GRANADA HOY
La estatua, situada a la entrada del célebre barrio y conocida popularmente como 'el moro', verá reforzada su base para evitar "su caída"
Granada se queda sin su mal llamado 'moro'. Al menos, por un tiempo. Y es que el Ayuntamiento de la capital dio permiso ayer a una serie de técnicos para que retirasen la estatua de Ibn Tibon, sita en la confluencia entre las arcaicas calles de San Matías y Pavaneras. La razón es el mal estado, no de la figura en sí, sino de su "pedestal". Ello provocará que la efigie esté durante unos días en el taller particular de un restaurador, como indicó el concejal de Patrimonio, Eduardo Caracuel.
"La hemos retirado esta mañana [ayer para el lector] porque estaba que se caía, y para evitar que se viniese abajo y causase algún incidente", explicó el edil. "Para repararla". Como indicó Caracuel, los desperfectos que han encontrado en una de las inspecciones "rutinarias" que llevan a cabo con el Plan de Prevención desde su Concejalía podrían dar lugar a una situación de peligro: que la estatua se desplomase y que causara algún daño a cualquier persona. "Se ha quitado para prevenir una desgracia", declaró. La imagen, empero, amaneció ayer descolocada de su plataforma pétrea, con parte de su base fuera de ella, aunque se desconoce si fue debido a algún acto vandálico en los últimos días.
No se trata, por consiguiente, de un proceso de restauración, sino más bien de otro de mejora y "reparación". "La restauración sería si tuviese algún deterioro y se intentase arreglar, pero esto responde a que hemos observado que podía caerse", afirmó Eduardo Caracuel. Las condiciones de su peana no eran las mejores, pero el concejal aclaró que sus defectos no se debían a ninguna acción ocurrida esta Semana Santa. Más bien al paso del tiempo. Lo cierto es que la llamativa estampa de Ibn Tibon se convierte todos los años en un 'palco' privilegiado para muchos de los más osados cofrades, que no dudan en subirse casi a sus espaldas para contemplar el transcurrir de una determinada hermandad de la Semana de Pasión.
La escultura, situada a la entrada del barrio del Realejo y erróneamente conocida de forma popular como 'el moro', recuerda a un granadino de religión judía. Colocada en su enclave habitual desde hace más de 25 años, la obra de Miguel Moreno homenajea a Yehuda Ben Saúl Ibn Tibon, un médico, poeta, filósofo y traductor que falleció en el siglo XII. Pasó bastante tiempo en su ciudad natal, aunque murió en Marsella. Según los anales, fue uno de los sabios más grandes de su época en el sur de la Península. Fundador de la dinastía de los Tibónidas y considerado patrón de los traductores, existe la leyenda que todo visitante foráneo que roza su talón, tarde o temprano, volverá de nuevo a Granada.
Fue a las 11:30 horas aproximadamente cuando varios operarios, acompañados de una gran grúa, accedieron a los alrededores de los 'dominios' de Ibn Tibon para proceder a su traslado. Uno de los trabajadores subió junto al judío, le colocó una especie de arnés y dio la señal. Otro, a los mandos del aparatoso vehículo, accionó una palanca y levantó sin apenas esfuerzo la figura, ante la mirada curiosa de los pocos transeúntes que se agolpaban en ese momento en el lugar.
La fecha de regreso aún se desconoce, pero el Consistorio espera que su vuelta no se demore en demasía. "No creo yo que sea mucho tiempo el que estemos sin la estatua porque, en general, está en buenas condiciones", aseguró Eduardo Caracuel. "El problema está en el pedestal, donde está sujeta la estatua; queremos que encaje bien, que se hagan las soldaduras necesarias". El trabajo no se ha encargado a los técnicos municipales, a pesar de que el edil de Patrimonio reconoció que el propio Ayuntamiento posee algunos trabajadores y hasta una restauradora para tal efecto. Siempre que se trate de algún caso excepcional, también acuden a "otros conservadores".
Será otro técnico, situado fuera de los límites de la casa consistorial, el que evalúe el estado de la estatua y el que establezca el día en que será asentada otra vez en su ubicación histórica, siempre que esté en "buenas condiciones". "Yo no puedo decir cuándo volverá, será cuando me digan, intentaré preguntarlo mañana a ver si han hecho ya un diagnóstico sobre ello; es como cuando uno se pone enfermo y preguntas que cuándo le van a dar el alta, primero hay que estudiarlo y, después, te dirán si es cuestión de un número concreto de días". Mientras, la estatua se resguarda en el taller de su 'examinador', fuera de miradas indiscretas y a la espera de su ansiada reaparición.
