Los lunes al sol ya no saldrán gratis. Ni aun estando en paro. Ni los lunes, ni los martes, ni ningún otro día, porque definitivamente el PP le ha clavado un impuesto a quien lo utilice.
Luis XIV ha resucitado y se ha reencarnado en el ministro Soria, el nuevo Rey Sol, que ha desatado la última tormenta solar registrada por las agencias espaciales (y de noticias), por primera vez no provocada por el sol, sino por éste y su Ministerio, que con su nueva normativa obliga a pagarles a las eléctricas la energía fotovoltaica producida, penalizándose el autoconsumo.
Como si el sol fuera propiedad de estas compañías y del Gobierno, plegado a sus intereses. Y no sólo eso, si hasta ahora el exceso de energía solar producida en los hogares que se autoabastecen se revertía al sistema, con la nueva ley no se contempla pago alguno por ello si no eres una empresa. Por si no era bastante con el impuesto.
El descaro y la impunidad con que se ha hecho es tal que ofende, tanto por el hecho como por las justificaciones que manejan. Una cuestión de "solidaridad" con el resto de usuarios de la red, justifica Luís XIV. Afán recaudatorio y subordinación interesada a las eléctricas, opina el sufrido ciudadano.
Y en cualquier caso, un croché a las renovables y a los que se autoabastecen. Vamos, que si querías independizarte de ese matrimonio formado por el consumidor y los de la luz, vas listo; porque, con la nueva ley impuesta por el PP, el divorcio es imposible y estás condenado a sufrir la voracidad de estas empresas hasta que la muerte te separe de ellos.
La verdad es que tienen acojonado a todo el mundo. La nueva ley ha abierto la caja de Pandora y, una vez cogido el gustillo de seguir gobernando, la creatividad e imaginación del PP pueden no tener límites. Por lo pronto, los girasoles andan cabizbajos y han dejado de girar, no vayan a tener que pagar también por el uso indiscriminado que hacen de la luz solar.
Y como flor emprendedora que es, y en aras de la sostenibilidad (como diría un político), ya están pensando en adaptarse a la nueva situación y ponerse a producir quicos en lugar de pipas, que necesitan menos energía lumínica para su crecimiento.
Y es que, a este paso, no sólo quien se autoabastece va a ser el gran perjudicado. Que se ande con ojo el agricultor, que a fin de cuentas todo cuanto produce basa su crecimiento en la transformación de esa energía lumínica en energía química, a través de la fotosíntesis. Que se plantee ya criar sus tomates a la sombra, por lo que pueda pasar.
O el ganadero, cuyos animales comen plantas que han metabolizado la luz solar; así que tal vez le salpique y deba pagar un peaje también. Por no hablar del ciudadano que tiene la insana costumbre de alimentarse con este tipo de productos y puede incurrir en delito fiscal si no paga por el consumo indirecto del sol.
¿Habrá caído el Gobierno en la cuenta del mundo de posibilidades que se le abre ante sus ojos? No demos ideas y esperemos que no, aunque todo se andará...
Lo único cierto es que, si al sol le han llegado noticias del impuesto "impuesto" a su nombre, debe haberse quedado tan helado con semejante descaro y desvergüenza como los ciudadanos sobre los que recae.
Como en esta receta, Soletes de nieve y fruta, en la que unas claras montadas a modo de fría nieve emulan a un huevo, como éste al sol; en nuestro caso, con una yema frutal y radiante que ilumina el paladar a su paso con su dulce y suave sabor. Nada que ver con aquellos otros a quienes simboliza, cuyas maquinaciones, lejos de iluminar y facilitar nuestro camino, se nos hacen bola hasta terminar por atragantársenos.
Comentarios
Publicar un comentario