PENSIONES AL RESCATE
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Alrededor de 20.500 familias en Granada subsisten tan solo con la renta de sus mayores
Ni juegan a la petanca, ni van a clases de baile ni tampoco viajan
con el Imserso. Les prometieron un retiro dorado pero la crisis se lo ha
desteñido. «Si pudiera, me gustaría ir un fin de semana de excursión
con mi mujer, pero esos 30 euros los necesitamos para la familia»,
explica Antonio con resignación. Después de 41 años cotizando como
trabajador de la construcción, su pensión de 1.200 euros es
insuficiente; tan escasa que su mujer, Carmen, sigue trabajando como
empleada del hogar aun habiendo cumplido 70 años. Sobre ellos cae la
responsabilidad de ayudar económicamente a una familia tan grande como
algunos pueblos: seis hijos, 24 nietos y 13 bisnietos.
En Granada hay 64.500 hogares con todos sus miembros en paro, según los últimos datos del Instituto de Estadística de Andalucía. El informe 'Observatorio social de la gente mayor 2014', de Comisiones Obreras, señala que el 20% de los jubilados se han convertido en el sustento principal de las familias donde el paro campa a sus anchas. En Granada, según el Instituto Nacional de la Seguridad Social, a primeros de octubre había 103.229 personas cobrando una pensión de jubilación (841 euros de media). De ellos, aplicando las cifras del mencionado informe, 20.500 suponen el único sustento para sus hijos y nietos. Los jubilados se han convertido en una tupida red capaz de amortiguar las consecuencias del desempleo. Los últimos datos del INEM desenmascaran más cifras apabullantes: en la provincia hay 103.980 desempleados y alrededor del 37%, de larga duración. Estos últimos ya agotaron su prestación por desempleo.
Escuchar el testimonio de Antonio es escalofriante porque hasta las buenas noticias se enredan para convertirse en problemas: «Una de mis hijas tiene una tienda de comestibles y no me pide ayuda, pero es que tiene dos hijos casados a los que tiene que echar una mano». Otra de ellas se marcha junto a su marido e hijos a hacer la campaña de la aceituna durante dos o tres meses. Quedan dos chicas, ambas haciendo trabajos de limpieza cuando les salen y casadas; el marido de una ya no cobra el paro y al otro le queda poco tiempo. «No alcanzo a pensar qué pasará cuando se le termine a él también», éste ha sido el único momento en que el tono alegre de Antonio ha cambiado y se ha vuelto angustiado.
Habrá a quien la burbuja inmobiliaria le suene a 'cuento chino', pero esta familia, en la que la mayor parte de los hombres estaba empleado en el sector de la construcción, ilustra sus consecuencias. Es un ejemplo de otros 20.500 casos similares. «Todos mis hijos -tiene dos varones albañiles también- trabajaban antes de la crisis, pero desde hace varios años están en paro». Uno de ellos además tiene una hipoteca por pagar de la que el matrimonio es responsable en un pequeño porcentaje: «Stop Desahucios le ha echado una mano con el tema», confiesa aliviado el padre.
En esa casa cuesta llegar a fin de mes: «Cuando llega el día 20 empiezan a escasear las cosas. Nosotros hacemos la compra y la familia va cogiendo cuando lo necesita». Antonio reconoce que alguno de sus hijos van de vez en cuando al banco de alimentos, pero que no es suficiente; también advierte de que los «servicios sociales tienen las ayudas agotadas». Agradecen que, al menos, reciben gratis los libros de texto para los niños. El día a día en estas circunstancias les exige dejar de ser desempleados para convertirse en auténticos malabaristas del dinero: «Mi paga extraordinaria irá para calzar a mis nietos y comprar algo de comida navideña». Se consuela pensando que, al menos, ahora que ya no viven pequeños en casa «no se rompen las cosas».
«Si no fuera por nosotros, la gente estaría saqueando las ciudades», cuenta el jubilado herido y defraudado con la «sociedad». Él ha sido militante activo de Comisiones Obreras hasta hace poco tiempo y en la conversación logra retroceder hasta los días en que las «manifestaciones de la construcción eran gordas de verdad y servían para conquistar los derechos de los trabajadores». Ahora, siente que ha tirado «toda una vida por los suelos» y exige que la ciudadanía «deje de votar a todos los chorizos que han provocado esta desgracia».
Sostener a una familia entera no es un trámite solidario, Antonio se considera un «afortunado» por tener una pensión que le permite cuidar de sus hijos y nietos. Un jubilado granadino mayor de 65 años que ha tenido un trabajo regular -son más del 95%-, cobra una media de 841 euros, pero hay quienes se tienen que apañar con la pensión por viudedad, por invalidez o una no contributiva que oscila entre los 540 y los 380 euros mensuales. Echar una mano no está al alcance de todos.
