ZONA CATASTRÓFICA DEPORTES DE GRANADA
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Más preocupante incluso que el descenso, es el arrastre que supone para la estructura y plantilla. Esto empieza a ser un sálvese quien pueda, aunque la cuenta de la vieja aún exista
1. Lo peor de un descenso casi programado ante tanta desidia radica
en la erosión que supone para el corazón de la entidad y el vestuario al
completo. Quedan siete jornadas que amenazan con ser eternas y la
plantilla deslumbra por su fiasco, sin indicios de mejora y afectando
tanto a los supuestos titulares como a los suplentes.
2. El debate sobre el futuro de la dirección aparecerá, sobre si se depurarán responsabilidades en la cúpula por parte de los propietarios, o bien se enmendará la plana con un trabajo de adelanto de cara al proyecto del verano, con indicios sonoros de que será en Segunda. Pero sobre todo estas semanas servirán para ver qué jugadores se bajan definitivamente del barco. Con quiénes se puede contar para la siguiente singladura, marcando a los que carecen de actitud y aptitud, más allá del efecto contagio que se extiende a los demás. La limpia se aventura profunda.
3. El Granada puede reclamar ya la declaración de zona catastrófica. Toca retirar escombros, demoler estructuras obsoletas e inventariar los útiles que aún se pueden salvar. Finiquitar este curso para el olvido con ánimo de catarsis, detectando a los que ya no tienen el pulso para seguir compitiendo. No va a ser fácil para el entrenador encontrar a once que sostengan la honra. Si ridículo fue lo del Bernabéu, peor fue lo de Almería.
4. Del balón al suelo por obligación se ha regresado al envío largo como único recurso. De la pugna por dominar los partidos mediante la posesión se ha pasado a la absoluta apatía. A Abel, reconocido por su habilidad para revertir tendencias destructivas y con discurso intrépido, esta bomba le ha estallado en la cara. Todo lo ha probado y todo ha salido mal, hasta vulnerar sus propios ideales. En algún momento, por un inconveniente azar o un colegiado que pasaba por allí. Ahora, por la irritante dejadez de un grupo sin coraje y sin fútbol.
5. Es primordial que el presidente salte a la palestra y despeje conjeturas de una vez. Las insinuaciones sobre una posible marcha para terminar el ciclo crecen, pues el supuesto de coincidencia entre el Granada y el Cádiz en la categoría de plata parece cada vez más cercano. A Pina le espera un infierno en la ciudad en adelante si no empieza por aposentar la realidad, asumir errores, tomar medidas y certificar qué pasará con él y su gente, sin amagos. Pozzo también tiene mucho que decir en esto. Si el matrimonio continúa, es momento de sentar las bases del regreso y los empastes inmediatos para que la Liga se culmine sin que la grada pase más sonrojos.
6. El crecimiento acelerado impide a veces sembrar conceptos elementales. El rastreo del mercado erigió a los rojiblancos como un grupo con recursos para ganar muchos partidos en otras divisiones, pero siempre le costó encontrar una línea identificable de juego. Tanto en los ascensos como en las permanencias, faltó un método que se prolongara en el tiempo, ya no solo porque calara la idea de un técnico, sino para que toda la estructura se reconociera en ella. Demasiados vaivenes, exceso de individuos con baja identificación y sobre todo un modelo de negocio evidente, en el que vender, lo lógico en un club modesto, no siempre se ha empleado para crecer. El escaparate demasiadas veces ha sido el fin y no un medio para mejorar.
7. El fracaso no es algo premeditado, por más que la inversión esta campaña difiera del retorno en traspasos. Seguramente el presidente y sus allegados consideraron que serían capaces de articular una propuesta decente, pero el tiempo les ha quitado la razón. Los apaños invernales, de un reflujo inicial, han sucumbido cuando la caída se ha pronunciado. Hay futbolistas que no llegan ya a nada. Otros simplemente están irreconocibles. El problema es que hay muchos con contrato en vigor con los que tendrán que hablar detenidamente.
8. Con Abel ratificado y el conejo de los aislamientos saliendo de nuevo de la chistera, al Granada le queda recuperar algo su moral para que esto no acabe siendo un calvario. La afición ha sido consecuente con la gravedad de los acontecimientos y todavía no ha cargado con dureza sobre estos hombres. Está claro que la paciencia también tiene un límite y si ni siquiera en el estadio varían su compromiso, los oídos les van a chirriar.
9. En adelante, esto será un sálvese quien pueda, por más que la cuenta de la vieja aún soporte el papel. El Sevilla acude a Los Cármenes y después la escuadra se desplaza a Mestalla. Dos rivales en la búsqueda de la Liga de Campeones, nada menos. Puede ser una escabechina si Resino no consigue alistar a alguien en estas jornadas de pesar.
