GRANADA HOY
Los conductores piden a Rober que cada 10-15 minutos salgan vehículos de las cabeceras
Cruzar la Gran Vía de Granada en autobús se ha convertido en una práctica digna del Santo Job. Paciencia. Esa es la única recomendación para aquellas personas que durante el próximo mes decidan adentrarse en la concurrida arteria de la ciudad.
Las obras previas que se están llevando a cabo para elevar las aceras y construir las nuevas paradas de las Líneas de Alta Capacidad (LAC) están siendo algo más molestas de lo previsto. Tanto, que para cruzar la Gran Vía un autobús necesita en el caso más extremo unos 30 minutos en un trayecto que, sin obras, se recorre en apenas 3. Las obras (cuyo fin es construir las nuevas paradas LAC y, de paso, reforzar la calzada por los bordes que estaban hundidas) han desregulado todo el sistema de transporte urbano, por lo que los conductores de Rober han pedido a la empresa que mueva el sistema de transporte por frecuencias, de forma que cada 10-15 minutos salgan nuevos vehículos de las cabeceras. De esta forma se evitaría que la gente se agolpara en las paradas, lo que estos días es más que habitual.
"Le hemos sugerido a la empresa que se olvide de las horas de salida y llegada a las cabeceras y que vayan saliendo vehículos cada diez o quince minutos para que no se acumule la gente; al menos mientras duren las obras", explicó el presidente del comité de empresa de Rober, Francisco Barranco, quien reconoció que con media Granada en pie es muy difícil cumplir con las frecuencias.
En horas punta, de 8:30 a 10 de la mañana y de 12 a 14 horas, el atasco puede llegar a ocupar toda la calle Reyes, Puerta Real y recogidas. En el sentido contrario el atasco se extiende desde el teatro Isabel la Católica hasta la Avenida de la Constitución. Esto significa que el colapso puede extenderse por cerca de tres kilómetros de la ciudad.
Hay otra medida más que los conductores creen que ayudaría a agilizar la circulación durante el tiempo que queda de obras y que pasa por desplegar un dispositivo policial en Gran Vía que en momentos de mucho caos puedan parar los semáforos y dar prioridad a los autobuses.
Aunque los problemas de tráfico se prolongan hasta el Palacio de Congresos, sin duda Gran Vía es el principal cuello de botella, sobre todo en tramos en los que sólo se deja operativo un carril. Esquivar este punto de la ciudad tampoco es fácil. Se podría utilizar como ruta alternativa el Camino de Ronda pero el 90% de las líneas de autobús de la ciudad pasan por Gran Vía y muchas personas tienen que pasar obligatoriamente por aquí.
Las líneas que más retrasos están acumulando son aquellas que tienen recorridos más largos y que transportan a más viajeros (la 4, 8, 1, 11, 21, 6). En trayectos tan extensos el tiempo del recorrido puedo duplicarse. Y así, si la línea 4 que cruza desde el Zaidín hasta Bobadilla, tarda habitualmente 40-45 minutos en hacer todo su recorrido, desde que Gran Vía está en obra se puede tardar entre una hora y diez minutos y una hora y veinte.
"Nuestra vida se ha convertido en un atasco permanente y, según la templanza de cada conductor, se lleva mejor o peor. Cuando el servicio se desregula de forma constante y por tanto tiempo la gente se enfada", apunta Francisco Barranco, quien explica que la consigna básica en este tipo de situación es tirar de paciencia y no discutir con los pasajeros.
La concejal de Movilidad, Telesfora Ruiz, pidió ayer un poco más de paciencia a los usuarios y reconoció que el ritmo de las obras es bueno, de forma que a finales de mayo estarán terminadas. "Las molestias son inevitables pero el resultado va a merecer la pena. En un mes tendremos la Gran Vía nueva y terminada para muchos años", apuntó la concejal de Movilidad.
Las obras previas que se están llevando a cabo para elevar las aceras y construir las nuevas paradas de las Líneas de Alta Capacidad (LAC) están siendo algo más molestas de lo previsto. Tanto, que para cruzar la Gran Vía un autobús necesita en el caso más extremo unos 30 minutos en un trayecto que, sin obras, se recorre en apenas 3. Las obras (cuyo fin es construir las nuevas paradas LAC y, de paso, reforzar la calzada por los bordes que estaban hundidas) han desregulado todo el sistema de transporte urbano, por lo que los conductores de Rober han pedido a la empresa que mueva el sistema de transporte por frecuencias, de forma que cada 10-15 minutos salgan nuevos vehículos de las cabeceras. De esta forma se evitaría que la gente se agolpara en las paradas, lo que estos días es más que habitual.
"Le hemos sugerido a la empresa que se olvide de las horas de salida y llegada a las cabeceras y que vayan saliendo vehículos cada diez o quince minutos para que no se acumule la gente; al menos mientras duren las obras", explicó el presidente del comité de empresa de Rober, Francisco Barranco, quien reconoció que con media Granada en pie es muy difícil cumplir con las frecuencias.
En horas punta, de 8:30 a 10 de la mañana y de 12 a 14 horas, el atasco puede llegar a ocupar toda la calle Reyes, Puerta Real y recogidas. En el sentido contrario el atasco se extiende desde el teatro Isabel la Católica hasta la Avenida de la Constitución. Esto significa que el colapso puede extenderse por cerca de tres kilómetros de la ciudad.
Hay otra medida más que los conductores creen que ayudaría a agilizar la circulación durante el tiempo que queda de obras y que pasa por desplegar un dispositivo policial en Gran Vía que en momentos de mucho caos puedan parar los semáforos y dar prioridad a los autobuses.
Aunque los problemas de tráfico se prolongan hasta el Palacio de Congresos, sin duda Gran Vía es el principal cuello de botella, sobre todo en tramos en los que sólo se deja operativo un carril. Esquivar este punto de la ciudad tampoco es fácil. Se podría utilizar como ruta alternativa el Camino de Ronda pero el 90% de las líneas de autobús de la ciudad pasan por Gran Vía y muchas personas tienen que pasar obligatoriamente por aquí.
Las líneas que más retrasos están acumulando son aquellas que tienen recorridos más largos y que transportan a más viajeros (la 4, 8, 1, 11, 21, 6). En trayectos tan extensos el tiempo del recorrido puedo duplicarse. Y así, si la línea 4 que cruza desde el Zaidín hasta Bobadilla, tarda habitualmente 40-45 minutos en hacer todo su recorrido, desde que Gran Vía está en obra se puede tardar entre una hora y diez minutos y una hora y veinte.
"Nuestra vida se ha convertido en un atasco permanente y, según la templanza de cada conductor, se lleva mejor o peor. Cuando el servicio se desregula de forma constante y por tanto tiempo la gente se enfada", apunta Francisco Barranco, quien explica que la consigna básica en este tipo de situación es tirar de paciencia y no discutir con los pasajeros.
La concejal de Movilidad, Telesfora Ruiz, pidió ayer un poco más de paciencia a los usuarios y reconoció que el ritmo de las obras es bueno, de forma que a finales de mayo estarán terminadas. "Las molestias son inevitables pero el resultado va a merecer la pena. En un mes tendremos la Gran Vía nueva y terminada para muchos años", apuntó la concejal de Movilidad.
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