La Junta, el Ministerio, la Universidad y las asociaciones de apoyo a la gente mayor se llenan la boca hablando del 'envejecimiento activo' y promoviéndolo con actividades como talleres para fomentar la memoria, sesiones de informática o excursiones con el objetivo de prolongar lo máximo posible la autonomía personal de las personas mayores. Sin embargo, con matrimonios como el protagonista de esa historia, este concepto se tergiversa: el de Carmen consiste en seguir trabajando casa por casa con 70 años. Cuando lo cuenta, mientras enreda nerviosamente sus manos bajo el mantel que cubre el brasero, las arrugas se hacen todavía más profundas en su rostro. Su ocio es simple: cuando pueden se entretienen «viendo la tele, escuchando música o leyendo», enumera su marido.
Desde Cruz Roja advierten que los mayores «están tristes porque ven a sus hijos pasando mucha necesidad, a veces piden ayuda para sí mismos pero sobre todo la quieren para los hijos». Han notado la reagrupación familiar y esto les provoca «una sensación agridulce» porque están contentos pasando tiempo con ellos pero sufren por su situación.
Para algunos, vivir es un viaje complicado y las circunstancias han obligado a las instituciones a poner algunos parches. El año pasado, la Junta de Andalucía recibió 65.901 solicitudes para obtener el llamado 'salario social'. Desde el 2008 la demanda ha crecido un 126%. En Granada, se tramitaron 7.047 y se concedieron 5.755. Organizaciones como Cruz Roja han destinado este año más de 13.000 prestaciones económicas de urgencia y dan bolsas de comida a más de 3.000 personas cada tres meses: «Damos respuesta a muchas solicitudes, pero es cierto que tenemos que jugar con todas las convocatorias y coordinarnos con todas las asociaciones porque no podemos dar ayudas permanentes». Por su parte, el Ayuntamiento de Granada también tramita las llamadas ayudas económicas familiares y de emergencia.
Las pensiones subirán un 0,25% durante 2015, aunque un estudio de la UGR publicado este mismo año vaticina que irán perdiendo poder adquisitivo hasta dentro de 23 años. Si la situación no prospera pronto, ni siquiera los abuelos podrán echar una mano. Antonio y Carmen son un ejemplo de la nueva vejez: superabuelos, supervivientes y superhéroes de hoy. Hay 20.500.
En Granada hay 64.500 hogares con todos sus miembros en paro, según los últimos datos del Instituto de Estadística de Andalucía. El informe 'Observatorio social de la gente mayor 2014', de Comisiones Obreras, señala que el 20% de los jubilados se han convertido en el sustento principal de las familias donde el paro campa a sus anchas. En Granada, según el Instituto Nacional de la Seguridad Social, a primeros de octubre había 103.229 personas cobrando una pensión de jubilación (841 euros de media). De ellos, aplicando las cifras del mencionado informe, 20.500 suponen el único sustento para sus hijos y nietos. Los jubilados se han convertido en una tupida red capaz de amortiguar las consecuencias del desempleo. Los últimos datos del INEM desenmascaran más cifras apabullantes: en la provincia hay 103.980 desempleados y alrededor del 37%, de larga duración. Estos últimos ya agotaron su prestación por desempleo.
Escuchar el testimonio de Antonio es escalofriante porque hasta las buenas noticias se enredan para convertirse en problemas: «Una de mis hijas tiene una tienda de comestibles y no me pide ayuda, pero es que tiene dos hijos casados a los que tiene que echar una mano». Otra de ellas se marcha junto a su marido e hijos a hacer la campaña de la aceituna durante dos o tres meses. Quedan dos chicas, ambas haciendo trabajos de limpieza cuando les salen y casadas; el marido de una ya no cobra el paro y al otro le queda poco tiempo. «No alcanzo a pensar qué pasará cuando se le termine a él también», éste ha sido el único momento en que el tono alegre de Antonio ha cambiado y se ha vuelto angustiado.
Habrá a quien la burbuja inmobiliaria le suene a 'cuento chino', pero esta familia, en la que la mayor parte de los hombres estaba empleado en el sector de la construcción, ilustra sus consecuencias. Es un ejemplo de otros 20.500 casos similares. «Todos mis hijos -tiene dos varones albañiles también- trabajaban antes de la crisis, pero desde hace varios años están en paro». Uno de ellos además tiene una hipoteca por pagar de la que el matrimonio es responsable en un pequeño porcentaje: «Stop Desahucios le ha echado una mano con el tema», confiesa aliviado el padre.
Meses de 20 días
«Cuando me retiré no debía nada a nadie», señala Antonio orgulloso
desde el salón de su casa, una vivienda ubicada en una de las calles que
da acceso al 'Hotel Luz', un edificio de 9 pisos con balcones enrejados
donde el ascensor se rompió muy pronto y nunca se reparó. Vive en la
zona Norte, en el Polígono de la Cartuja, una de las zonas más
conflictivas de la capital. En uno de los portales vecinos hay, amarrado
a la ventana, un pony; al otro lado de la calle pronto empezarán a
arder hogueras.En esa casa cuesta llegar a fin de mes: «Cuando llega el día 20 empiezan a escasear las cosas. Nosotros hacemos la compra y la familia va cogiendo cuando lo necesita». Antonio reconoce que alguno de sus hijos van de vez en cuando al banco de alimentos, pero que no es suficiente; también advierte de que los «servicios sociales tienen las ayudas agotadas». Agradecen que, al menos, reciben gratis los libros de texto para los niños. El día a día en estas circunstancias les exige dejar de ser desempleados para convertirse en auténticos malabaristas del dinero: «Mi paga extraordinaria irá para calzar a mis nietos y comprar algo de comida navideña». Se consuela pensando que, al menos, ahora que ya no viven pequeños en casa «no se rompen las cosas».
