LA GUARDIA CIVIL DETIENE A OTROS DOS MARINEROS DE "EL CANO"
Agentes de la UCO los apresaron ayer en San
Fernando y se esperan más detenciones entre miembros de
una red en la que también podría haber varios suboficiales del buque
Pedro M. Espinosa cádiz | Actualizado 30.10.2014 - 01:00
Agentes del departamento de Delincuencia Especializada y Drogas
de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil detuvieron ayer en el
Arsenal de La Carraca de San Fernando a dos nuevos marineros del Juan Sebastián Elcano como
presuntos miembros de una red formada por miembros de la propia
tripulación y que aprovechó la escala del buque en Cartagena de Indias
(Colombia) el pasado abril para subir a bordo con 147 kilos de cocaína.
20 de ellos los vendieron en su escala en Nueva York a mediados de mayo a
unos narcotraficantes locales, quienes, tras ser detenidos por la
Policía norteamericana, confesaron que habían sido tres miembros de la
dotación del buque escuela de la Armada los que les habían pasado la
droga, dos españoles y un ecuatoriano que permanecen encarcelados en la
prisión madrileña de Alcalá-Meco como presuntos autores de un delito de
tráfico de drogas y otro cometido por militares utilizando buques o
dependencias de la Armada.
A raíz de este hecho se inició una investigación que aún continúa abierta por parte de la UCO y que hoy mismo podría sumar nuevas detenciones, ya que este medio ha podido saber de fuentes del barco que hay varios implicados más, entre ellos algunos suboficiales.
Los dos marineros detenidos ayer son de nacionalidad española y fueron arrestados por agentes de la Guardia Civil mientras trabajaban en el buque, que se encuentra en su base de San Fernando.
Ambos fueron trasladados rápidamente a Madrid custodiados por agentes de la UCO, que se habían desplazado desde la capital de España a nuestra provincia expresamente para llevar a cabo esta operación. Los marineros tendrán que prestar declaración ante el juez de la Audiencia Nacional que se ha hecho cargo de un caso que levantó ampollas en los estamentos político y militares del país, que veía como una pequeña parte de la dotación del Elcano mancillaba el nombre que se había paseado por todo el mundo al, supuestamente, traficar con cocaína.
Teniendo en cuenta el rumbo que está tomando la investigación, los agentes de la UCO tienen cada vez más claro que el traslado de estos 147 kilos de cocaína en el buque no fue un hecho aislado, y que de no haberse detenido a los traficantes en Nueva York la práctica podría haber continuado con total impunidad y grandes beneficios para los miembros de esta banda de militares. De hecho, la investigación llevada a cabo en su día determinó que los tres marineros detenidos en primera instancia habían aceptado recibir 5.000 dólares (unos 3.800 euros) por cada kilo transportado. Esto quiere decir que por los 147 kilos que consiguieron subir a bordo ocultos bajo sus ropas durante unas jornadas de puertas abiertas en Cartagena de Indias habrían recibido unos 735.000 euros, que vienen a ser unos 550.000 euros. Un gran botín a repartir entre los tres marineros que en un principio se creía formarían parte de la trama, una trama que ahora la Guardia Civil quiere demostrar que no sólo se ha quedado en la marinería sino que también afecta a mandos del barco, puesto que parece que hay implicados algunos suboficiales.
Hay que recordar también que la colaboración entre la Policía norteamericana y las fuerzas de seguridad española propiciaron la detención inicial de estos tres marineros. El calvario para los mandos del Juan Sebastián Elcano se inició a mediados del mes de mayo, cuando fueron informados de que unos narcotraficantes detenidos en Nueva York aseguraban que habían recibido 20 kilos de cocaína de tres de sus marineros. A la Policía le fueron enviadas fotografías de todos los tripulantes del barco para que los narcos los identificaran. Una vez que se confirmó quienes eran los sospechosos, fueron sometidos a una férrea vigilancia, comprobándose que bajaron a tierra en las escalas siguientes, en Dublín (Irlanda), Hamburgo (Alemania) y Oslo (Noruega), pero sin droga, por lo que los investigadores tuvieron claro que el grueso del cargamento debía viajar hasta San Fernando, desde donde sería distribuido por Andalucía y el resto de nuestro país.
Una vez que el buque de la Armada llegó a aguas españolas, y un día ante de atracar en Marín (Pontevedra), donde desembarcan los cadetes guardiamarinas que hacen el crucero de instrucción, fondeó el pasado 12 de julio en Bueu, donde los tres sospechosos fueron detenidos. Agentes de la Guardia Civil, que actúa en este caso como policía judicial del Juzgado Togado Militar número 12, registraron los habitáculos de los detenidos acompañados del Servicio de Seguridad Naval, pero no encontraron la droga, a pesar de lo cual el juez ordenó su ingreso en prisión ante los indicios que existían contra ellos.