La estatua, situada a la entrada del célebre barrio y conocida popularmente como 'el moro', verá reforzada su base para evitar "su caída"
Granada se queda sin su mal llamado 'moro'. Al menos, por un tiempo. Y es que el Ayuntamiento de la capital dio permiso ayer a una serie de técnicos para que retirasen la estatua de Ibn Tibon, sita en la confluencia entre las arcaicas calles de San Matías y Pavaneras. La razón es el mal estado, no de la figura en sí, sino de su "pedestal". Ello provocará que la efigie esté durante unos días en el taller particular de un restaurador, como indicó el concejal de Patrimonio, Eduardo Caracuel.
"La hemos retirado esta mañana [ayer para el lector] porque estaba que se caía, y para evitar que se viniese abajo y causase algún incidente", explicó el edil. "Para repararla". Como indicó Caracuel, los desperfectos que han encontrado en una de las inspecciones "rutinarias" que llevan a cabo con el Plan de Prevención desde su Concejalía podrían dar lugar a una situación de peligro: que la estatua se desplomase y que causara algún daño a cualquier persona. "Se ha quitado para prevenir una desgracia", declaró. La imagen, empero, amaneció ayer descolocada de su plataforma pétrea, con parte de su base fuera de ella, aunque se desconoce si fue debido a algún acto vandálico en los últimos días.
No se trata, por consiguiente, de un proceso de restauración, sino más bien de otro de mejora y "reparación". "La restauración sería si tuviese algún deterioro y se intentase arreglar, pero esto responde a que hemos observado que podía caerse", afirmó Eduardo Caracuel. Las condiciones de su peana no eran las mejores, pero el concejal aclaró que sus defectos no se debían a ninguna acción ocurrida esta Semana Santa. Más bien al paso del tiempo. Lo cierto es que la llamativa estampa de Ibn Tibon se convierte todos los años en un 'palco' privilegiado para muchos de los más osados cofrades, que no dudan en subirse casi a sus espaldas para contemplar el transcurrir de una determinada hermandad de la Semana de Pasión.
La escultura, situada a la entrada del barrio del Realejo y erróneamente conocida de forma popular como 'el moro', recuerda a un granadino de religión judía. Colocada en su enclave habitual desde hace más de 25 años, la obra de Miguel Moreno homenajea a Yehuda Ben Saúl Ibn Tibon, un médico, poeta, filósofo y traductor que falleció en el siglo XII. Pasó bastante tiempo en su ciudad natal, aunque murió en Marsella. Según los anales, fue uno de los sabios más grandes de su época en el sur de la Península. Fundador de la dinastía de los Tibónidas y considerado patrón de los traductores, existe la leyenda que todo visitante foráneo que roza su talón, tarde o temprano, volverá de nuevo a Granada.
Fue a las 11:30 horas aproximadamente cuando varios operarios, acompañados de una gran grúa, accedieron a los alrededores de los 'dominios' de Ibn Tibon para proceder a su traslado. Uno de los trabajadores subió junto al judío, le colocó una especie de arnés y dio la señal. Otro, a los mandos del aparatoso vehículo, accionó una palanca y levantó sin apenas esfuerzo la figura, ante la mirada curiosa de los pocos transeúntes que se agolpaban en ese momento en el lugar.
La fecha de regreso aún se desconoce, pero el Consistorio espera que su vuelta no se demore en demasía. "No creo yo que sea mucho tiempo el que estemos sin la estatua porque, en general, está en buenas condiciones", aseguró Eduardo Caracuel. "El problema está en el pedestal, donde está sujeta la estatua; queremos que encaje bien, que se hagan las soldaduras necesarias". El trabajo no se ha encargado a los técnicos municipales, a pesar de que el edil de Patrimonio reconoció que el propio Ayuntamiento posee algunos trabajadores y hasta una restauradora para tal efecto. Siempre que se trate de algún caso excepcional, también acuden a "otros conservadores".
