GRANADA HOY
Un análisis preliminar presentado en el Congreso Europeo de Cáncer desvela importantes desigualdades entre países de Europa Occidental y Europa del Este.
AINHOA IRIBERRI | ACTUALIZADO 07.10.2013 - 10:12
En una época convulsa en lo que a recortes se refiere, un estudio saca los colores a cualquier autoridad sanitaria. El trabajo, presentado en el Congreso Europeo de Cáncer -celebrado en Amsterdam esta semana- y publicado simultáneamente en la revista Annals of Oncology demuestra con datos que, cuanto menos presupuesto dedica un país al gasto sanitario, mayor es su tasa de mortalidad por cáncer, la segunda causa de fallecimientos más común en Europa.
El trabajo, dirigido por el oncólogo Felipe Ades, de la unidad de ensayos clínicos BrEAST y la Universidad Libre de Bruselas, analizó literalmente la relación entre estos dos parámetros. En la presentación del estudio a la prensa, el médico comenzó recordando el artículo 35 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que afirma: "Toda persona tiene derecho a acceder a la prevención sanitaria y a beneficiarse de la atención sanitaria en las condiciones establecidas por las legislaciones y prácticas nacionales. Al definirse y ejecutarse todas las políticas y acciones de la Unión se garantizará un nivel elevado de protección de la salud humana".
Este derecho se pone un poco en entredicho si, como demuestra este estudio, se tienen en cuenta que esa atención dista mucho de ser igual en los distintos países y que, sobre todo, eso va a influir directamente en la mortalidad por una de las enfermedades más frecuentes.
Las diferencias no son pequeñas y la mortalidad por cáncer varía entre el 40% registrada en los países (siempre occidentales) que gastan más en salud y el 60% declarada entre los que gastan menos. Según los datos de Ades, el país que más dinero gasta por persona en salud es Luxemburgo y el que menos Rumanía. Pero hay una cifra que divide a ambas zonas del Viejo Continente que es 2.600 dólares por persona y año (1.922 euros).
Según las cifras del Banco Mundial, la cifra gastada en salud por España por persona y año en 2008 (recién comenzada la crisis, últimos datos disponibles y los utilizados por los investigadores) fue de 2.311 euros, lo que le situaba en la parte media baja de los países europeos occidentales (solo por delante de Grecia y Portugal) y media alta si se tiene en cuenta al conjunto de la Unión Europea.
Estas cifras, sin embargo, no coinciden con las oficiales del Ministerio de Sanidad que hablan de 1.492 euros por año y persona en gasto sanitario en esa misma fecha. Las diferencias se achacan a la forma de medir según los distintos organismos oficiales. "Lo importante no son tanto las cifras como la demostración clara de la tendencia de que, a menos gasto, más mortalidad por cáncer", destaca Ades, que no duda en reconocer las debilidades de su estudio. "Nuestros análisis se han basado en datos extraídos de fuentes fiables; sin embargo, no podemos asegurar que se hayan recopilado de la misma forma en todos los países". El investigador adelantó que el año que viene se hará un nuevo análisis de los datos, en el que se verán reflejados los efectos de la crisis en toda su crudeza.
Otro fallo del trabajo de los investigadores del centro belga es que no distingue en qué partidas se divide en gasto sanitario. Es decir, no se puede saber si esa diferencia de mortalidad se debe a un menor acceso a medicamentos innovadores, a un mayor acceso a programas de cribado sistemáticos o a otros factores desconocidos.
El trabajo, dirigido por el oncólogo Felipe Ades, de la unidad de ensayos clínicos BrEAST y la Universidad Libre de Bruselas, analizó literalmente la relación entre estos dos parámetros. En la presentación del estudio a la prensa, el médico comenzó recordando el artículo 35 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que afirma: "Toda persona tiene derecho a acceder a la prevención sanitaria y a beneficiarse de la atención sanitaria en las condiciones establecidas por las legislaciones y prácticas nacionales. Al definirse y ejecutarse todas las políticas y acciones de la Unión se garantizará un nivel elevado de protección de la salud humana".
Este derecho se pone un poco en entredicho si, como demuestra este estudio, se tienen en cuenta que esa atención dista mucho de ser igual en los distintos países y que, sobre todo, eso va a influir directamente en la mortalidad por una de las enfermedades más frecuentes.
Las diferencias no son pequeñas y la mortalidad por cáncer varía entre el 40% registrada en los países (siempre occidentales) que gastan más en salud y el 60% declarada entre los que gastan menos. Según los datos de Ades, el país que más dinero gasta por persona en salud es Luxemburgo y el que menos Rumanía. Pero hay una cifra que divide a ambas zonas del Viejo Continente que es 2.600 dólares por persona y año (1.922 euros).
Según las cifras del Banco Mundial, la cifra gastada en salud por España por persona y año en 2008 (recién comenzada la crisis, últimos datos disponibles y los utilizados por los investigadores) fue de 2.311 euros, lo que le situaba en la parte media baja de los países europeos occidentales (solo por delante de Grecia y Portugal) y media alta si se tiene en cuenta al conjunto de la Unión Europea.
Estas cifras, sin embargo, no coinciden con las oficiales del Ministerio de Sanidad que hablan de 1.492 euros por año y persona en gasto sanitario en esa misma fecha. Las diferencias se achacan a la forma de medir según los distintos organismos oficiales. "Lo importante no son tanto las cifras como la demostración clara de la tendencia de que, a menos gasto, más mortalidad por cáncer", destaca Ades, que no duda en reconocer las debilidades de su estudio. "Nuestros análisis se han basado en datos extraídos de fuentes fiables; sin embargo, no podemos asegurar que se hayan recopilado de la misma forma en todos los países". El investigador adelantó que el año que viene se hará un nuevo análisis de los datos, en el que se verán reflejados los efectos de la crisis en toda su crudeza.
Otro fallo del trabajo de los investigadores del centro belga es que no distingue en qué partidas se divide en gasto sanitario. Es decir, no se puede saber si esa diferencia de mortalidad se debe a un menor acceso a medicamentos innovadores, a un mayor acceso a programas de cribado sistemáticos o a otros factores desconocidos.
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