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  • LAS FRANQUICIAS Y GRANDES MARCAN SE "COMEN" AL COMERCIO TRADICIONAL.

El local de Calzados Lucy continúa sin actividad catorce meses después de que el comercio cerrase.
El local de Calzados Lucy continúa sin actividad catorce meses después de que el comercio cerrase.
  • Un 30% de los comercios afectados por el final de la renta antigua ha cerrado y otro 20% ha llevado sus casos a los tribunales

El comienzo de la calle Mesones deja ver varios comercios a izquierda y derecha. A un lado, se leen carteles de Promod y Desigual. Al otro, continúan los ventanales de Dunkin Coffee que comienzan en la plaza Puerta Real, seguidos de un amplio establecimiento de The Phone House. Si se opta por empezar la ruta comercial más abajo, la calle Alhóndiga también cuenta con varias grandes marcas escoltando el comienzo de la vía a ambos lados. La fotografía de las principales arterias comerciales de la ciudad es similar. Las cadenas comerciales sin sede en Granada van año a año pegando grandes bocados al espacio ocupado en el Centro de la ciudad por los comercios de toda la vida y complicando la supervivencia de éstos en un entorno globalizado. Mesones es un buen ejemplo de ello. De los 68 locales comerciales que hay esta calle, solo 22 pertenecen a propietarios locales, un 32%.
Dos son los factores esenciales por los que la marca 'Granada' está desapareciendo o quedando relegada a pequeñas y estrechas calles del 'corazón' de la ciudad. El fin de la renta antigua a comienzos de 2015 provocó el cierre de numerosos establecimientos que no pudieron hacer frente a la actualización de estos alquileres. El Centro Comercial Abierto, una organización sin ánimo de lucro que nació para salvaguardar el comercio tradicional, calcula que en la provincia han bajado su persiana 800 establecimientos por este motivo. Ángel Rodríguez, su presidente, reconoce que en la actualidad el consumidor es mucho más sensible a «ofertas, rebajas y marcas», algo que provoca que para los comerciantes de la ciudad sea «muy dura» la competencia con las marcas que salen en televisión. Los cálculos de esta asociación sitúan a los establecimientos locales con un 30-40% de peso en las principales vías del Centro. Sus cifras coinciden con lo que se ve sobre el terreno. El análisis de las marcas comerciales que hay en Recogidas, Reyes Católicos, Acera del Darro, Puentezuelas, Alhóndiga y Mesones refleja que en la actualidad solo uno de cada tres comercios son tradicionales.
Dentro los establecimientos que sobreviven a este empuje exterior se vislumbran patrones comunes. Apenas quedan locales de ropa o de perfumería, pero sí sobreviven aquellos que se dedican al calzado. Las principales marcas multinacionales de este sector se han establecido en los centros comerciales de la ciudad o el Área Metropolitana y esto les ha dado aire a tiendas como Los Guerrilleros, Roselli o pequeños locales que ni siquiera cuentan con un cartel en la puerta. A ellos se unen las farmacias y los estancos, dos tipos de negocios muy controlados por el Estado, en los que el 'intrusismo' apenas ha podido asomarse. Otra rama comercial que aguanta bastante bien es la de regalos, juguetes para niños y juegos. En los últimos años han florecido establecimientos con este perfil, gracias a que parte su competencia se encuentra fuera del Centro, como le ocurre a las tiendas de zapatos. La tecnología y la papelería, sin embargo, se encuentra ya sobre todo en grandes superficies.
En paralelo están marcas comerciales con sede en Granada, pero que en la práctica se han convertido en franquicias debido al éxito que sus productos han tenido en las últimas décadas. El sector de la pastelería es un ejemplo. Mientras tanto, siguen floreciendo locales reducidos dedicados a la alimentación regentados por ciudadanos extranjeros que han acabado con las habituales tiendas de ultramarinos.
Los Guerrilleros es uno de los comercios conocidos del Centro de Granada que ha aguantado en pie. El local en el que se encontraba, en la esquina de la plaza de La Trinidad en la que acaba calle Alhóndiga, fue reclamado por sus propietarios en enero de 2015, debido al final del contrato que regulaba la utilización de ese bajo comercial. Al comienzo del pasado año le dijeron a sus clientes que les seguirían atendiendo en su tienda del Zaidín. Sin embargo, semanas después surgió la posibilidad de alquilar un espacio en el interior de calle Alhóndiga y allí se establecieron. Tuvieron que pedir un crédito, reformar el nuevo establecimiento y pasaron varios meses preparando al público la 'reapertura' del negocio. Sus dueñas, Montse y Patricia Sánchez, reconocen que les quedan todavía varios años poder recuperarse del «golpe económico» que supuso el cambio de establecimiento. No obstante, aseguran que los clientes han respondido bien al cambio y que incluso tienen algo más de público al ubicarse en una zona más pegada al interior de la ciudad.
