-APARECEN AHORCADO UNA ACTIVIVISTA DE STOP DESAHUCIOS EN SU VIVENDAS DEL ALOMARTE- IDEAL.ES
compañeros y la familia aseguran que se quitó la vida por el «acoso» que sufría por parte de la entidad financiera para pagar la deuda hipotecaria contraída
Fue el domingo el último del mes de julio de 2014 para todo el mundo y sobre todo para Gustavo, obrero de la construcción en paro, esposo de María Dolores, y padre de dos criaturas de 11 y 3 años, Sebastián y Valentina. En el tanatorio de Íllora, durante la larga jornada de furia y ternura, familiares, amigos y activistas del movimiento Stop Desahucios acompañaban a María José, completamente destrozada por la pérdida de su marido. Gustavo, buen hombre según todos los presentes, atesoraba muchas de las tragedias de esta sociedad hostil y debió decidir quitarse la vida.
«Se ahorcó», explica María José mientras da caladas intensas a un cigarro en la calle del tanatorio de Íllora. Con las gafas de sol caladas para que nadie vea el rojo de sus ojos acuosos, desgranada escena a escena lo sucedido durante la mañana de este pasado sábado, desde que salió de su casa para ir a trabajar, es auxiliar social, hasta que tras la acumulación de sospechas decidió volver a su vivienda en Alomartes, anejo de Íllora, hasta encontrar el cadáver de su marido.
«Llamé a casa por teléfono porque mi marido no daba señales de vida. Mis hijos me respondieron que estaban viendo la tele. Que no habían visto a papá. Que el coche seguía aparcado fuera de la casa». Un rayo recorrió el espinazo de María José. «Decidí volver de inmediato a casa». Malos presagios basados en todos los males que acumulaba su querido Gustavo.
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La vida de este granadino ha sido un cúmulo de desgracias. Una sola de ellas sirve para destrozar la vida de una familia completa pero ellos, mal que bien, buscaron la forma de salir adelante. «Primero se cayó de un andamio en una obra. Se le salieron las costillas. Aquí empezaron los problemas». Tras el rosario de médicos y medicinas, la mala suerte le acechaba de nuevo. «Tuvo un accidente con el tractor, ya que solía ocuparse de jornalero también, que si la aceituna que si...». Fue como la gota que colmó el vaso de la desgracia, «porque también enfermó gravemente. Primero un mal de los huesos, luego vinieron ya los psicólogos, y toda la medicación completa para paliar la ansiedad y la depresión».
Según explicaron este domingo los activistas de Stop Desahucios, «la familia intentó durante mucho tiempo llegar a una solución con BMN, pero éste no quería. Hace tres meses se vieron obligados a dejar de pagar las cuotas, y aproximadamente por esas fechas acudieron a Stop Desahucios, en su asamblea de Maracena. Con el asesoramiento necesario, presentaron los documentos necesarios para que el banco accediera a firmar una carencia durante cinco años, según establece el real decreto de 2013, insuficiente, pero forzado por el movimiento por la vivienda». «Hace sólo diez días recibió la carta de respuesta del banco: no aceptaban. El pasado jueves Gustavo volvió a la sucursal de BMN en su pueblo. La respuesta: 'No hay solución'», añaden. Según ellos, «siempre hay solución, y en este caso la hubiéramos conseguido como en otros cientos. Pero Gustavo no pudo soportar más el agobio y la presión que tenía en su espalda en forma de deuda de cerca de 120.000 euros y amenaza de desahucio», explican en un comunicado. En su denuncia, Stop Desahucios responsabiliza de este hecho a la entidad financiera.María Dolores, Loli le dicen, fue detrás. «Yo también fui al médico y me recetó otro tratamiento, porque además de las cargas familiares empezaron los problemas con el banco». Según Stop Desahucios, movimiento al que pertenecen, «no tenían el suficiente dinero para pagar la hipoteca que en su momento firmaron con Caja Granada para poder acceder a una vivienda en su pueblo, Alomartes. Gustavo, trabajador de la construcción, estaba en paro».
En palabras de su viuda, «recibíamos llamadas todos los días y a todas horas. Desde Madrid y desde Granada. Cinco, seis llamadas al día. No podíamos soportar este acoso», detalla Loli mientras mueve la cabeza como esquivando la realidad.
La realidad es para ella la ternura de sus hijos de 11 y 3 años. «¿Qué va a ser de ellos? ¿Cómo cuidarlos? No tenemos nada», son las preguntas que se repite a cada momento hasta que aparece la furia: «Estamos destrozados, hechos polvo. No hay justicia. No hay humanidad. Nos han destrozado la familia unos bancos. Me han destrozado a mí, con 38 años estoy viuda y con dos niños por una mierda de hipoteca».
Stop Desahucios se movilizó durante todas estas horas de la mañana de este domingo. Hubo convocadas dos manifestaciones, una en Granada y otra en Motril para la tarde de este domingo. «Con esta convocatoria queremos denunciar el genocidio financiero que estamos sufriendo por parte de los bancos», denunciaron los activistas.
Mientras todo esto ocurría, Loli entierra en la tarde de este domingo a su Gustavo. Sigue sentada en la silla de la calle del tanatorio de Íllora. Sigue con sus gafas de sol puestas. Sigue fumando. Ahora saca el móvil y muestra una foto de su marido: «Salía guapo en todas las fotos».
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