IDEAL EL EJIDO
«Lo que yo pasé fue muy chungo. Las dos primeras ramblas que saltaron me pillaron una por delante, y otra por detrás a 500 metros de mis invernaderos. Cuando salí del coche el agua me llegaba por la cintura y tuve que cruzar la rambla que salía detrás de mí y que me arrastró hasta la valla de una finca. Al final lo conseguí pero el agua bajaba con muchísima fuerza y con muchísima basura y hasta algún animal ahogado, lo que viví fue brutal, nunca he visto cosa igual». Es el testimonio de Raúl Navarro. Un joven agricultor ejidense que no tuvo que lamentar daños en su cosecha o infraestructura, pero cuya vivencia el pasado miércoles en este municipio, sí que le llegó a hacer temer por su propia vida.
«Hasta una cuarta alcanzó el agua dentro de la tienda», recuerda Trini Martín, la estanquera desde hace más de 30 años del núcleo ejidense de Santa María del Águila, o como les gusta a sus vecinos referir, La Aldeílla. Porque hoy, cuatro días después de lo ocurrido los datos municipales ya arrojan que en las zonas más afectadas por la lluvia y el granizo: Santa María del Águila, La Maleza y el entorno de la Balsa del Sapo de Las Norias se llegaron a alcanzar los 100 litros por metro cuadrado. De hecho hasta el mediodía de ayer ya se habían contabilizado 189 solicitudes de informe de daños por parte de los agricultores afectados, de las que el 65% respondían a los polígonos catastrales 9 y 10, o lo que es lo mismo, al Polígono de La Redonda y La Aldeílla.
Por eso, no es de extrañar, que los vecinos de este núcleo ejidense apenas pudieran dar crédito ante lo que a todas luces ante sus ojos pasaba. «El agua llegaba por momentos a la altura de las papeleras, y yo me encontraba arriba del estanco, en la casa de mi madre, y desde allí vimos que la rambla ya era un río que alcanzaba la carretera, el bulevar, y de repente vimos que los contenedores pasaban por la vía como si fueran coches, estábamos asustados, fue increíble, podría haber ocurrido una desgracia», añade la estanquera de La Aldeílla.
Precisamente las redes sociales, portales como Youtube, ediciones digitales e informativos de televisión nacionales abrían sus boletines estos días con las decenas de vídeos grabados por los propios vecinos. Tremendas imágenes en las que se recogía desde distintos prismas cómo flotaban los contenedores cual barcos a la deriva por rotondas y calles, y que el día después, los operarios y trabajadores municipales tuvieron que volver a colocar. «Se han tenido que recolocar 37 contenedores, algunos se desplazaron hasta 30 metros de su ubicación», concreta el concejal de Obras Públicas, Mantenimiento y Servicios ejidense, Ángel Escobar. Como señala, «a esa hora estaban casi vacíos, aún no tenían basura, y eran desplazados por la corriente hasta que chocaban contra una pared u otro coche».
Según recuerda, «desde el primer momento centramos los esfuerzos en evaluar daños y comenzar los trabajos con la maquinaria, mientras Elsur hacía hincapié en la apertura de los imbornales para que pudieran evacuar el agua a pleno rendimiento», aclara Escobar. Sin embargo, y si bien es cierto que donde mayor actuó con fuerza el agua y las corrientes de barro, basura y granizo fue sobre todo en los cauces de las ramblas que pasan por el municipio, «el problema en el centro del municipio viene dado por la Avenida Príncipes de España, porque la red de pluviales y aguas más importantes vienen de Pampanico y siguen hacia abajo», indica el edil. Un problema de evacuación de aguas que El Ejido sufre desde el inicio de su historia, pero que a pesar de repetir estancamientos de agua en la zona centro cada vez que hay lluvia, hasta el momento nunca se había producido un fenómeno similar. «Nosotros ya contamos con un proyecto ambicioso para la mejora de esa red de pluviales, pero hasta el momento no hemos podido llevarlo a cabo porque estamos pendientes de financiación», explica el concejal.
Y dejando tras de sí la estela fatídica de una estampa desoladora de cultivos y cosechas bajo palos, alambre y plásticos, sin duda el gran caudal que alcanzó el agua en distintos puntos del municipio, en especial en Santa María del Águila, Las Norias y el centro de El Ejido, dejó otros tantos daños colaterales en locales comerciales, garajes y viviendas del municipio.
«Sin duda lo más grave ha estado en el campo pero también se han producido numerosos daños en estructuras de viviendas, locales comerciales, el temporal ha hecho daño en todos los sentidos», refería esta semana a IDEAL Francisco Pérez, un agente de seguros muy conocido en La Aldeílla y que en apenas 24 horas se topó con «más de 50 partes de seguro por inundaciones en locales, garajes y viviendas». «Es cierto que las calles no están preparadas para evacuar tal cantidad de agua, pero también lo es que en el caso de nuestros patios y viviendas muchas veces no limpiamos correctamente los sifones y entonces es cuando se dan situaciones como esta», se encarga de puntualizar.
Eso fue lo que le pasó por ejemplo a Ramón Vargas, también vecino de Santa María del Águila, quien precisa que tuvo que subir a la azotea «a abrir los sifones para que pasara el agua porque con el grosor del granizo no le daba tiempo a tragar todo lo que caía de agua». Y subraya, «entró el agua hasta la oficina de Unicaja que al día siguiente tuvo que estar cerrada al público para achicar agua, estuvieron hasta la una de la mañana».
Y el coche al taller
Sin duda las averías de vehículos a causa del agua han supuesto otro amargo sabor de boca añadido para decenas de ejidenses tras el malaventurado temporal. «Hasta ahora he tenido cuatro coches que venían con averías y a tres de ellos hay que cambiarles el motor, otro estuvo cerca pero al final se salvó», explica Francisco Muñoz, de Talleres Hnos Muñoz Barranco SL.
Como insiste, «cuando hay tanta agua el motor nunca debe estar en marcha, hay que parar el coche. Si llega el agua de golpe hay que parar, y si se observa un gran charco es mejor no pasar», aclara. Y es que según dice, «el motor de un coche es como para nosotros nuestros pulmones, si el agua se mete en su interior el coche se para, así que si vemos que el agua cubre la rueda es mejor dejar el coche parado». Sobre todo porque la 'broma' puede salir muy cara. «Cambiar el motor de un coche puede suponer de 1.500 a 1.700 euros», apunta este mecánico. Y continúa, «pero también he tenido averías de unidades de mando y centralitas porque eso es como si coges un teléfono y lo metes en un vaso de agua, y en este caso la reparación puede alcanzar los 2.000 euros», señala. Por eso, en El Ejido, después de la tormenta, aún no ha llegado la calma.
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