LOS DEPENDIENTES DEL RASILLO TEMEN SU CIERRE Y PROTESTAN EL DESPEDIDO DE TRABAJADORES
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Los 32 minusválidos de la residencia de la CANF, en concurso de acreedores, intentaron impedir la salida de tres empleados que fueron echados
En la residencia para grandes discapacitados de la Huerta del Rasillo
-inaugurada hace 20 años- conviven 32 personas con una grave
discapacidad física, atendidas por trabajadores en turnos de día y
noche. El centro granadino -que antes se autogestionaba económicamente-
ha sido siempre referente en el sector por su buen funcionamiento,
incluso tras pasar a depender de la Confederación Andaluza de Personas
con Discapacidad Física y Orgánica (CANF-Cocemfe), una entidad con sede
central en Sevilla. El problema es que la CANF - federación cuyas
cuentas están siendo investigadas judicialmente- se declaró en concurso
de acreedores a finales de 2013 y esa losa cayó sobre todos los centros
que dependen de ella, por eso las nóminas dejaron de abonarse
regularmente a sus empleados -incluidos los de Granada- hace un año.
Desde finales de 2013, ha habido periodos en que los 40 trabajadores de la Huerta del Rasillo no han cobrado y eso ha generado mucha inquietud entre ellos y entre los residentes, quienes llevan un año con miedo a ser desahuciados de su única «casa». Algunos de los discapacitados acumulan 20 años siendo atendidos en el centro, se sienten como una familia y además se preguntan qué pasa con sus pensiones y con el dinero que la Junta de Andalucía sigue pagando a la CANF en virtud del concierto que tiene la administración con esa asociación andaluza cuyas cuentas «son muy turbias».
Los empleados de la Huerta del Rasillo han seguido yendo a trabajar incluso tras más de cuatro meses sin cobrar, pero algunos de ellos no podían soportar más la situación y pidieron que se les abonase la deuda y ser despedidos para poder tener paro e indemnización. En la plantilla hay médicos, enfermeras, fisioterapeutas, psicólogas o monitores a quienes los usuarios adoran. Ni a unos ni a otros ha dado respuesta la CANF sobre su futuro inmediato. Tampoco la Junta de Andalucía ha aclarado qué ocurrirá con el centro -cuyas plazas son concertadas-, aunque en los últimos tiempos -según ha podido saber IDEAL- se han mantenido conversaciones para que el recinto pase a manos de una entidad solvente.
Empleados y usuarios se quedaron desconcertados con tal medida. Las lágrimas corrieron mejillas abajo y la indignación se apoderó de los presentes. Ninguno quiere oír hablar de un posible cierre de la Huerta del Rasillo. La CANF les dijo que hasta febrero -cuando expira el concierto con la Junta de Andalucía- trabajadores y usuarios dependerán de la asociación andaluza y que los despidos se llevaron a cabo para que la entidad sea sostenible y tras haberlo pedido así hace tiempo numerosos empleados del centro.
«¿Por qué nos hacen esto si se supone que la cosa se iba a solucionar?», se preguntaban los afectados. Mientras, algunos discapacitados intentaron bloquear con sus sillas de ruedas la salida de los tres trabajadores despedidos -llevaban más de 15 años en el centro- a quienes consideran de su «familia». «Mañana no vendrán a trabajar y eso es un drama para todos nosotros. Hay miedo», dijeron.
Desde finales de 2013, ha habido periodos en que los 40 trabajadores de la Huerta del Rasillo no han cobrado y eso ha generado mucha inquietud entre ellos y entre los residentes, quienes llevan un año con miedo a ser desahuciados de su única «casa». Algunos de los discapacitados acumulan 20 años siendo atendidos en el centro, se sienten como una familia y además se preguntan qué pasa con sus pensiones y con el dinero que la Junta de Andalucía sigue pagando a la CANF en virtud del concierto que tiene la administración con esa asociación andaluza cuyas cuentas «son muy turbias».
Los empleados de la Huerta del Rasillo han seguido yendo a trabajar incluso tras más de cuatro meses sin cobrar, pero algunos de ellos no podían soportar más la situación y pidieron que se les abonase la deuda y ser despedidos para poder tener paro e indemnización. En la plantilla hay médicos, enfermeras, fisioterapeutas, psicólogas o monitores a quienes los usuarios adoran. Ni a unos ni a otros ha dado respuesta la CANF sobre su futuro inmediato. Tampoco la Junta de Andalucía ha aclarado qué ocurrirá con el centro -cuyas plazas son concertadas-, aunque en los últimos tiempos -según ha podido saber IDEAL- se han mantenido conversaciones para que el recinto pase a manos de una entidad solvente.
Se les deben nóminas
Aunque aún se les deben nóminas a los trabajadores, estos creían que
la situación de la residencia estaba en vías de solucionarse. «Nos
dijeron en la Junta de Andalucía que el día 30 de noviembre se le
quitaba la concesión a la CANF y pasaríamos a manos de otra
institución», narraban algunos empleados del centro, que fue visitado
por la mañana por varios empleados de la confederación andaluza con tres
cartas de despido.Empleados y usuarios se quedaron desconcertados con tal medida. Las lágrimas corrieron mejillas abajo y la indignación se apoderó de los presentes. Ninguno quiere oír hablar de un posible cierre de la Huerta del Rasillo. La CANF les dijo que hasta febrero -cuando expira el concierto con la Junta de Andalucía- trabajadores y usuarios dependerán de la asociación andaluza y que los despidos se llevaron a cabo para que la entidad sea sostenible y tras haberlo pedido así hace tiempo numerosos empleados del centro.
«¿Por qué nos hacen esto si se supone que la cosa se iba a solucionar?», se preguntaban los afectados. Mientras, algunos discapacitados intentaron bloquear con sus sillas de ruedas la salida de los tres trabajadores despedidos -llevaban más de 15 años en el centro- a quienes consideran de su «familia». «Mañana no vendrán a trabajar y eso es un drama para todos nosotros. Hay miedo», dijeron.
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