se hizo dueño del partido y salieron a relucir las miserias de uno y otro. Los locales dominaban e intentaban llegar con peligro pero no eran capaces de ordenar sus ideas de tres cuartos de campo en adelante; los visitantes ni tenían la pelota ni metían miedo con contragolpes. El fútbol de toque que impuso Resino cuando llegó se ha ido diluyendo y ahora esto vuelve a ser lo mismo de antes, con Caparrós. Balones largos a nadie, distancia tremenda entre las líneas y nula conexión entre los futbolistas de talento.
Hasta pasada la media hora de juego no se vio nada, ni de uno ni de otro bando. Un partido indigno de la categoría. Miedo, nervios, ansiedad... Con tanto campo y sin capacidad para tener la pelota, el Granada estaba abocado a ver llegar las primeras ocasiones claras de su rival. Primero fue un duro disparo de Trujillo desde la frontal que paró Roberto en una intervención de mérito. A cinco minutos del descanso Ximo Navarro probó de nuevo al gallego desde dentro del área. Un minuto después Wellington, tras una brillante jugada individual, volvió a forzar la intervención del portero del Granada. Hasta que llegó el gol. Thomas remató a puerta vacía el pase de Trujillo, que aprovechó para ganar la espalda a la defensa al romper Robert el fuera de juego. Castigo a la cobardía.
En la segunda parte el panorama varió algo pero sin que el escenario se modificara en exceso. El ímpetu inicial del Granada apenas tuvo impacto. Abel movió el banquillo buscando soluciones. Entraron de una tacada Fran Rico y Córdoba por El Arabi e Iturra, pero nada mejoró, todo lo contrario. En el minuto 60 una jugada calcada a la del primer gol acabó en el segundo tanto almeriense, esta vez obra de Espinosa. Poco después Resino quemó sus naves con la entrada de Riki por Rubén Pérez. El Granada se volcó en busca de la remontada, dejando desguarnecida su defensa. El Almería amenazaba con contragolpes que tarde o temprano darían frutos. A tres minutos para el final, y después de haber mandado un balón al larguero poco antes, Thomas, con algo de fortuna, puso el tercero en el marcador.
El Granada, que la semana próxima recibe a un Sevilla en un momento espectacular en Los Cármenes y luego visita al Valencia en Mestalla, sabe que después de desperdiciar una ocasión como esta es merecedor del descenso. Ni los jugadores ni el entrenador estuvieron a la altura y, con la moral por los suelos, pensar que a esta situación se le puede dar la vuelta es una quimera.
La primera parte del Granada fue horrible. Y eso que comenzó asustando con dos córners en los primeros siete minutos que primero Mainz y luego Iturra desperdiciaron. En medio, Espinosa avisó con un lanzamiento desde la frontal que se marchó muy cerca del palo izquierdo de Roberto. A partir de ahí el Almería se hizo dueño del partido y salieron a relucir las miserias de uno y otro. Los locales dominaban e intentaban llegar con peligro pero no eran capaces de ordenar sus ideas de tres cuartos de campo en adelante; los visitantes ni tenían la pelota ni metían miedo con contragolpes. El fútbol de toque que impuso Resino cuando llegó se ha ido diluyendo y ahora esto vuelve a ser lo mismo de antes, con Caparrós. Balones largos a nadie, distancia tremenda entre las líneas y nula conexión entre los futbolistas de talento.
Hasta pasada la media hora de juego no se vio nada, ni de uno ni de otro bando. Un partido indigno de la categoría. Miedo, nervios, ansiedad... Con tanto campo y sin capacidad para tener la pelota, el Granada estaba abocado a ver llegar las primeras ocasiones claras de su rival. Primero fue un duro disparo de Trujillo desde la frontal que paró Roberto en una intervención de mérito. A cinco minutos del descanso Ximo Navarro probó de nuevo al gallego desde dentro del área. Un minuto después Wellington, tras una brillante jugada individual, volvió a forzar la intervención del portero del Granada. Hasta que llegó el gol. Thomas remató a puerta vacía el pase de Trujillo, que aprovechó para ganar la espalda a la defensa al romper Robert el fuera de juego. Castigo a la cobardía.
En la segunda parte el panorama varió algo pero sin que el escenario se modificara en exceso. El ímpetu inicial del Granada apenas tuvo impacto. Abel movió el banquillo buscando soluciones. Entraron de una tacada Fran Rico y Córdoba por El Arabi e Iturra, pero nada mejoró, todo lo contrario. En el minuto 60 una jugada calcada a la del primer gol acabó en el segundo tanto almeriense, esta vez obra de Espinosa. Poco después Resino quemó sus naves con la entrada de Riki por Rubén Pérez. El Granada se volcó en busca de la remontada, dejando desguarnecida su defensa. El Almería amenazaba con contragolpes que tarde o temprano darían frutos. A tres minutos para el final, y después de haber mandado un balón al larguero poco antes, Thomas, con algo de fortuna, puso el tercero en el marcador.
El Granada, que la semana próxima recibe a un Sevilla en un momento espectacular en Los Cármenes y luego visita al Valencia en Mestalla, sabe que después de desperdiciar una ocasión como esta es merecedor del descenso. Ni los jugadores ni el entrenador estuvieron a la altura y, con la moral por los suelos, pensar que a esta situación se le puede dar la vuelta es una quimera.
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