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La mayoría de los hongos silvestres son tóxicos y algunos de ellos, letales para el hombre
Hacía años que no se veía tanta gente en busca de setas por bosques y senderos. Las pocas lluvias caídas en los últimos días han sido el pistoletazo de salida de una alocada y concurrida carrera para acaparar el mayor número posible de hongos que llevarse a casa o simplemente presumir con los amigos, e incluso para algunos la recolección masiva de especies muy apreciadas para venderlas a supermercados y fruterías y paliar los efectos de la crisis y el paro. El incremento de buscadores de setas genera problemas de equilibrio y conservación de ecosistemas, ya que no hay espacio natural que soporte la masificación y lo que puede ser más grave, un aumento importante de las posibilidades de intoxicación por la nula preparación micológica de la mayoría de los buscadores de hongos. Se lanzan al campo sin tener en cuenta que de las 200 especies de hongos que crecen en los espacios naturales de la provincia de Granada, el 80% no son comestibles y casi todas ellas tienen propiedades que pueden ser tóxicas y peligrosas para muchas personas. Quince especies son mortales, tienen propiedades letales para el hombre.
Conocimiento
Nadie tiene la varita mágica para saber delimitar, 'in situ', en el campo, que determinadas especies son aptas para su consumo. La única recomendación posible es no coger aquello que no se conocen al cien por cien, ya que en muchos casos especies que son muy apreciadas gastronómicamente son casi idénticas a otras de su misma familia, que son tóxicas y mortales. Una de las especies más apreciadas en los bosques del sureste andaluz es la Macrolepiota procera, una seta de gran porte que puede llegar hasta veinte centímetros de diámetro en su sombrero, pero tiene un pariente mortal, la Lepiota, que crece incluso en jardines. Se diferencian en que en su estado adulto el sombrero de la Macrolepiota mide más de 10 centímetros (si es más pequeño puede ser la letal Lepiota), pero cuando están en sus primeras fases de crecimiento y el sombrero no ha llegado a abrirse es imposible distinguirlas sin ser un experto. Quien la consume notará sus efectos entre 12 y 24 horas después, cuando han dañado el hígado y el riñón. La fase final es la parálisis de los miembros, coma y muerte. A pesar de ese panorama, las cestas de los buscadores de setas no expertos se ven llenas de Macrolepiotas en fase inicial, sin que aún se pueda saber si se trata de la seta asesina.
Trofeos
Otro de los trofeos más perseguidos son los níscalos (Lactarius deliciosus). Se recolectan en grandes cantidades y son los que más se suelen vender a las tiendas. Son fáciles de distinguir por su coloración naranja y franjas amarillentas con iridaciones de color rojo y verde cuando son manipuladas, pero hay otros Lactarius que pueden plantear problemas graves, como el tominosus o el tesquorum, que se caracterizan por presentar una zona lanosa en el borde del sombrero (el primero de ellos) y un tono más blanco cuando es adulto (en el segundo de los casos). Aunque pueden producir problemas gastrointestinales, no son tan peligrosas como las lepiotas o las setas mortales por excelencia, como la Amanita phalloides.
Los buscadores de setas expertos suelen dar una serie de consejos para evitar las especies peligrosas, como por ejemplo que se oscurecen cuando tocan la plata, algo totalmente falso, como la afirmación de que cualquier seta cocinada pierde su toxicidad, o que todas aquellas que tienen buen olor y sabor son buenas. La más mortífera, la Amanita phalloides, por ejemplo, huele bien, tiene sabor dulzón y una presencia inmejorable, pero mata.
Además de la peligrosidad inherente al consumo de hongos, la legislación andaluza prohibe la recolecta en espacios considerados cotos micológicos, y en los montes públicos donde está permitido solo se pueden recolectar tres kilos de setas por persona.
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