10. Hay quien pondría al filial en pleno pero esto no haría otra cosa que encadenar a los chavales a la misma penitencia que los mayores. Quizás algún chaval del B pueda servir de estímulo, pero al final los ejecutantes principales son los miembros del primer equipo. Son los que deben de llegar al final del camino y soportar lo que venga. Habrá supervivientes entre las ruinas. Otros siguen en cuerpo, pero no en espíritu.
2. El debate sobre el futuro de la dirección aparecerá, sobre si se depurarán responsabilidades en la cúpula por parte de los propietarios, o bien se enmendará la plana con un trabajo de adelanto de cara al proyecto del verano, con indicios sonoros de que será en Segunda. Pero sobre todo estas semanas servirán para ver qué jugadores se bajan definitivamente del barco. Con quiénes se puede contar para la siguiente singladura, marcando a los que carecen de actitud y aptitud, más allá del efecto contagio que se extiende a los demás. La limpia se aventura profunda.
3. El Granada puede reclamar ya la declaración de zona catastrófica. Toca retirar escombros, demoler estructuras obsoletas e inventariar los útiles que aún se pueden salvar. Finiquitar este curso para el olvido con ánimo de catarsis, detectando a los que ya no tienen el pulso para seguir compitiendo. No va a ser fácil para el entrenador encontrar a once que sostengan la honra. Si ridículo fue lo del Bernabéu, peor fue lo de Almería.
4. Del balón al suelo por obligación se ha regresado al envío largo como único recurso. De la pugna por dominar los partidos mediante la posesión se ha pasado a la absoluta apatía. A Abel, reconocido por su habilidad para revertir tendencias destructivas y con discurso intrépido, esta bomba le ha estallado en la cara. Todo lo ha probado y todo ha salido mal, hasta vulnerar sus propios ideales. En algún momento, por un inconveniente azar o un colegiado que pasaba por allí. Ahora, por la irritante dejadez de un grupo sin coraje y sin fútbol.
5. Es primordial que el presidente salte a la palestra y despeje conjeturas de una vez. Las insinuaciones sobre una posible marcha para terminar el ciclo crecen, pues el supuesto de coincidencia entre el Granada y el Cádiz en la categoría de plata parece cada vez más cercano. A Pina le espera un infierno en la ciudad en adelante si no empieza por aposentar la realidad, asumir errores, tomar medidas y certificar qué pasará con él y su gente, sin amagos. Pozzo también tiene mucho que decir en esto. Si el matrimonio continúa, es momento de sentar las bases del regreso y los empastes inmediatos para que la Liga se culmine sin que la grada pase más sonrojos.
6. El crecimiento acelerado impide a veces sembrar conceptos elementales. El rastreo del mercado erigió a los rojiblancos como un grupo con recursos para ganar muchos partidos en otras divisiones, pero siempre le costó encontrar una línea identificable de juego. Tanto en los ascensos como en las permanencias, faltó un método que se prolongara en el tiempo, ya no solo porque calara la idea de un técnico, sino para que toda la estructura se reconociera en ella. Demasiados vaivenes, exceso de individuos con baja identificación y sobre todo un modelo de negocio evidente, en el que vender, lo lógico en un club modesto, no siempre se ha empleado para crecer. El escaparate demasiadas veces ha sido el fin y no un medio para mejorar.
7. El fracaso no es algo premeditado, por más que la inversión esta campaña difiera del retorno en traspasos. Seguramente el presidente y sus allegados consideraron que serían capaces de articular una propuesta decente, pero el tiempo les ha quitado la razón. Los apaños invernales, de un reflujo inicial, han sucumbido cuando la caída se ha pronunciado. Hay futbolistas que no llegan ya a nada. Otros simplemente están irreconocibles. El problema es que hay muchos con contrato en vigor con los que tendrán que hablar detenidamente.
8. Con Abel ratificado y el conejo de los aislamientos saliendo de nuevo de la chistera, al Granada le queda recuperar algo su moral para que esto no acabe siendo un calvario. La afición ha sido consecuente con la gravedad de los acontecimientos y todavía no ha cargado con dureza sobre estos hombres. Está claro que la paciencia también tiene un límite y si ni siquiera en el estadio varían su compromiso, los oídos les van a chirriar.
9. En adelante, esto será un sálvese quien pueda, por más que la cuenta de la vieja aún soporte el papel. El Sevilla acude a Los Cármenes y después la escuadra se desplaza a Mestalla. Dos rivales en la búsqueda de la Liga de Campeones, nada menos. Puede ser una escabechina si Resino no consigue alistar a alguien en estas jornadas de pesar.
10. Hay quien pondría al filial en pleno pero esto no haría otra cosa que encadenar a los chavales a la misma penitencia que los mayores. Quizás algún chaval del B pueda servir de estímulo, pero al final los ejecutantes principales son los miembros del primer equipo. Son los que deben de llegar al final del camino y soportar lo que venga. Habrá supervivientes entre las ruinas. Otros siguen en cuerpo, pero no en espíritu.
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