ATACAR A LO CAPARROS
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El entrenador ha tenido que verse acorralado para que su equipo se reconociera en la parte ofensiva de su modelo aun sin ganar, aunque contribuyera a ello un Valencia despersonalizado
1. Los resultados a veces disfrazan la realidad con un maquillaje que
afea o resalta según el caso, pero a largo plazo suelen resumir los
altibajos de una etapa. Son las estadísticas las grandes impostoras del
fútbol, moda importada de otros deportes en los que las acciones de
ataque y defensa son tan reiteradas que sí permiten tener un muestrario
amplio de lo que ha hecho cada equipo. Pero esta especialidad es
distinta, porque además se suele atender a registros muy básicos que dan
cifras gruesas, pero no trasladan la esencia de lo ocurrido.
2. No es lo mismo recuperar el balón en tu sector que en el ajeno, igual que no es idéntico que tras el robo se genere una oportunidad que volver a regalar la posesión. No tiene nada que ver conservar la pelota sin avances que acosando al portero rival, ni tampoco disparar mucho a puerta si todos son tiros mansos. El cruce de datos, el análisis más exhaustivo, sí permite un estudio más preciso de lo que sucede en el campo aunque al final es una interpretación global lo que puede arrojar luz sobre los hechos.
3. En general, se entiende que un equipo jugó bien no porque venza solamente, ni porque sea más vistoso, sino porque lo que aconteció en el campo se parece bastante a cómo su mentor imaginó el partido, de acuerdo a sus principios básicos. Nadie cuando cavila ante la pizarra pierde. Atendiendo a este aspecto, el encuentro ante el Valencia se asemejó a lo que pasó por la cabeza de Caparrós antes de iniciarse. Por fin se atacó como corresponde a su modelo. La versión convincente de una escuadra que trata siempre de devorar sin masticar, pero que muchas veces se ha atragantado en su precipitación por engullir. Ya no hubo duda de si lo que se cocinaba era carne o pescado. Olía a receta del utrerano.
4. El entrenador se ha tenido que ver acorralado para que su conjunto saque el carácter, algo que habla más que bien de su gestión psicológica del grupo, ese carisma marca de la casa. El Granada llevó el encuentro a su terreno y el Valencia cayó en la trampa. Los del murciélago se dejaron embargar por el ímpetu en lugar de la serenidad que le podía aportar su superioridad numérica y de talento en el centro del campo. La ida y vuelta continua beneficiaba a los locales, casi sin errores atrás y con la idea clara de combar lanzamientos para que Córdoba y El Arabi sostuvieran la continuación de la segunda jugada. Aunque Alves no apuntó paradas, sí observó tumulto en sus inmediaciones.
5. A los rojiblancos les faltó ese último pase para triunfar en ocasiones, esa mirada asesina hacia el marco que sí sostiene Negredo, goleador consumado. Dos de sus tres delanteros habituales están en un proceso de aprendizaje que tiene la contrapartida de que se arrastra en tiempo real, en plena competición, sin que haya red. Tanto Córdoba como Success se erigen como proyectos interesantes que pueden llegar a explotar si siguen adquiriendo las nociones del oficio, pero a ninguno se le caen los tantos de los bolsillos por ahora. Haberse estrenado quizás ayude al jovencísimo nigeriano, que fue el perfecto revulsivo, tras el desgaste de sus compañeros. Para las secuencias directas, nadie mejor de inicio que El Arabi, quien peinó cada balón que surcó la atmósfera, para dar espacio de salida a sus compañeros.
6. La racha negativa sigue presente, son diez las jornadas sin ganar, aunque el Granada lleve tres presencias en casa, contando la Copa, en las que al menos no ha perdido y ya ha alumbrado un par de goles. Con todo, el equipo mantiene a raya el descenso, aunque a fuerza de empates parece complicado que siga sin pisar la cola. Seguro que con la predisposición de este domingo, se habría librado de más de un tropiezo previo. Con lo disponible, fue la alineación más coherente. Caparrós prescindió de Sissoko y no parece que le echara de menos. En la banda izquierda, tanto en defensa como en ataque, hay opciones más hábiles que este disciplinado jugador.
7. Una de las pegas que se le puede poner a este entrenador es su debilidad por este futbolista, que orilló en su momento a Juan Carlos y a Rochina, que indirectamente ha impedido la ubicación de Márquez en el esquema previo. Su inmovilismo con el sistema empleado es lo de menos a esta altura. Es el uso de un plan unitario lo que mantiene las reservar sobre la evolución de este Granada. Esta vez la fórmula tuvo momentos interesantes, pero en cuanto vuelva a recaer sobre la escuadra la responsabilidad de madurar desde la circulación del esférico, volverá el pánico, porque esa parcela apenas está trabajada. Veremos qué ocurre cuando a Márquez le abandonen las molestias lumbares. Sin Foulquier ante el Espanyol, tendrá que inventar una solución para la derecha o trastocar piezas.