«Si no fuera por nosotros, la gente estaría saqueando las ciudades», cuenta el jubilado herido y defraudado con la «sociedad». Él ha sido militante activo de Comisiones Obreras hasta hace poco tiempo y en la conversación logra retroceder hasta los días en que las «manifestaciones de la construcción eran gordas de verdad y servían para conquistar los derechos de los trabajadores». Ahora, siente que ha tirado «toda una vida por los suelos» y exige que la ciudadanía «deje de votar a todos los chorizos que han provocado esta desgracia».
Sostener a una familia entera no es un trámite solidario, Antonio se considera un «afortunado» por tener una pensión que le permite cuidar de sus hijos y nietos. Un jubilado granadino mayor de 65 años que ha tenido un trabajo regular -son más del 95%-, cobra una media de 841 euros, pero hay quienes se tienen que apañar con la pensión por viudedad, por invalidez o una no contributiva que oscila entre los 540 y los 380 euros mensuales. Echar una mano no está al alcance de todos.
Envejecimiento 'muy activo'
Ser un 'abuelo al rescate' no significa únicamente donar parte de tu
jubilación a la familia; sino renunciar a una mejor calidad de vida. El
último informe de Cáritas, puso la alarma sobre el 21% de hogares
andaluces que han dejado de comprar medicamentos. Se trata de una
'pobreza sanitaria' que también evidencia el Observatorio de las
Personas Mayores 2014, del sindicato CC OO, achacándosela en parte al
copago sanitario. Esta medida ha supuesto, entre otras cosas, que más de
450 medicamentos hayan dejado de estar financiados por la sanidad
pública. El dato no es baladí teniendo en cuenta que la esperanza de
vida ha ido creciendo año tras año hasta ser de 83 años y la tasa de
dependencia de la población mayor de 65 se ha incrementado casi un punto
entre 2013 y 2014, según el INE. «Mi mujer superó un cáncer,
afortunadamente ahora estamos todos bien de salud», sonríe Antonio.La Junta, el Ministerio, la Universidad y las asociaciones de apoyo a la gente mayor se llenan la boca hablando del 'envejecimiento activo' y promoviéndolo con actividades como talleres para fomentar la memoria, sesiones de informática o excursiones con el objetivo de prolongar lo máximo posible la autonomía personal de las personas mayores. Sin embargo, con matrimonios como el protagonista de esa historia, este concepto se tergiversa: el de Carmen consiste en seguir trabajando casa por casa con 70 años. Cuando lo cuenta, mientras enreda nerviosamente sus manos bajo el mantel que cubre el brasero, las arrugas se hacen todavía más profundas en su rostro. Su ocio es simple: cuando pueden se entretienen «viendo la tele, escuchando música o leyendo», enumera su marido.
Desde Cruz Roja advierten que los mayores «están tristes porque ven a sus hijos pasando mucha necesidad, a veces piden ayuda para sí mismos pero sobre todo la quieren para los hijos». Han notado la reagrupación familiar y esto les provoca «una sensación agridulce» porque están contentos pasando tiempo con ellos pero sufren por su situación.
Descenso de las pensiones
La red andaluza de lucha contra la pobreza y la exclusión social dio
el grito de alarma hace unas semanas, cuando publicó su último informe
de situación. En sus páginas se lee que uno de cada cuatro personas que
apenas puede vivir reside en la comunidad autónoma y más de medio millón
de menores lo sufren.Para algunos, vivir es un viaje complicado y las circunstancias han obligado a las instituciones a poner algunos parches. El año pasado, la Junta de Andalucía recibió 65.901 solicitudes para obtener el llamado 'salario social'. Desde el 2008 la demanda ha crecido un 126%. En Granada, se tramitaron 7.047 y se concedieron 5.755. Organizaciones como Cruz Roja han destinado este año más de 13.000 prestaciones económicas de urgencia y dan bolsas de comida a más de 3.000 personas cada tres meses: «Damos respuesta a muchas solicitudes, pero es cierto que tenemos que jugar con todas las convocatorias y coordinarnos con todas las asociaciones porque no podemos dar ayudas permanentes». Por su parte, el Ayuntamiento de Granada también tramita las llamadas ayudas económicas familiares y de emergencia.
Las pensiones subirán un 0,25% durante 2015, aunque un estudio de la UGR publicado este mismo año vaticina que irán perdiendo poder adquisitivo hasta dentro de 23 años. Si la situación no prospera pronto, ni siquiera los abuelos podrán echar una mano. Antonio y Carmen son un ejemplo de la nueva vejez: superabuelos, supervivientes y superhéroes de hoy. Hay 20.500.
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