La droga continuó su viaje desde aguas gallegas hasta la Carraca, donde se pudo hacer un registro mucho más exhaustivo sin resultados. Hasta que 11 días después de su llegada a su base una marinera de la dotación del barco que hacía la ronda de vigilancia observó una gran cantidad de bultos extraños en el denominado pique de proa, que es un compartimento situado justo detrás del mascarón y donde se sitúa el pañol de velas y estachas. A esas dependencias sólo tiene acceso el personal de maniobras, y es una de las que tenía vetadas las visitas de los agentes de la Benemérita y sus perros antidroga. De hecho, luego se ha sabido que alguno de los tres detenidos pertenecía a ese personal especializado. Además, el material que se almacena en este habitáculo suele desprender un fuerte olor que habría podido enmascarar el de la droga. "Ella pasó, vio los bultos y avisó, pero quién sabe cuantos pasaron antes y se callaron", comentó alguien relacionado con una investigación que aún promete dar muchos dolores de cabeza a la Armada Española y al propio Ministerio de Defensa.
A raíz de este hecho se inició una investigación que aún continúa abierta por parte de la UCO y que hoy mismo podría sumar nuevas detenciones, ya que este medio ha podido saber de fuentes del barco que hay varios implicados más, entre ellos algunos suboficiales.
Los dos marineros detenidos ayer son de nacionalidad española y fueron arrestados por agentes de la Guardia Civil mientras trabajaban en el buque, que se encuentra en su base de San Fernando.
Ambos fueron trasladados rápidamente a Madrid custodiados por agentes de la UCO, que se habían desplazado desde la capital de España a nuestra provincia expresamente para llevar a cabo esta operación. Los marineros tendrán que prestar declaración ante el juez de la Audiencia Nacional que se ha hecho cargo de un caso que levantó ampollas en los estamentos político y militares del país, que veía como una pequeña parte de la dotación del Elcano mancillaba el nombre que se había paseado por todo el mundo al, supuestamente, traficar con cocaína.
Teniendo en cuenta el rumbo que está tomando la investigación, los agentes de la UCO tienen cada vez más claro que el traslado de estos 147 kilos de cocaína en el buque no fue un hecho aislado, y que de no haberse detenido a los traficantes en Nueva York la práctica podría haber continuado con total impunidad y grandes beneficios para los miembros de esta banda de militares. De hecho, la investigación llevada a cabo en su día determinó que los tres marineros detenidos en primera instancia habían aceptado recibir 5.000 dólares (unos 3.800 euros) por cada kilo transportado. Esto quiere decir que por los 147 kilos que consiguieron subir a bordo ocultos bajo sus ropas durante unas jornadas de puertas abiertas en Cartagena de Indias habrían recibido unos 735.000 euros, que vienen a ser unos 550.000 euros. Un gran botín a repartir entre los tres marineros que en un principio se creía formarían parte de la trama, una trama que ahora la Guardia Civil quiere demostrar que no sólo se ha quedado en la marinería sino que también afecta a mandos del barco, puesto que parece que hay implicados algunos suboficiales.
Hay que recordar también que la colaboración entre la Policía norteamericana y las fuerzas de seguridad española propiciaron la detención inicial de estos tres marineros. El calvario para los mandos del Juan Sebastián Elcano se inició a mediados del mes de mayo, cuando fueron informados de que unos narcotraficantes detenidos en Nueva York aseguraban que habían recibido 20 kilos de cocaína de tres de sus marineros. A la Policía le fueron enviadas fotografías de todos los tripulantes del barco para que los narcos los identificaran. Una vez que se confirmó quienes eran los sospechosos, fueron sometidos a una férrea vigilancia, comprobándose que bajaron a tierra en las escalas siguientes, en Dublín (Irlanda), Hamburgo (Alemania) y Oslo (Noruega), pero sin droga, por lo que los investigadores tuvieron claro que el grueso del cargamento debía viajar hasta San Fernando, desde donde sería distribuido por Andalucía y el resto de nuestro país.
Una vez que el buque de la Armada llegó a aguas españolas, y un día ante de atracar en Marín (Pontevedra), donde desembarcan los cadetes guardiamarinas que hacen el crucero de instrucción, fondeó el pasado 12 de julio en Bueu, donde los tres sospechosos fueron detenidos. Agentes de la Guardia Civil, que actúa en este caso como policía judicial del Juzgado Togado Militar número 12, registraron los habitáculos de los detenidos acompañados del Servicio de Seguridad Naval, pero no encontraron la droga, a pesar de lo cual el juez ordenó su ingreso en prisión ante los indicios que existían contra ellos.
La droga continuó su viaje desde aguas gallegas hasta la Carraca, donde se pudo hacer un registro mucho más exhaustivo sin resultados. Hasta que 11 días después de su llegada a su base una marinera de la dotación del barco que hacía la ronda de vigilancia observó una gran cantidad de bultos extraños en el denominado pique de proa, que es un compartimento situado justo detrás del mascarón y donde se sitúa el pañol de velas y estachas. A esas dependencias sólo tiene acceso el personal de maniobras, y es una de las que tenía vetadas las visitas de los agentes de la Benemérita y sus perros antidroga. De hecho, luego se ha sabido que alguno de los tres detenidos pertenecía a ese personal especializado. Además, el material que se almacena en este habitáculo suele desprender un fuerte olor que habría podido enmascarar el de la droga. "Ella pasó, vio los bultos y avisó, pero quién sabe cuantos pasaron antes y se callaron", comentó alguien relacionado con una investigación que aún promete dar muchos dolores de cabeza a la Armada Española y al propio Ministerio de Defensa.
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