8. De lo que no tiene culpa Caparrós es de que la planificación obviara la incorporación de un futbolista extra de banda que fuera desequilibrante. La intención en la dirección deportiva existió a última hora, con exsevillista Jairo como ejemplo, pero la imposibilidad de sacar a Riki limitó el margen de maniobra presupuestario. Con el sueldo del madrileño había para una buena alternativa en el flanco, que ahora tendrá que remediarse en Navidad, en un giro para la ingeniería contable. Tampoco Nounkeu contribuyó a mejorar la estructura atrás. Lisandro o Neto estaban por delante en el listado sobre un camerunés que no ha convencido al técnico sevillano. Esto ha colocado a Babin en un escenario de 'titularísimo' con el que no se contaba. Un central inteligente, que conoce sus limitaciones, pero que es mejorable en dinamismo.
9. Tampoco es culpa total de Caparrós que a Piti le salgan tan pocas cosas. El jugador criticó su ubicación retrasada en el campo y que el balón viaje en correo aéreo también le perjudica, pero comete demasiados errores más relacionados con la falta de chispa. El curso pasado tampoco fue la estrella soñada, pero sí dejó algunas dianas determinantes, como ante el Levante o el Betis, aunque las lesiones musculares le pusieron clavos en las ruedas. Este año ha tenido algunos percances físicos, pero más leves. Si la edad le está pasando factura, es algo que solo él tendrá que resolver. La pinta es mala. A lo mejor termina siendo más determinante como revulsivo que fatigándose de arranque, pero ante las bajas y la falta de opciones imaginativas está obligado a tirar del carro desde el principio. El tiempo que esto sea así, lo delimitará él, la recuperación de algún convaleciente como Rochina o una posible incorporación invernal.
10. El Granada se ha levantado al límite de la cuenta atrás, algo sonado aún por los golpes recibidos, boqueando sangre y con hematomas en todo el cuerpo, pero con un poso de energía rebelde que le ha sacado de la esquina en la que le iban a noquear. Su resistencia pende de un hilo y acude a la jaula de los 'periquitos' con dos 'ex'. Uno es Córdoba, indultado por el controvertido árbitro Hernández Hernández durante el encuentro, en el que se pasó de frenada en varias disputas. El otro es Javi Márquez, aunque su presencia obligaría a otra vuelta de tuerca de Caparrós. En la víspera dijo que su baja le condicionaba mucho ahora. Por la lógica de entonces, le tendría que introducir. Si su concepto ha cambiado tras el empate, lo sabremos pronto. El fútbol no es una cuestión de cálculo de probabilidades, sino de sensaciones. El Granada reflejó por fin a Caparrós, el de siempre, el veterano. Guste más o menos, parezca anticuado o en vigor, se le reconoció a las claras, aunque tampoco ganara.
2. No es lo mismo recuperar el balón en tu sector que en el ajeno, igual que no es idéntico que tras el robo se genere una oportunidad que volver a regalar la posesión. No tiene nada que ver conservar la pelota sin avances que acosando al portero rival, ni tampoco disparar mucho a puerta si todos son tiros mansos. El cruce de datos, el análisis más exhaustivo, sí permite un estudio más preciso de lo que sucede en el campo aunque al final es una interpretación global lo que puede arrojar luz sobre los hechos.
3. En general, se entiende que un equipo jugó bien no porque venza solamente, ni porque sea más vistoso, sino porque lo que aconteció en el campo se parece bastante a cómo su mentor imaginó el partido, de acuerdo a sus principios básicos. Nadie cuando cavila ante la pizarra pierde. Atendiendo a este aspecto, el encuentro ante el Valencia se asemejó a lo que pasó por la cabeza de Caparrós antes de iniciarse. Por fin se atacó como corresponde a su modelo. La versión convincente de una escuadra que trata siempre de devorar sin masticar, pero que muchas veces se ha atragantado en su precipitación por engullir. Ya no hubo duda de si lo que se cocinaba era carne o pescado. Olía a receta del utrerano.
4. El entrenador se ha tenido que ver acorralado para que su conjunto saque el carácter, algo que habla más que bien de su gestión psicológica del grupo, ese carisma marca de la casa. El Granada llevó el encuentro a su terreno y el Valencia cayó en la trampa. Los del murciélago se dejaron embargar por el ímpetu en lugar de la serenidad que le podía aportar su superioridad numérica y de talento en el centro del campo. La ida y vuelta continua beneficiaba a los locales, casi sin errores atrás y con la idea clara de combar lanzamientos para que Córdoba y El Arabi sostuvieran la continuación de la segunda jugada. Aunque Alves no apuntó paradas, sí observó tumulto en sus inmediaciones.
