Éste es un proceso que afecta a todos los seres vivos, excepto a las
anémonas de mar, un animal frecuentemente ignorado que hasta hace no mucho tiempo se pensaba que era una planta.
Las anémonas de mar son animales de cuerpo blando que se adhieren a las rocas y arrecifes de coral en aguas superficiales. Y aunque no lo parezca, tienen mucho en común con nosotros.
Pero ello, científicos creen que entender cómo logra mantenerse
siempre joven podría ayudarnos a comprender mejor –y eventualmente hacer más lento– el envejecimiento en los humanos.
"Animales inmortales"
Hay más de 1.000 especies de
anémonas. Su tamaño
varía: unas miden unos pocos centímetros, otras cerca de un metro. Se
las encuentra en todos los océanos del mundo, desde los más cálidos
hasta los más fríos.
Se valen de sus tentáculos para inyectar veneno en los pequeños peces
y camarones que se les acercan, y guían a las víctimas paralizadas
hasta un orificio en su cuerpo que hace al mismo tiempo de boca y ano.
En las condiciones adecuadas su vida puede ser muy extensa.
"Hasta donde sabemos, estos animales son
inmortales", le dice Dan Rokhsar, profesor de genética de la Universidad de California, Estados Unidos, a Mary Colwell, de la BBC.
"Viven
por mucho tiempo. Hay registros de una que vivió por 100 años. No
tienen vejez. Viven para siempre y proliferan. Simplemente se van
volviendo más grandes", añade el investigador.
Efectivamente, si a las anémonas les cortas un tentáculo, les crece
otro. Y si le cortas la boca, la remplazan con una nueva. Mientras que
no las envenenen o se las coman, como ocurre muchas veces, continúan
viviendo.
Ancestro común
Las
anémonas de mar parecen evitar los efectos adversos del paso del tiempo.
"Pueden tener tumores, pero hemos visto muy pocos casos. Están constantemente reponiéndose sin tener cáncer", señala Rokhsar.
En vez de envejecer, se mantienen siempre jóvenes y en pleno funcionamiento.
Cómo lo hacen no está claro. "Nos gustaría encontrar al gen o el
mecanismo que les permite evitar el envejecimiento", explica el
científico, que está investigando el secreto de la eterna juventud de
las anémonas de mar.
Pero incluso si lo encuentran, ¿arrojaría esto nueva luz sobre el proceso de envejecimiento en los humanos?
El hecho es que anémonas y humanos tenemos mucho en común.
"Las anémonas de mar son los animales más simples que tienen un sistema nervioso", dice Rokhsar.
"Y aunque éste no está organizado de la misma manera que el nuestro,
las anémonas tienen una red de neuronas que les permite responder a los
estímulos y ser depredadores muy activos".
Sus tentáculos pueden dejar a una presa inmóvil, su boca puede
abrirse y cerrarse voluntariamente y tienen un aparato para digerir
alimentos. Todo esto apunta a un ancestro común con los seres humanos.
Similitudes
"Hemos encontrado muchas similitudes que no hemos visto al comparar
humanos con moscas de la fruta o nematodos", comenta Rokhsar.
Hay paralelismos en la forma en que están organizados los genomas y
en las formas en que los genes están estructurados, lo que revela "un
vínculo que se remonta a 700 millones de años".
Pero también hay reflexiones filosóficas. "¿Hasta qué punto la
inmortalidad de una anémona de mar y la de un ser humano son la misma
cosa?", se pregunta Rokhsar.
Una anémona de mar vive sencillamente el momento. La gente, por otro
lado, tiene pensamientos, conciencia y recuerdos que quiere retener.
Y mantener esto intacto en un cuerpo que se regenera no es algo en lo que nos puedan ayudar las anémonas.
"Esto está en otro orden de cosas", concluye Rokhsar.
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