El Ayuntamiento asumió la responsabilidad de su oficina de atención al inmigrante para seguir prestando ayuda a un porcentaje alto de la población
Integración y convivencia, las claves de un municipio de la Costa con más del 35% de población extranjera
El municipio granadino de Albuñol lleva más de tres décadas dando un servicio esencial a aquellos extranjeros que, después de sortear las primeras trabas tras emprender su viaje en busca de una nueva vida, se encuentran con la gran barrera del idioma, la burocracia o las diferencias culturales. Esta zona de la Costa Tropical, especializada en la agricultura, vio como en la década de los 80 su población fue en aumento gracias a las oportunidades que ofrecía el campo. En la actualidad, el 35,49% del total de habitantes es de origen extranjero, conviven 42 nacionalidades - especialmente de Marruecos, Senegal o Rumanía, sin tener en cuenta la población española-.
Por lo que cobra especial importancia el servicio que se da desde la oficina de atención al inmigrante, dirigida por Ghaian Rais Ben Lmiki, en funcionamiento desde 1994, coincidiendo con el aumento de población marroquí, argelina y tunecina, y que tras los recortes que experimentaron las administraciones en materia de integración social tras la crisis del ladrillo en 2008, el Ayuntamiento de Albuñol decidió mantener a pulmón con fondos propios por los beneficios que ofrecía a una parte importante de su población.
Por la oficina, situada en la tercera planta del Consistorio pasan diariamente multitud de vecinos que recurren a Ghaian para gestionar desde los permisos necesarios para solicitar el permiso de residencia, hasta cosas más del día a día como la organización de actividades para acercar las distintas culturas que conviven en el municipio. El objetivo es facilitar la integración y mejorar las oportunidades laborales del inmigrante.
"Cuando empezamos había aproximadamente unos 74 inmigrantes en el municipio, ahora hay más de 2.740 de muchas nacionalidades. Y desde el Ayuntamiento se propuso organizar jornadas, como la multicultural, para fomentar la integración de todos los colectivos", explica Ghaian, encargado de ayudar a todo el que llega a la oficina. "Se hace un seguimiento, desde la llegada del inmigrante, hasta la regularización de su situación en España. Esto se ha convertido en un punto de referencia, porque cuando llegan los primeros problemas a los que se enfrentan son el idioma, la vivienda y el trabajo. También muchos llegan sin pasaporte, sin documentaciones. Todo eso se asesora desde la oficina de atención al inmigrante", apunta.
No se puede obviar que en algunos casos, el inmigrante se encuentra en una situación de irregularidad porque puede estar esperando su regulación, que en el mejor de los casos puede tardar dos años desde su llegada -hasta hace no mucho este trámite se alargaba incluso tres años-, mientras intentan buscarse la vida para mantener a sus familias. Cuando llega el momento de formalizar los papeles tienen que demostrar que llevan residiendo en España de forma continuada los dos últimos años, que carecen de antecedentes penales y cuentan con una oferta de trabajo.
Uno de los discursos que más calan, sobre todo en los últimos tiempos, es que la inmigración es sinónimo de delincuencia. "Tenemos residentes que llegan con sus carreras universitarias, que en sus países de origen han estado trabajando en oficios que requieren una titulación muy alta, pero el nivel económico del país no les ha permitido vivir, han tenido que emigrar para mejorar su nivel de vida y cuando llegan aquí se tienen que enfrentar a trabajos menos cualificados. La inmigración no es sinónimo de delincuencia", añade.
Refuerzo del servicio pese a la falta de recursos
En los años 90 el Ayuntamiento de Albuñol recibió numerosas subvenciones públicas que les permitió realizar numerosas actividades de integración. La oficina de atención al inmigrante estaba formada por un trabajador social y un mediador, que se mantenía gracias a los fondos que recibían tanto del Estado como de la Junta de Andalucía. "Nos permitía mostrar otras realidades para fomentar la integración social, algo que facilitaba mucho la convivencia entre culturas. Muchas veces el miedo y el odio se enfoca al desconocimiento de la otra cultura", indica la alcaldesa de Albuñol, María José Sánchez.
Tras los recortes en las partidas presupuestarias que iban asignadas a las políticas de integración social, el Consistorio asumió la responsabilidad de mantener la oficina y el servicio porque "se presta un servicio imprescindible a la persona que llega. Entenderte con una parte de tu municipio es fundamental, y asesorarlos para que tengan una buena convivencia".
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