5. A los rojiblancos les faltó ese último pase para triunfar en ocasiones, esa mirada asesina hacia el marco que sí sostiene Negredo, goleador consumado. Dos de sus tres delanteros habituales están en un proceso de aprendizaje que tiene la contrapartida de que se arrastra en tiempo real, en plena competición, sin que haya red. Tanto Córdoba como Success se erigen como proyectos interesantes que pueden llegar a explotar si siguen adquiriendo las nociones del oficio, pero a ninguno se le caen los tantos de los bolsillos por ahora. Haberse estrenado quizás ayude al jovencísimo nigeriano, que fue el perfecto revulsivo, tras el desgaste de sus compañeros. Para las secuencias directas, nadie mejor de inicio que El Arabi, quien peinó cada balón que surcó la atmósfera, para dar espacio de salida a sus compañeros.
6. La racha negativa sigue presente, son diez las jornadas sin ganar, aunque el Granada lleve tres presencias en casa, contando la Copa, en las que al menos no ha perdido y ya ha alumbrado un par de goles. Con todo, el equipo mantiene a raya el descenso, aunque a fuerza de empates parece complicado que siga sin pisar la cola. Seguro que con la predisposición de este domingo, se habría librado de más de un tropiezo previo. Con lo disponible, fue la alineación más coherente. Caparrós prescindió de Sissoko y no parece que le echara de menos. En la banda izquierda, tanto en defensa como en ataque, hay opciones más hábiles que este disciplinado jugador.
7. Una de las pegas que se le puede poner a este entrenador es su debilidad por este futbolista, que orilló en su momento a Juan Carlos y a Rochina, que indirectamente ha impedido la ubicación de Márquez en el esquema previo. Su inmovilismo con el sistema empleado es lo de menos a esta altura. Es el uso de un plan unitario lo que mantiene las reservar sobre la evolución de este Granada. Esta vez la fórmula tuvo momentos interesantes, pero en cuanto vuelva a recaer sobre la escuadra la responsabilidad de madurar desde la circulación del esférico, volverá el pánico, porque esa parcela apenas está trabajada. Veremos qué ocurre cuando a Márquez le abandonen las molestias lumbares. Sin Foulquier ante el Espanyol, tendrá que inventar una solución para la derecha o trastocar piezas.
8. De lo que no tiene culpa Caparrós es de que la planificación obviara la incorporación de un futbolista extra de banda que fuera desequilibrante. La intención en la dirección deportiva existió a última hora, con exsevillista Jairo como ejemplo, pero la imposibilidad de sacar a Riki limitó el margen de maniobra presupuestario. Con el sueldo del madrileño había para una buena alternativa en el flanco, que ahora tendrá que remediarse en Navidad, en un giro para la ingeniería contable. Tampoco Nounkeu contribuyó a mejorar la estructura atrás. Lisandro o Neto estaban por delante en el listado sobre un camerunés que no ha convencido al técnico sevillano. Esto ha colocado a Babin en un escenario de 'titularísimo' con el que no se contaba. Un central inteligente, que conoce sus limitaciones, pero que es mejorable en dinamismo.
9. Tampoco es culpa total de Caparrós que a Piti le salgan tan pocas cosas. El jugador criticó su ubicación retrasada en el campo y que el balón viaje en correo aéreo también le perjudica, pero comete demasiados errores más relacionados con la falta de chispa. El curso pasado tampoco fue la estrella soñada, pero sí dejó algunas dianas determinantes, como ante el Levante o el Betis, aunque las lesiones musculares le pusieron clavos en las ruedas. Este año ha tenido algunos percances físicos, pero más leves. Si la edad le está pasando factura, es algo que solo él tendrá que resolver. La pinta es mala. A lo mejor termina siendo más determinante como revulsivo que fatigándose de arranque, pero ante las bajas y la falta de opciones imaginativas está obligado a tirar del carro desde el principio. El tiempo que esto sea así, lo delimitará él, la recuperación de algún convaleciente como Rochina o una posible incorporación invernal.
10. El Granada se ha levantado al límite de la cuenta atrás, algo sonado aún por los golpes recibidos, boqueando sangre y con hematomas en todo el cuerpo, pero con un poso de energía rebelde que le ha sacado de la esquina en la que le iban a noquear. Su resistencia pende de un hilo y acude a la jaula de los 'periquitos' con dos 'ex'. Uno es Córdoba, indultado por el controvertido árbitro Hernández Hernández durante el encuentro, en el que se pasó de frenada en varias disputas. El otro es Javi Márquez, aunque su presencia obligaría a otra vuelta de tuerca de Caparrós. En la víspera dijo que su baja le condicionaba mucho ahora. Por la lógica de entonces, le tendría que introducir. Si su concepto ha cambiado tras el empate, lo sabremos pronto. El fútbol no es una cuestión de cálculo de probabilidades, sino de sensaciones. El Granada reflejó por fin a Caparrós, el de siempre, el veterano. Guste más o menos, parezca anticuado o en vigor, se le reconoció a las claras, aunque tampoco ganara.
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