En la calle Reyes Católicos se encuentra la joyería San Eloy. Sus dueños daban por hecho que el propietario del bajo en el que se encontraba la tienda a la derecha de la vía no les iba a permitir permanecer en el establecimiento, por lo que años antes de que los contratos de renta antigua llegaran a su fin decidieron abrir otro local unos metros más arriba, en una de las esquinas de la plaza del Carmen. El precio del alquiler se ha multiplicado «por tres o por cuatro», según cuenta Félix Jiménez, su dueño. Sin embargo, mantienen buen ritmo de venta.
En los juzgados se encuentran un 20% de los casos de propietarios de comercios que se encontraban en un local arrendados con un contrato de renta antigua y que fueron obligados a marcharse al inicio de 2015. Ángel Rodríguez, que también coordina la plataforma 'No al Cerrojazo' en la provincia, alerta de que en las sentencias judiciales se está entrando poco en las cuestiones particulares de cada caso, algo que según él perjudica a los propietarios, que se ven juzgados por sentencias poco interpretativas.
Rodríguez calcula que un 50% de los comercios afectados por el fin de la renta antigua encontraron una alternativa o llegaron a un entendimiento con sus dueños. La tienda de zapatos Salas tiene con varios establecimientos, pero uno de ellos estaba en la calle Zacatín y en 2015 debía actualizar su precio. El dueño del comercio, Pablo Salas, negoció con los encargados del local para poder seguir allí con su actividad y gracias a la predisposición de ambas partes lograron llegar a un entendimiento y se pudo renovar el alquiler, aunque pagando más. Salas analiza que si no tuviera otros locales más en el Centro le habría costado más abordar el incremento del precio.
El futuro
El elemento más preocupante para el comercio local es el futuro. Salvo casos contados en los que los descendientes de comerciantes tradicionales recogen el testigo y asumen el negocio de sus padres, las jubilaciones de los dueños de los negocios conllevan el cierre. Los altos alquileres que las franquicias y grandes cadenas están dispuestas a pagar por un local en las calles más frecuentadas de Granada provoca que quien quiere echar a andar un nuevo negocio en Mesones, Recogidas o Reyes Católicos se lo tenga que pensar varias veces u optar por establecerse en algún local de una vía interior. En ellas que el precio es más barato, pero también se reduce el número de clientes potenciales que pasarán por delante de sus puertas.
El tamaño de los establecimientos es muy diferente en función de la marca que se encuentre en el cartel de la entrada. Si se trata de una franquicia o gran cadena, el comercio ocupa un amplio espacio y en algunas ocasiones varias plantas en las que perderse. Contrasta con los locales que se hay en manos granadinas. El espacio para poder atender a los clientes es aceptable en algunos casos, pero también hay lugares en los que más de cinco personas se estorban. Tras el mostrador, los almacenes de las cadenas españolas e internacionales son amplios, mientras que las 'casas' de la ciudad cuentan con pocos metros cuadrados para guardar la mercancía.
Entre tanta oscuridad para el comercio local se abre una luz. Si el caso de Granada se compara con otra capital de su entorno como Málaga, se comprueba que la resistencia del comercio granadinos es mejor en las vías de la ciudad. En el casco histórico malagueño, las franquicias y grandes cadenas concentran el 75% del comercio en las calles Larios, Nueva, Granada y la plaza de la Constitución. En la comparación, en las principales calles de la Costa del Sol la presencia de marcas nacionales o internacionales cuenta con una mayor penetración y en las arterias secundarias algunas tiendas tradicionales se están viendo obligadas a cerrar. En Granada, hay calles como las del barrio de La Magdalena en las que, tras la crisis, algunos empresarios se han atrevido a poner en marcha un negocio y sus calles cobran vida con firmas granadinas. Para apoyarlas, el Centro Comercial Abierto reclama que el Ayuntamiento de Granada ponga en marcha el plan para la conservación del comercio local e histórico de la ciudad, aprobado en el último pleno de 2014.

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