Las frutas y hortalizas que produce la provincia contribuyen a que los europeos consuman alimentos con propiedades saludables
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La campaña hortofrutícola 2024/25 de la provincia de Almería cerró con unas exportaciones que alcazaron los 3.716 millones de euros de valor y más de cuatro millones de toneladas de volumen producido. Eso son las estadísticas, históricas, de las que sentirse orgulloso si formas partes del sector agroalimentario. Pero son frías, macroeconomía pura y dura, que no refleja las cualidades saludables que las frutas y las hortalizas cultivadas en la despensa de Europa aportan a los consumidores.
El tomate, el pimiento, la sandía, la naranja y la uva, por citar productos cuya producción es menor pero también importante en la sociedad, tienen un componente nutritivo y saludable que mantienen estables los valores del cuerpo humano, además de dotar de nutrientes y vitaminas que permiten prevenir enfermedades. Así, por ejemplo, está científicamente probado que el consumo de tomate es beneficioso y ayuda a no desarrollar cáncer de próstata o infartos de miocardio. ¿Quiere esto decir que tienen propiedades mágicas ante enfermedades cada vez más comunes? No, pero sí permiten al cuerpo humano tener el sistema inmunológico alerta para reparar daños fisiológicos.
“Frutas y hortalizas se componen principalmente de vitaminas, minerales y compuestos bioactivos. Vitaminas y minerales son esenciales para el correcto funcionamiento del organismo y sus carencias pueden traer problemas de salud: falta de hierro provoca anemia, falta de calcio perjudica a los huesos, el déficit de vitamina D debilita el sistema inmune”, explica Ana Molina, co-fundadora de Ren.U y consultora en innovación agroalimentaria: “Los compuestos bioactivos no son esenciales pero aportan beneficios. Por ejemplo, el licopeno del tomate tiene funciones antioxidantes y protectoras frente a la degeneración de la mácula, las cataratas y las enfermedades cardiovasculares, la glucorafarina del brócoli que está siendo estudiada por su papel protector frente al cáncer o el ácido nicotínico del pimiento rojo, que se investiga por su posible prevención del Parkinson”, entre otras que contribuyen a una vida saludable y longevidad con mejor calidad.
Si cada vez son más los estudios que se llevan a cabo para ver los beneficios de los alimentos en la salud, también es exponencial la innovación que se aplica en el sector agroalimentario para el desarrollo de variedades de frutas y verduras más nutritivas. “Las empresas de semillas trabajan para rescatar sabores intensos y tradicionales, así como nutrientes, en formatos convenientes e innovadores. Los snacks de verduras, por ejemplo, son una alternativa saludable para los niños, que sustituyen a opciones menos saludables como los zumos”, destaca Ana, cuyo trabajo como consultora se centra precisamente en acercar los beneficios nutricionales de los productos hortofrutícolas almerienses a los consumidores.
Ciencia de la longevidad
Precisamente Ana Molina estudia y desarrolla un proyecto acerca de cómo la agroalimentación y la ciencia de la longevidad se sienta en la misma mesa. “Son eslabones de una misma cadena. Las premisas más simples de una longevidad saludable son el comer poco, pero muy nutritivo y con un alto componente en antioxidante. Estos juegan un doble rol: amortiguan el impacto de los radicales libres y fortalecen el sistema inmune, lo que nos ayudará a combatir enfermedades y evitará que nos pongamos malos con asiuidad. Estos nutrientes no deben de venir de la industria farmacéutica ni de la de complementos, sino del sector agroalimentario y eso es un reto”, asegura.
Eso sí, aunque las frutas y las verduras son esenciales para que el cuerpo humano funcione como un reloj suizo, no hay que olvidar que la dieta mediterránea incluye también carne y pescado. “Su consumo también es necesario para obtener proteínas y otros macronutrientes. Hidratos de carbono, grasas (principalmente no saturadas) y proteínas son esenciales para la supervivencia. La variedad en la alimentación es clave para obtener todos los grupos de nutrientes de forma natural”, apunta haciendo referencia al plato de Harvard, un modelo que equilibra las cantidades de cada grupo de alimentos: mitad fruta y verdura, un cuarto cereal integral y otro cuarto proteína.
La importancia de las campañas de comunicación serias y rigurosas
De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda, sobre todo a través de las redes sociales, hablar de las propiedades de los alimentos. Incluso se califica de superalimentos algunos cuyos beneficios no están testados por la ciencia. Ana, como buena divulgadora, advierte de lo común de hacer caso a algunas publicaciones que no destacan precisamente por su base científica. "La comunicación en nutrición se ha banalizado y simplificado, y el sector no se asesora correctamente. Las redes sociales están perjudicando la comunicación al basarse en 'influencers' en lugar de ciencia y evidencia. Es peligroso comunicar información no verificada por profesionales, ya que no todo el mundo está formado. La manera de comunicar se posiciona, diferenciándonos al conocer y valorar la profesionalización y especialización", asegura la nutricionista.
La campaña acaba de empezar en Almería. Ahora mismo sólo están en los mercados las variedades tempranas, pero en pocas semanas empezarán a llenarse las comercializadoras de cajas de tomates, pimientos o pepinos, entre otros, que se repartirán por toda Europa. Éstos no sólo servirán como guarnición de un buen filete de carne, sino que nos aportán los nutrientes necesarios para que este invierno nuestro sistema inmunológico plante más cara a la gripe o al aún temido covid.


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