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CUEVA DE LOS MURCIELAGOS ALBUÑOL


 

Situada en la Sierra de la Contraviesa en la Alpujarra Baja granadina en el municipio de Albuñol, se encuentra un espacio natural de gran interées geológico, biológico y paisajìstico. Un gran cañón kárstico denominado las Angostruas y que está formado por los caudales y aportes de la llamada rambla de Aldayar. Un lugar al que se accede desde la localidad de Albuñol a través de als arenas de la rambla y que discurre entre las paredes de un profgundo desfiladero con puntos donde es necesario el uso de cuerdas para poder continuar la marcha. Un desfiladero en el que se encuentra la Cueva de los Murciélagos, un hábital troglodita en el que se encontraron los primeros restos de adornos y metalistería prehistórica de la península Ibérica, con elementos omo la primera diadema de oro de la historia de España, y útiles elaborados con esparto.







Las Angosturas es una ventana tectónica de gan interés geológico, ya que es fácil ver como afloran calizas y dolomías del Triásico de la zona conocida como Unidad de Lújar. Hay llacimientos, que en su momento fueron explotados, de galena, esfalerita y fluorita. 
Es curioso comprobar la presencia de tierras y piedras de un atractivo color rojizo. Son impregnaciones de cinabrios que se aprecian sobre dolomías metamórficas.
Un universo de piedra y agua
Las Angosturas de Albuñol son un paraje único formado por estrechas gargantas horadadas por las lluvias de la Contraviesa
Es un ecosistema rupícola, con singulares formaciones geológicas que fueron habitadas desde el Neolítico y que debería estar catalogado como espacio natural protegido.
Desde hace milenios, el agua ha marcado su camino entre los cerros de la Contraviesa para horadar una parte de la rambla de Aldáyar, hasta crear un estrecho desfiladero con paredes de decenas de metros que flanquean un abrupto cauce, generalmente seco, que cuando las lluvias caen como torrentes, se convierte en cañones donde la fuerza del agua moldea las rocas hasta crear, con el paso de los siglos, estéticas formas geométricas, anárquicos recovecos de colores en las calizas y dolomías procedentes del Triásico  (la época de los últimos dinosaurios y la llegada de los primeros mamíferos)  y supura a través de las arcillas para hacer aflorar cuarzos y calcitas, incluso galenas.
Es el paraje conocido como las Angosturas y el cañón de las Minas, en el municipio de Albuñol, la rambla que en noviembre de 1973 arrojó sobre esa población millones de litros de agua que destrozaron edificios, carreteras, campos y cortijos, y dejó la cifra negra de un centenar de muertos.
Pero la rambla de Aldáyar, el desfiladero de las Angosturas es un espacio singular, un paraje único que necesita ser protegido para que conserve sus características geológicas, vegetales, faunísticas y también arqueológicas. En los cortados de las Minas, que también se llama así porque durante décadas albergó explotaciones de galena en las minas de Balduino y Fabiola, los reyes de Bélgica,  se encuentra un sistema de cuevas y grutas que han sido habitadas desde el Neolítico. Una de ellas, la cueva de los Murciélagos, fue donde se encontró la primera diadema de oro de la historia de la península y donde se descubrieron los primeros útiles elaborados con esparto. El lugar donde en el siglo XIX se hallaron cuatro cadáveres, tres de ellos formando un círculo alrededor del cuarto que era el que poseía la diadema de oro puro que ahora se encuentra en el Museo Arqueológico Provincial, y útiles anteriores al hierro, cobre y bronce.
Un sencillo paseo
Para conocer este paraje, las formaciones geológicas y disfrutar de los caprichos que el agua ha creado en las paredes de las Angosturas basta con un sencillo paseo que no implica sortear grandes obstáculos. La mejor forma de llegar a Albuñol es desde la localidad de La Rábita, en la carretera de la costa, entre Motril y Almería. Allí, en el extremo Este del pueblo, la antigua carretera destruida en 1973, da paso a un carril que se interna en la rambla de Aldáyar. Es preferible dejar el coche y comenzar a andar. En solo 500 metros, sorprenden las primeras formaciones geológicas, paredes con surcos realizados por el agua en rocas de decenas de metros de altura. En otros lugares, el agua carbonatada, termal, ha generado formaciones calcáreas con curiosas formas. Las paredes se estrechan y las rocas calizas muestran como se han modificado y ondulado con el paso del tiempo. Se estima que fue hace 240 millones de años cuando se produjeron movimientos tectónicos que dieron lugar a estos cortados que el agua ha moldeado a su antojo.
Para llegar a las cuevas hay que superar obstáculos casi imposibles, murallas de roca de más de cinco metros de altura que se evitan mediante veredas que parten a la izquierda del cauce de la rambla, pero no es necesario para conocer en su plenitud la fuerza del agua. Un recorrido más extremo implicará seguir adelante y bordear los acantilados para llegar a las cuevas y las minas, y después, volver a Albuñol por los carriles agrícolas que recorren este paraje por su zona alta, pero la visión de la naturaleza, los caprichos del agua está abajo, asequible a todos, eso sí, en verano y sin lluvias.


La biodiversidad es muy especial como en todos los espacios de difícil acceso y donde hay una casi permanente presencia de agua y grandes cortados. La vegetación se ha especializado y en cuanto a la fauna existen especies de repriles, mamíferos, aves, tanto de roquedos como de las que gustan de la proximidad con cultivos. El clima, típicamente meditarráeno, está suavizado por la cercanía del litoral, ya que a solo cinco kilómetros se encuentra el mar Mediterráneo en la localidad de La Rábita.
Grupos sociales de la zona de la Contraviesa piden la declaración de paraje natural protegido para esta zona, con su extensión a gran parte de als ramblas de Aldayar y Ahijón

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