Será otro técnico, situado fuera de los límites de la casa consistorial, el que evalúe el estado de la estatua y el que establezca el día en que será asentada otra vez en su ubicación histórica, siempre que esté en "buenas condiciones". "Yo no puedo decir cuándo volverá, será cuando me digan, intentaré preguntarlo mañana a ver si han hecho ya un diagnóstico sobre ello; es como cuando uno se pone enfermo y preguntas que cuándo le van a dar el alta, primero hay que estudiarlo y, después, te dirán si es cuestión de un número concreto de días". Mientras, la estatua se resguarda en el taller de su 'examinador', fuera de miradas indiscretas y a la espera de su ansiada reaparición.
"La hemos retirado esta mañana [ayer para el lector] porque estaba que se caía, y para evitar que se viniese abajo y causase algún incidente", explicó el edil. "Para repararla". Como indicó Caracuel, los desperfectos que han encontrado en una de las inspecciones "rutinarias" que llevan a cabo con el Plan de Prevención desde su Concejalía podrían dar lugar a una situación de peligro: que la estatua se desplomase y que causara algún daño a cualquier persona. "Se ha quitado para prevenir una desgracia", declaró. La imagen, empero, amaneció ayer descolocada de su plataforma pétrea, con parte de su base fuera de ella, aunque se desconoce si fue debido a algún acto vandálico en los últimos días.
No se trata, por consiguiente, de un proceso de restauración, sino más bien de otro de mejora y "reparación". "La restauración sería si tuviese algún deterioro y se intentase arreglar, pero esto responde a que hemos observado que podía caerse", afirmó Eduardo Caracuel. Las condiciones de su peana no eran las mejores, pero el concejal aclaró que sus defectos no se debían a ninguna acción ocurrida esta Semana Santa. Más bien al paso del tiempo. Lo cierto es que la llamativa estampa de Ibn Tibon se convierte todos los años en un 'palco' privilegiado para muchos de los más osados cofrades, que no dudan en subirse casi a sus espaldas para contemplar el transcurrir de una determinada hermandad de la Semana de Pasión.
La escultura, situada a la entrada del barrio del Realejo y erróneamente conocida de forma popular como 'el moro', recuerda a un granadino de religión judía. Colocada en su enclave habitual desde hace más de 25 años, la obra de Miguel Moreno homenajea a Yehuda Ben Saúl Ibn Tibon, un médico, poeta, filósofo y traductor que falleció en el siglo XII. Pasó bastante tiempo en su ciudad natal, aunque murió en Marsella. Según los anales, fue uno de los sabios más grandes de su época en el sur de la Península. Fundador de la dinastía de los Tibónidas y considerado patrón de los traductores, existe la leyenda que todo visitante foráneo que roza su talón, tarde o temprano, volverá de nuevo a Granada.
Fue a las 11:30 horas aproximadamente cuando varios operarios, acompañados de una gran grúa, accedieron a los alrededores de los 'dominios' de Ibn Tibon para proceder a su traslado. Uno de los trabajadores subió junto al judío, le colocó una especie de arnés y dio la señal. Otro, a los mandos del aparatoso vehículo, accionó una palanca y levantó sin apenas esfuerzo la figura, ante la mirada curiosa de los pocos transeúntes que se agolpaban en ese momento en el lugar.
La fecha de regreso aún se desconoce, pero el Consistorio espera que su vuelta no se demore en demasía. "No creo yo que sea mucho tiempo el que estemos sin la estatua porque, en general, está en buenas condiciones", aseguró Eduardo Caracuel. "El problema está en el pedestal, donde está sujeta la estatua; queremos que encaje bien, que se hagan las soldaduras necesarias". El trabajo no se ha encargado a los técnicos municipales, a pesar de que el edil de Patrimonio reconoció que el propio Ayuntamiento posee algunos trabajadores y hasta una restauradora para tal efecto. Siempre que se trate de algún caso excepcional, también acuden a "otros conservadores".
Será otro técnico, situado fuera de los límites de la casa consistorial, el que evalúe el estado de la estatua y el que establezca el día en que será asentada otra vez en su ubicación histórica, siempre que esté en "buenas condiciones". "Yo no puedo decir cuándo volverá, será cuando me digan, intentaré preguntarlo mañana a ver si han hecho ya un diagnóstico sobre ello; es como cuando uno se pone enfermo y preguntas que cuándo le van a dar el alta, primero hay que estudiarlo y, después, te dirán si es cuestión de un número concreto de días". Mientras, la estatua se resguarda en el taller de su 'examinador', fuera de miradas indiscretas y a la espera de su ansiada reaparición.
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